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Gema Rupérez: una interpretación de la realidad

El trabajo de Gema Rupérez es una aproximación desde las artes plásticas a los dilemas de la sociedad contemporánea

Gema Rupérez: una interpretación de la realidad. Artista española que trabaja de manera multidisciplinar a través de diferentes medios como la instalación, la fotografía, el vídeo o el dibujo, Rupérez interpela al espectador sobre las distintas realidades que tensionan a nuestra sociedad contemporánea.

El cuerpo, que siempre ha ocupado lugar central en las reflexiones plásticas de Gema Rupérez, comparece aliado al concepto de comunidad, con el firme propósito de evidenciar el actual estado de precariedad de la existencia social, salvaguardando la identidad de quienes son arrojados a los márgenes.

Atenta a los peligros que amenazan al orden social y al individuo, Gema Rúperez hace frente a las que, en opinión de Bourdieu, son las características más extendidas de las condiciones de vida contemporánea: incertidumbre, inestabilidad, vulnerabilidad, precariedad, desorientación, inseguridad, desprotección, provisionalidad… son algunos de los miedos que nos amenazan. Zygmunt Bauman les dedicó un ensayo: Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores.

Aaborda un contexto global de múltiples mutaciones donde la tecnología hace acto de presencia, con sus ritmos, tiempos y hegemonías. Incide en las estructuras de dominación y en su oposición a base de resistencias, evidenciando las frustraciones, miedos y fragilidades del ser humano.

La inestabilidad, la vulnerabilidad y la frustración forman parte del contenido emocional de mis obras, que articulo con un lenguaje universal y directo.

En Espacio personal que pertenece a la serie Conversaciones, que Rupérez empezó en 2015 y que actualmente sigue in fieri. En él la artista reflexiona sobre la tensión dialéctica entre los sujetos y la capacidad o incapacidad que tenemos hoy en día para instaurar un diálogo real y proficuo con el otro. En este caso dos globos se disputan el espacio y parecen confrontarse, desplazarse y quitarse recíprocamente el aire hasta que al final ambos acaban sucumbiendo a una absurda e insostenible competición darwiniana por la supremacía y el acaparamiento de los recursos disponibles.

Con la intención de interpelar al espectador, trabajo en el espacio de confluencia que generan los discursos antagónicos: entre lo íntimo y lo social, entre lo individual y lo global, y entre lo reproductivo y lo productivo.

Me interesa trabajar entre lo escenográfico y lo performático, entendiendo que las piezas que realizo se activan con quien las habita, al mismo tiempo que reflexionan sobre la confrontación, la lucha por el poder hegemónico o la incapacidad de comunicarnos.

Bandera blanca, abofetea al espectador al hablarle de globalización, explotación laboral, consumismo o desigualdad, así como de afrontar el eterno conflicto de lo industrial versus lo artesanal.

Una instalación que se activa con la presencia del público gracias a sensores de movimiento: seis máquinas de coser inician su marcha al tiempo que suena el himno de China. Una coreografía industrial, tal y como la define Rupérez, que se combina con una bandera de grandes dimensiones compuesta por más de dos mil etiquetas con las palabras ‘Made in China’ y cosidas a mano por mujeres que forman parte del proyecto Hilvanando culturas, impulsado en Zaragoza por Ayuda en Acción y CEIP Ramiro Solans.

Gema Rupérez, interesada en su propia contemporaneidad, aborda un contexto global de múltiples mutaciones donde la tecnología hace acto de presencia, con sus ritmos, tiempos y hegemonías. Rupérez incide en la sofisticación de las estructuras de dominación, proponiendo nuevos espacios de resistencia.

Ese carácter festivo o lúdico que aportan obras como Statu Quo son solo trampantojos, estrategias que utiliza la artista para embaucar al público, para seducirlo hasta conseguir introducirlo en un escenario distópico donde poder zarandearlo y, por consiguiente, despertarlo de su estado hipnótico que le impide ver la realidad tal y como es.

El fondo entonces al que aquí llegamos no es otro finalmente que la muerte. No hay otro fondo. Pero frente a este fondo todo lo demás aparenta vano y superficial (vanitas). Frente a la muerte la vida misma no es más que un juego de formas y de meras superficies. De ahí la importancia de las formas, aunque estén vacías, y de las superficies. Pues ellas son en realidad las formas mismas de la vida.

Nuestra reflexión sobre la superficie nos ha llevado así a la conclusión de que la superficie es también lo más profundo. Porque en realidad toda reflexión, incluso la más profunda, se nos da bajo la forma de un reflejo. Y el reflejo se da siempre sobre una superficie.

Gema Rupérez: una interpretación de la realidad

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