Un mundo paralelo en el que los objetos ganan la importancia expresiva que el ser humano
Annika von Hausswolff: «El arte de lo inquietante». Su obra se inscribe con hondura en ese intersticio ambiguo donde la imagen fotográfica, sin abandonar su referente, se desliza hacia el umbral de lo onírico, lo simbólico y lo perturbador.
Desde sus primeras series en la década de 1990, la artista sueca ha desafiado las convenciones de la fotografía documental, dotándola de una carga emocional y conceptual que la aleja de lo meramente narrativo para adentrarse en el terreno del inconsciente, del trauma latente y de la extrañeza cotidiana.

Ya en Back to Nature (1993), Von Hausswolff establecía los cimientos de su universo visual: una combinación tensa entre lo familiar y lo ominoso, entre lo aparentemente banal y lo inquietantemente simbólico. En este sentido, su trabajo mantiene un diálogo constante con la tradición del surrealismo, no tanto por sus estrategias formales, sino por el modo en que interpela al espectador desde lo irracional y lo reprimido.
La melancolía que impregna sus imágenes, unida a la constante presencia del aislamiento, configura una estética donde la belleza se entrelaza con lo turbio, donde lo que parece reconocible se torna, súbitamente, extraño.

Annika von Hausswolff: «El arte de lo inquietante». Cuerpos ausentes y objetos elocuentes, una poética del misterio.
Uno de los ejes temáticos más notables de su producción es la corporeidad, entendida no solo como presencia física, sino como significante de género, poder y vulnerabilidad. Sus personajes —cuando los hay— suelen aparecer de espaldas, con los ojos cerrados o en actitudes que refuerzan su inaccesibilidad.
El cuerpo humano, aunque central, rara vez ofrece una posibilidad de contacto o empatía directa. Está ahí, tangible y ausente, cargado de sentido pero desprovisto de narración explícita. Esta tensión entre lo mostrado y lo oculto se refuerza visualmente mediante el uso de flashes intensos, cortinas teatrales y persianas cerradas, elementos que, lejos de ser meros recursos formales, funcionan como metáforas del acto de ver y no ver, de revelar y disimular, de querer saber y permanecer en la duda.

Von Hausswolff es, en este sentido, una cronista de lo no dicho. Su obra interroga la superficie de lo visible para poner en evidencia sus fisuras, sus zonas oscuras, sus silencios densos.
Los escenarios que construye —salas de estar vacías, habitaciones clausuradas, cuerpos tendidos en el bosque o niños empuñando herramientas inquietantes— son espacios de ambigüedad narrativa, cargados de potencial simbólico.
En ellos, los objetos adquieren una elocuencia inusitada: se convierten en relicarios de tensiones ocultas, en testigos mudos de lo que no se muestra pero se intuye. Lo cotidiano se transforma así en el vehículo perfecto para generar dislocación, para invitar a una lectura que no se agota en la imagen, sino que se prolonga en la imaginación del espectador.


Entre lo visible y lo velado, fotografía como territorio liminal
La consagración de su carrera se vio reafirmada en 1999, cuando representó a Suecia en la Bienal de Venecia, un hito que consolidó su lugar en el panorama internacional del arte contemporáneo. Desde entonces, sus obras han ingresado en prestigiosas colecciones como las del Guggenheim de Nueva York, el Fotomuseum Winterthur en Suiza, Huis Marseille en Ámsterdam y el Moderna Museet de Estocolmo.
No obstante, Von Hausswolff ha sabido mantener una actitud crítica y reflexiva respecto a su medio, combinando la producción artística con la docencia en la Universidad de Gotemburgo, donde ejerció como profesora adjunta entre 2007 y 2012.

Mención especial merece su colaboración con el investigador Jan Jörnmark en el libro The Abyss (2011), un proyecto fotográfico que documenta los vestigios industriales tras la crisis financiera de 2008. Aquí, su mirada se desplaza hacia una arqueología de la ruina contemporánea, reafirmando su interés por los espacios abandonados como paisajes cargados de memoria, pérdida y advertencia.
En suma, la obra de Annika von Hausswolff es una invitación a habitar el borde: el borde entre el sueño y la vigilia, entre lo íntimo y lo político, entre la imagen y su sombra. Su arte no ofrece respuestas, pero sí plantea preguntas esenciales sobre quiénes somos, cómo miramos y qué decidimos no ver. Y en ese ejercicio incómodo, pero profundamente poético, reside la fuerza inquietante de su visión.
Annika von Hausswolff: «El arte de lo inquietante». Por Mónica Cascanueces.