Un concurso musical de lo más cutre, donde todas las canciones suenan igual y se olvidan en segundos.
Eurovisión, el festival más hortera del mundo. Mentiría si no dijese que se me escapó una sonrisilla irónica el domingo en el desayuno cuando me enteré de que Nebulosa, el grupo que por lo visto representaba a España, quedó en una ridícula y humillante posición 22 en Eurovisión. No voy a decir que me alegre, porque eso sería desear el mal ajeno… pero casi.
Sé que muchos estarán pensando: ¿A quién le importa Eurovisión? Es un festival súper hortera que parece sacado de Telecinco: las canciones son horteras, los trajes de los cantantes son horteras, los presentadores de Eurovisión son horteras, y sus diálogos también son horteras. Incluso los efectos de luz y la iluminación son horteras.
Eurovisión, el festival más hortera del mundo. Y el público, ya ni te cuento. Los ves totalmente adoctrinados con sus banderitas, gritando y agitando las banderas de cada país… un espectáculo terrible.
La situación resulta muy graciosa, porque todo el mundo quiere que gane su país, incluso cuando todo el mundo sabe que la canción de su país es una mierda, pero todos quieren que gane su país, aunque sea una puta mierda. Perdonad que use palabrotas, pero es que a veces me salen así, no puedo evitarlo. No me gusta decir muchas palabrotas, pero, bueno, a veces sí.
Una fiesta hortera europea de la alegría, un concurso de nalgas y látex dónde los saltimbanquis se adueñan del escenario para disimular sus limitaciones musicales. El éxito de festivales como Eurovisión son un reflejo de una sociedad fracasada y totalmente acabada.
Por cierto, el predecible batacazo que nos metimos en Eurovisión lo estamos pagando con nuestros impuestos, te lo recuerdo.
Por Leonardo Lee