La regla crítica: Una discusión de cojones. Don Justo bautizó sus testículos el mismo día que juró su cargo como presidente del Gobierno, poniéndolos a remojo en un bidé y llamándoles Agusto, a uno, y al otro, Disgusto.
Desde ese momento, y en nombre de los que piensan que para gustos y disgustos se pintan colores, decidió que siempre discutiría con ellos cualquier asunto y que todas sus decisiones serían tomadas por la unanimidad de sus santos cojones.
Una noche, Disgusto se despertó empapado por culpa de un sudor que soldaba los muslos a las sábanas de seda.
—¿Estás despierto? ¿Estás despierto? ¿Me oyes? ¡Despierta!
—¡Que no, coño, que no estoy despierto!
—¡Cómo que no, Agusto, si estás hablando!
—A ver, no me toques los huevos. ¿Qué pasa? —rezongó Agusto.
—No puedo dormir. Me siento horrible. Somos unos sinvergüenzas, unos hipócritas
y unos canallas. Somos despreciables. No hacemos nada de lo que deberíamos hacer,
nada de lo que dijimos que haríamos. Todo es una mierda y una puta mentira.
—Te equivocas, Disgusto. ¿Otra vez con eso? Te dije mil veces que las campañas
electorales no existen para decir cómo se va a gobernar sino para determinar quién
será el que gobierne. No te disgustes, Disgusto, ni te sientas mal e intenta dormir. Hazme
caso, cuenta espermatozoides y duerme. Venga, tranquilo, y no me seas señorito de
culo cagado. Duérmete.
—Vale, hasta mañana.
—¿Y los ciudadanos? ¿Qué será de ellos? ¿No importa lo que piensen? ¿Cómo
podremos mirarlos a los ojos? ¡No es justo, Agusto! —soltó Disgusto, antes de parpadear
una sola vez siquiera.
—Si los ciudadanos fueran políticos, lo entenderían, pero no lo son. El objetivo de
los comicios es llegar a ser presidente y después, si lo logras, ya harás lo que tengas que
hacer y dirás lo que tengas que decir. Y si hay que meter un gol con la mano para ganar
el partido, pues sacas la mano y lo metes. ¿Lo entiendes?
—Ya tendrás tiempo para justificarte con eso de que las circunstancias han
cambiado, para echar la culpa a los demás por no arrimar el hombro o para dejar claro
que estás trabajando en ello —insistió Agusto.
—Y ahora piensa en tus erecciones y olvida las elecciones. Tú no estás aquí para
educar al mundo. ¿Te queda claro? Venga, cuenta, duerme y descansa —volvió a
insistir.
—Gracias, Agusto. Ahora me siento mejor. Hasta mañana.
—Pero…
—Pero ¿Qué? ¿Qué ibas a decir? ¿Eh? Agusto, no me dejes así, joder.
—Nada, nada, que tienes razón, Disgusto, que todo es una mierda. Pero duérmete
de una puta vez.
Una discusión de cojones. La Regla Crítica por Carlos Penas
La regla crítica es un diálogo transversal entre las artes y miradas asombradas, inquietantes e incluso irrespetuosas, conocedoras del poder de la imaginación en la creación de identidades.