El miedo es una emoción poderosa que saca lo mejor y lo peor de nosotros como seres humanos. En vencerlo está una de las claves para una vida satisfactoria.
El miedo es una emoción poderosa que puede ser determinante a la hora de condicionar nuestras vidas. Como dice Yoda, el sabio maestro Jedi de La guerra de las galaxias (1977): «El miedo es el camino hacia el lado oscuro: el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento, el sufrimiento al lado oscuro». Dicha saga encierra sabidurías ancestrales, muchas de ellas tomadas del mitólogo y escritor Joseph Campbell, quien fuera admirador del psicoanalista suizo Carl Gustav Jung.
Según parece, Campbell afirmó, tras ver La guerra de las galaxias, que su mejor alumno había sido George Lucas (este le consultaba asiduamente a la hora de elaborar sus personajes y tramas). Lucas aprovechó sus conocimientos sobre mitología y arquetipos para conectar mejor con el público.
Siguiendo la línea de pensamiento señalada por Yoda, podemos afirmar que el miedo lleva a la ira puesto que genera frustración, al servir de obstáculo a nuestra voluntad y a la realización de nuestros deseos.
Quien tiene miedo no es libre, sino que se halla esclavizado y es incapaz de materializar sus deseos íntimos, al tiempo que se ve distanciado de sí mismo y de la persona que puede llegar a ser.
Por ello, para alcanzar el bienestar es necesario aprender a enfrentar nuestros miedos, una tarea siempre difícil pero perfectamente posible. De hecho, toda nuestra vida, sobre todo durante la juventud, ha de ser construida en torno a una superación gradual y constante de diversos temores. Y la única manera de transcender ese miedo consiste en vivirlo, en transitarlo y atravesarlo.
Como reconoce la propia psicología, aquello que más tememos, a menudo, puede proporcionarnos nuestra mayor ventaja o recompensa.
Como dijo Virgilio, dando voz a la tradicional sabiduría antigua, «la fortuna favorece a los audaces».
Este proverbio no deja de tener gran valor, puesto que naturalmente son los atrevidos quienes tienen más opciones a la hora gozar de la vida, de alcanzar aquello que se proponen. Sin embargo, el valiente debe, también, saber aceptar la derrota, pues a menudo se topa con desenlaces no deseados: esa es ley de vida para aquel que consuma sus planes.
Hay que decir, por otro lado y como estableció Aristóteles, que el valiente no es un temerario sin más, sino alguien que tiene miedo pero se decide a enfrentarse a él. El temerario es quien que no tiene miedo a nada y se pone a sí mismo en peligro de modo arbitrario e innecesario.
Para Aristóteles, el justo medio sería la valentía, siempre entre dos extremos negativos como la cobardía y la temeridad. El valiente es quien sabe domeñar sus miedos. Esto implica que ha de aprender a lidiar en su vida cotidiana con esos temores incómodos.
Para Aristóteles, el justo medio sería la valentía, siempre entre dos extremos negativos como la cobardía y la temeridad.
Superar el miedo genera una sensación de liberación y bienestar sumamente agradable, de ahí que tanto Napoleón como Nietzsche identificasen la felicidad con la superación de obstáculos y el incremento de poder que uno siente al lograrlo.
De algún modo, ese es el sentido de la vida: mejorar nuestra condición al ir superando miedos y dificultades. En referencia a la mencionada frase de Yoda, diremos que el vivir valerosamente conduce a la felicidad, lo cual nos permite desintegrar la ira y comportarnos moralmente con otros.
Ser valientes nos hace más felices y, por tanto, mejores personas, puesto que gracias a nuestra autosatisfacción tendemos naturalmente a ser más agradables y buenos con otros. Es por ello que bien podríamos afirmar, de acuerdo con las ideas de Yoda, que la insatisfacción personal es el pecado original, el germen de muchas conductas inmorales, destructivas y dañinas, tanto para nosotros como para terceros.
Ser valientes nos hace más felices y, por tanto, mejores personas, puesto que gracias a nuestra autosatisfacción tendemos naturalmente a ser más agradables y buenos con otros.
Es por todo esto que siempre es necesario mantener el miedo a raya, cosa que solo se logra a través de acciones. Alguien dijo que «todo lo bueno está detrás del miedo», y no se equivocaba. Las oportunidades y los placeres nobles y sanos se encuentran siempre tras los caminos angostos y estrechos del temor.
Y esta enseñanza universal es algo que cualquiera puede corroborar de primera mano en cualquier momento. Para demostrar este axioma tan solo es necesario enfrentarnos a aquello que nos atemoriza. Encarar y superar esos sentimientos perturbadores es el camino exclusivo (no hay otro) hacia la libertad y bienestar emocional.
El poder del miedo. Por Iñaki Domínguez