The Ballad of Genesis and Lady Jaye, una obra artística y una acción subversiva de Genesis P-Orridge
Genesis P-Orridge: «Transgresión, ternura y eternidad». En un mundo donde el arte muchas veces se somete a las fórmulas del mercado o se diluye en la banalidad de lo efímero,The Ballad of Genesis and Lady Jaye el documental de Marie Losier sobre Genesis Breyer P-Orridge, se erige como un gesto radicalmente subversivo y profundamente conmovedor.
La obra no es solo un retrato documental, sino una intervención poética en los márgenes del cuerpo, del género y del amor mismo. Lo que en otras manos podría haber sido una mera crónica biográfica, bajo la mirada etérea y anárquica de Losier, se convierte en una ofrenda lírica, una meditación sobre la disolución del yo y la potencia de la fusión amorosa.

La génesis de esta colaboración nace, irónicamente, de una torpeza: un pie pisado durante una inauguración artística.
Así comienzan algunas de las mejores historias: con una interrupción involuntaria del guion preestablecido. El encuentro entre Losier, cineasta consagrada al terreno experimental, y P-Orridge, figura icónica y polémica de la contracultura anglosajona, desata una sintonía inmediata que deriva en una invitación íntima: acompañar a Genesis en una de sus giras. Desde esa premisa aparentemente sencilla, surge una de las más singulares alianzas creativas del cine contemporáneo.

Genesis P-Orridge: «Transgresión, ternura y eternidad». No necesita presentación para quienes habitan los márgenes de la música, el arte y la teoría crítica.
Fundador de Throbbing Gristle, arquitecto de la música industrial, agitador cultural y explorador de los límites del cuerpo, su obra ha sido siempre una ofensiva frontal contra las convenciones. Sin embargo, El último acto de amor muestra una faceta menos conocida, aunque no menos revolucionaria: la del amor como praxis transformadora.
El corazón del documental late en torno al proyecto Creating the Pandrogyne, una obra vital llevada a cabo por Genesis y su pareja, Lady Jaye Breyer. Decididos a «crear en lugar de procrear», los artistas emprenden un viaje físico y espiritual hacia la fusión identitaria, desdibujando no solo los límites entre los sexos, sino las fronteras entre los cuerpos individuales.

A través de intervenciones quirúrgicas, performances y una cotidianidad compartida que desafía toda normatividad, Genesis y Lady Jaye construyen un tercer ente, un «nosotros» irreductible a lo masculino y lo femenino: la pandroginia.
Marie Losier recoge este proceso con una sensibilidad fuera de lo común. Filmado en su mayor parte en 16 mm, el documental adopta una estética deliberadamente anacrónica, evocando el cine mudo, las vanguardias del siglo XX y el lirismo de una mirada amateur que desarma cualquier tentación de exotización. El resultado es un relato visualmente exquisito, en el que cada plano parece una ofrenda, cada desenfoque una confesión.

Pero más allá de su propuesta estética y su contenido radical, lo que hace de The Ballad of Genesis and Lady Jaye una pieza inolvidable es su profunda humanidad. Lejos de la frialdad clínica con la que a menudo se trata la identidad de género en los medios tradicionales, este film la aborda desde el afecto, la intimidad y la entrega. Es un testimonio del amor como acto de creación radical, como motor de transformación no solo personal, sino ontológica.
Presentado en más de treinta festivales de prestigio —entre ellos la Tate Modern, el MOMA, el Centre Pompidou y la Berlinale—, el documental ha recibido una acogida entusiasta tanto del circuito artístico como del académico.
No es difícil entender por qué: se trata de una obra que desafía al espectador, que le exige abrir sus categorías de comprensión, pero que al mismo tiempo le regala una belleza tan cruda como poética.
En última instancia, The Ballad of Genesis and Lady Jaye no es un film sobre la identidad, sino sobre la trascendencia. Es la historia de dos seres que decidieron no conformarse con los límites del cuerpo, del lenguaje, ni de la muerte. Es un manifiesto tierno y feroz que nos recuerda que el amor verdadero no se limita a aceptar al otro tal como es, sino que se atreve a imaginar lo que ambos pueden llegar a ser juntos.
Genesis P-Orridge: «Transgresión, ternura y eternidad». Por John Headhunter.