La adelfa blanca es una preciosa flor que se protege del entorno fabricando un potente veneno. Por eso también se la llama la flor del mal. La flor de la adelfa puede llegar a ser venenosa… como el amor de una madre.
Janet Fitch escogió este símbolo para dar título a su best-seller, convertido en película por el inglés Peter Kosminsky, sólo conocido por su correcta versión de Cumbres borrascosas.
Director: Peter Kosminsky. Guión: Mary Agnes Donoghue. Un elenco formado por Alison Lohman, Robin Wright Penn, Michelle Pfeiffer, Renée Zellweger, Billy Connolly, Svetlana Efremova, Patrick Fugit, Cole Hauser, Noah Wyle, Taryn Manning, Charles Constant y Marc Donato. Recaudó más de 21 millones de dólares partiendo de un presupuesto de 16 millones de dólares. Se trata de un guión adaptado de la novela «White Oleander» de Janet Fitch.
La protagonista es Astrid, una adolescente aparentemente frágil, que vive feliz con su madre, Ingrid, una fotógrafa artística de fuerte personalidad, a la que su marido abandonó hace años. La vida de estas mujeres da un giro hacia la tragedia cuando Ingrid asesina a su novio actual y es condenada a 35 años de cárcel. Desde entonces, Astrid pasea su soledad, su dolor y su desconcierto por diversas residencias y casas de acogida, siempre con resultados traumáticos por culpa de la presión indirecta que su madre sigue ejerciendo sobre ella.
Consciente de la melodramática dureza del argumento, Kosminsky lo desarrolla con un atractivo tono contenido, sobrio en su resolución visual y muy bien apoyado por una fotografía y una banda sonora sugestivas. Esta brillante envoltura se llena de vida gracias a las memorables interpretaciones de las cuatro actrices principales, que encarnan con impactante veracidad esta disección, cruda y confusa pero honesta, de las trágicas consecuencias de las rupturas familiares.
Los personajes:
Astrid Magnusson interpretada por Alison Lohman
Es una artista y capta las cosas desde esa perspectiva, es vulnerable pero está abierta a todo. Tiende a aclimatarse a cada nuevo ambiente. Se transforma en lo que su madre adoptiva espera de ella, como hizo con su madre verdadera, adaptándose a sus estándares, mientras intenta no disolver su personalidad completamente. Tardará un tiempo en conseguir la suficiente seguridad en sí misma para ser lo que de verdad quiere ser. Lo mejor de Astrid es su resistencia a la autocompasión y su fuerza para salir adelante.
Starr Tomas interpretada por Robin Wright Penn
La primera madre adoptiva de Astrid es una exbailarina de striptease reconvertida en fanática cristiana. Es una mujer dura, curtida, una persona que resulta finalmente peligrosa y vengativa, pero también dramática. Sus motivaciones para convertirse en madre adoptiva de Astrid son, en primer lugar, las ventajas económicas (son su única fuente de ingresos), aunque también existe casi otra tan importante; la redención. De un modo egoista, hace de la chica su tabla de salvación por haber pecado, por haber sido una alcohólica y bailarina de streptease. Astrid es su tercera hija adoptiva. Desde su perspectiva religiosa, cree que su filantrópico estilo de vida compensará su pasado.
Ingrid Magnussen interpretada por Michelle Pfeiffer
El comportamiento de Ingrid puede parecer a veces pura arrogancia. Es extremadamente narcisista, pero eso no significa que no quiera a su hija. Es difícil entender a Ingrid completamente, es un enigma incluso para sí misma. En cierto modo es una purista, es exigente y despiadada en todo aquello que se refiere a las esperanzas que tiene depositadas en su hija, aunque ésta sea todavía una niña. Lo que opina sobre las personas suele ser duro, pero tampoco se aleja mucho de la verdad. Dice cosas que la mayoría de las personas no dirían porque no son agradables, pero a Ingrid no le importa en absoluto la buena educación. Ella es inmune a las debilidades humanas.
Claire Richards interpretada por Renée Zellweger
Es otra de las madres adoptivas de Astrid. Representa una interesante dicotomía entre fragilidad y fortaleza. Es muy generosa y canaliza su fuerza y su autoestima entregándose a los demás. El marido de Claire no aprecia su amor por el prójimo, considera eso una debilidad. Astrid, por el contrario, le devuelve a Claire todo el cariño recibido por ella también está necesitada de amor y atención. Ambas disfrutan sintiendo que son lo más importante para otra persona por primera vez en sus vidas. Eso le aporta a Claire una razón para vivir, pero también provoca fricciones con su marido.