Tejiendo emociones con hilos de luz y cabello.
Evolve: la meticulosa poética visual de Bára Prášilová. En un universo en el que la estética parece cada vez más dictada por la inmediatez y la saturación digital, la fotógrafa checa Bára Prášilová se erige como una figura singular, decididamente contra la corriente, al ofrecer una obra de precisión milimétrica, impregnada de simbolismo, humor sombrío y una extraña, casi inquietante, serenidad.
Su proyecto Evolve, presentado dentro del prestigioso Hasselblad Masters Book, no sólo reafirma su lugar en la élite de la fotografía contemporánea, sino que también propone una reflexión profundamente íntima sobre la naturaleza del vínculo humano y la construcción de la identidad a través del tiempo.

Evolve —que en español evoca el fluir silencioso pero incesante de la transformación— es, según palabras de la artista, “una secuencia de eventos que avanza hacia el futuro”. No obstante, este avance no es lineal ni desapegado de sus raíces; Prášilová sostiene con firmeza que el futuro está irremediablemente ligado al pasado. Así, el acto de evolucionar se convierte en una arqueología personal, un descenso introspectivo hacia la historia íntima que, sólo una vez comprendida, permite dar el siguiente paso.
El simbolismo del cabello largo —recurrente a lo largo de la serie— se convierte en el hilo conductor, literal y metafórico, que da cohesión al discurso visual. Para Prášilová, el cabello representa esos lazos invisibles que nos unen a los otros, esas fibras emocionales que tejemos con cuidado y que tememos cortar. En esta alegoría, el pelo encarna el amor, el miedo y la pérdida, y su presencia constante y larguísima, a veces absurda, evoca tanto la intimidad como la dependencia.

Belleza milimétrica: el arte de controlar lo onírico
La artista crea sus imágenes como quien compone un poema visual barroco: cada toma es rigurosamente planificada, desde el guión gráfico hasta la producción artesanal de los accesorios. Lejos de la espontaneidad o del instante fugaz, su trabajo destila un cuidado obsesivo por la composición. La iluminación perfecta, el enfoque quirúrgico, la armonía cromática, todo está pensado con una meticulosidad que contrasta con la desbordante fantasía de las escenas representadas.
En este sentido, Prášilová es tanto una directora como una orfebre de lo onírico: sus fotografías son pequeñas escenografías de mundos que no fueron pero podrían haber sido, recuerdos de lo nunca vivido. En su universo visual, la memoria, la realidad y la ficción se funden con una fluidez desconcertante. El absurdo —ese humor checo tan particular, a veces melancólico, a veces deliciosamente grotesco— aparece como una estrategia para subvertir la lógica convencional del retrato y del cuerpo.

Las imágenes de Evolve son al mismo tiempo frías y entrañables, bellísimas y ligeramente inquietantes. Son viñetas de una realidad alternativa donde los límites se han disuelto, donde el tiempo se curva y donde lo emocional se manifiesta con un lenguaje propio, ajeno al gesto o al drama explícito. Aunque Prášilová declara no trabajar con emociones directas, el resultado destila una intensidad emocional que se filtra precisamente a través del control y la estilización. Su trabajo no grita, pero resuena.

Evolve: la meticulosa poética visual de Bára Prášilová. Una infancia sin límites, un universo sin fronteras
Más allá del reconocimiento internacional y de su bien ganado puesto en la escena fotográfica de autor, Prášilová sigue manteniéndose fiel a sus raíces: una infancia marcada por la libertad, la autodeterminación y una cierta anarquía formativa que forjaron su independencia creativa.
Su madre, trabajadora de un hospital psiquiátrico, le otorgó —por omisión o elección— un espacio sin controles, donde la ausencia de autoridad se transformó en el terreno fértil para la creación de un universo interior único.

“Ni mi madre ni la escuela pudieron influirme tanto como probablemente quisieron, así que tuve la libertad de crear mi propio mundo interior”, relata la artista. Desde su estudio en Praga, continúa tejiendo —literal y metafóricamente— ese universo que comenzó en la soledad fértil de su niñez.
Aunque los encargos comerciales llegan a ella, su anhelo se orienta hacia la exploración más personal, como lo demuestra su nuevo emprendimiento Papernaut, donde fusiona imagen, diseño y economía para recuperar ese impulso original de “hacer lo suyo”.

Evolve no es sólo una serie fotográfica. Es una meditación sobre el apego, sobre el miedo a la pérdida y sobre la belleza del control como forma de amor. Es, en última instancia, un testimonio de que la evolución no es una ruptura, sino un delicado y persistente enhebrar del tiempo, con hilos de cabello y luz.
Evolve: la meticulosa poética visual de Bára Prášilová. Por Mónica Cascanueces.