La sexualidad como castigo es la expresión del sufrimiento que viven las personas con HIV, algo que ha experimentado en su propia piel el pintor Nacho Hernández.
La pintura visceral de Nacho Hernández. El HIV es una enfermedad que se contrae en un contexto de sexualidad libre, de un amor en el que no se hace daño a nadie y con esta premisa nació La sexualidad como castigo, como la expresión del sufrimiento que viven las personas con HIV.
En mi opinión, no hay nada malo en una sexualidad libre y promiscua, porque en las relaciones de sexo sin amor también amas, aunque sea sólo por unos instantes. No obstante, las personas seropositivas vivimos con un estigma. Somos juzgados y parece que en cierto sentido merezcamos un castigo.
Por ello, el pintor juega con la imagen de Hitler como la representación más alta que existe del mal y de la crueldad del ser humano. Su interrupción en la historia provocó un cambio rotundo en el concepto del arte contemporáneo, que se hizo más introvertido y austero, afectando incluso, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, a la música.
Decidí tomarlo como punto de partida; le desnudé y despojé de su imagen para hablar de una sexualidad promiscua, que deriva hacia enfermedades. Una forma de expresarse sexualmente que nuestra educación judeocristiana castiga, condena y juzga, con más intensidad a medida que tu conducta se confunde con cierta alusión a una sexualidad turbia y oscura como pueda ser el BDSM.
Así, trabajé sobre la figura de la maldad y de la culpa combinándolas con cuerpos con malformaciones congénitas inspirados en los cuerpos freak del circo americano, del filme de Tod Browning La parada de los monstruos (1932).
Nacho Hernández nace en León y crece en Valladolid, pero su formación como pintor la llevará a cabo en la Escuela de Bellas Artes de Salamanca. Ahora trabaja y reside en Barcelona. Su obra pictórica toma como punto de partida el dibujo que realiza a partir de fotografías tomadas por el mismo.
Para estas utiliza como modelos tanto personas de su entorno más próximo, incluso familiar, como gente que encuentra o conoce por la calle. A partir de estas imágenes organiza composiciones en las que se aprecia su interés y conocimiento de la pintura clásica, aunque puesta al servicio de una visión subjetiva y personal y absolutamente actual.
La pintura visceral de Nacho Hernández. Hitler como representación del estigma de ser VIH positivo
El artista es consciente de la repercusión que puede tener utilizar la imagen de un personaje tan ‘potente’ a todos los niveles: “Hitler me parecía un personaje al límite de la condición humana, una figura muy interesante con la que trabajar. Nombrarlo no solo no deja indiferente a nadie, sino que genera sentimientos de censura y repulsión.
La obra de Hernández está realizada en óleo sobre lienzo y abundan los grandes formatos en los que los personajes retratados miran siempre al espectador. En ocasiones utiliza como referencia o incluso como modelo personajes históricos o de ficción. Y es que su pintura, a pesar del realismo formal, tiene un evidente carácter simbólico.
El artista no pretende reflejar la realidad ni reproducirla sino utilizarla para representar y comunicar aspectos de su propia biografía. En su caso ésta se mueve siempre entre los tradicionales extremos de lo carnal y lo espiritual, el eros y tanathos del mundo clásico, puestos al día con una estética que busca la identificación, pero también la confrontación con el espectador.
Es como si mostrándonos algunos de sus secretos, sus culpas y sus deseos, buscará exponer también los de aquellos que admiran su obra.
La pintura visceral de Nacho Hernández. Por Silvia García