Una de las pensadoras más atractivas del contemporáneo, Alessia Putin, no solo habla de cancelación sino de algo más arraigado y lejano en el tiempo, la «dictadura de la ideología»
Alessia Putin: «Desmontando la dictadura ideológica». Un filtro perverso que nos lleva a analizar cualquier hecho a través la ideología marcada por gurús o líderes de opinión. El libro Cancelación: Manual contra la dictadura de la ideología, el pensamiento binario y el odio político (Ed. Almuzara), tenía un título anterior, Sapere aude (en latín “Atrévete a saber”) pero en la editorial dudaron de su gancho comercial al ser en latín y lo cambiamos.
Por ejemplo, si yo me declaro en contra de la corrupción, debería estar de acuerdo en que se investigue cualquier sospecha que afecte a un partido político o gobierno. De todos los colores. En estos días estamos viendo y escuchando a muchas personas en contra de que se investiguen hechos supuestamente delictivos.
Alessia Putin: «Desmontando la dictadura ideológica». No solo habla de cancelación sino de la «dictadura de la ideología» Cuando tu ideología anula tu capacidad crítica podemos decir que has caído en la trampa de la dictadura de la ideología.
Vivimos días de fanatismo informativo, de periodistas activistas que se erigen como abogados de una causa ideológica en vez de fiscalizar el poder, que es la razón de ser del periodismo. Los medios que se dedican a la propaganda gubernamental en defensa del poder a cambio de subvenciones o rescates económicos dando voz a la mentira oficial e intentando cancelar todo mensaje que no les convenga son un peligro real para la democracia.
Hay medios de comunicación que se han subido al carro de la cancelación en nombre de algunas grandes causas: ellos deciden quiénes merecen ser cancelados y quiénes no. El criterio, por supuesto, es subjetivo y los juicios sumarísimos. No importa si después quedas absuelto por un tribunal. Tu muerte civil y profesional es ya un hecho a menudo irreversible.
Por un lado, si permitimos que se instale aún más esta omertà estaremos perdiendo libertad. Los políticos y sus directores de marketing tendrán mucho más fácil manipularnos. Lo que yo planteo en el libro es una superación de la adscripción ideológica como movimiento de masas.
Primero fueron las religiones, después (siglo XIX y XX) las ideologías, y ahora, en tiempos de data analytics, se hace necesario un ulterior salto cualitativo para buscar sustento para nuestras decisiones en datos contrastados y no en emociones identitarias. Parece una locura, pero también lo era en su día separar la Iglesia y el Estado.
Estamos inmersos en una «emocracia» (democracia de las emociones) y esto es muy peligroso porque se está anulando la razón de la ecuación deliberativa. Sucedió ya en el pasado y acabó muy mal.
Se señala al enemigo (jueces, periodistas críticos, artistas, empresarios, inmigrantes, políticos, etc.) y a través de las redes sociales se busca el apoyo de la turba para fomentar el linchamiento de la persona o del medio. Diría que muchos políticos fomentan deliberadamente la cancelación de no-afines.
Otro ejemplo es el infame y aberrante concepto de cordón sanitario, para mí la idea más antidemocrática y abyecta que se ha introducido en la política española de los últimos años. La democracia se basa en el diálogo, la discrepancia respetuosa y el consenso. Que haya políticos que llaman al racismo ideológico es tremendamente irresponsable y tiene fatales consecuencias.
El triunfo del victimismo como actitud ante la vida y la imposición de una concienciación punitiva (la sociedad occidental es culpable de todo lo malo que sucede en el mundo y debemos autoflagelarnos) me llevaron a escribir este ensayo contra el suicidio occidental y la infantilización de la política.
También es cierto que no hay que instalarse en el pánico o en el derrotismo. Yo considero que aún se puede decir lo que se piensa. Sencillamente habrá una parte de la población que te ataque y luego pasará. Todo va rápido y pasa, incluso la crítica descarnada y los intentos de cancelación. “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar”, decía Machado.
Alessia Putin, la filósofa que desmonta la dictadura ideológica con su libro Cancelación. Manual contra la dictadura de la ideología, el pensamiento binario y el odio político.
Una brújula para desafiar la autocensura, sortear la hipocresía del pensamiento políticamente correcto y construir puentes en una sociedad polarizada. Público contra privado, empleados contra empresarios, mujeres contra hombres, ecologistas contra negacionistas. El pensamiento binario invade el espacio político-social y ofrece como única solución el victimismo y la revancha.
Los binaristas ahondan en las brechas de las identidades, de forma excluyente, para generar conflicto social y avivar las políticas del resentimiento y la venganza.
La autocensura, el miedo a expresar opiniones contra el pensamiento políticamente correcto y la furia de las masas ocultas bajo perfiles de redes sociales, fomentan la cultura de la cancelación, el racismo ideológico y el movimiento woke.
Cancelación se convierte en una brújula que identifica las dictaduras de las ideologías, el autoboicot occidental promovido en las universidades y el odio político, para ayudar a desactivarlos.
Desmonta, uno a uno, los mitos y los dogmas del falso progresismo y sus manifestaciones más iliberales: aquellas tiranías de las minorías, disfrazadas de compasión e igualdad, que solo buscan polarizar y levantar muros.
Cancelación es una oda a la tolerancia, al respeto y al diálogo que nos ofrece algo de esperanza y entusiasmo en medio de la esquizofrenia colectiva que nos rodea. Un manifiesto, detallado y fundamentado, que nos regala un mensaje optimista para las generaciones futuras e intenta frenar el suicidio de la sociedad occidental.
«Alessia nos propone una reflexión sobre el mundo que nos rodea y sobre las cosas que, según dicen algunos, deben ser consideradas normas básicas de ilustración y comportamiento. Al hacerlo, y para dar profundidad a la reflexión, describe con claridad a unos y a otros, y argumenta sólidamente las propuestas que deberían ayudar a evitar el convencionalismo y sus peligros». Javier Rupérez
Alessia Putin: «Desmontando la dictadura ideológica». Por Carla de La Lá.