La RAE define “anatomía” como “estructura y forma de los seres vivos y las relaciones entre diversas partes que los constituyen”
Me preguntaba el motivo del título y, ahondando un poco, se llena de significados. En realidad, no se trata de reconstruir la forma en la que cae el cuerpo de Samuel desde el ático. Pero también. No se trata de entender la caída de una relación entre dos personas que conviven, que se quieren o se necesitan, que tienen una historia de dolor que les une. Pero también. No hablamos de diseccionar a una mujer que en un instante se queda sin su pareja de una forma dramática, después de recién llegar a una casa y a un país. Pero también. Todo este engranaje constituye la anatomía y, por supuesto, la caída.
La cineasta Justine Triet se convierte en la tercera mujer en ganar la Palma de Oro con su elegante y complejo drama judicial
Relativa sorpresa en Cannes. Anatomía de una caída, de la cineasta francesa Justine Triet, ha ganado la Palma de Oro del Festival, otorgada por el jurado presidido por el sueco Ruben Östlund. No era la gran favorita, pero es una película que sencillamente gustaba a todo el mundo. Anatomía de una caída es un elegantísimo drama judicial sobre la muerte de un hombre tras caer del segundo piso en su chalet de los Alpes franceses. Su mujer (Sandra Hüller) es acusada como única sospechosa posible. A partir de ahí, la auténtica disección es la del matrimonio, las insatisfacciones vitales, y la propia justicia.
Empezamos bien porque lo explícito y previsible, es eso.
Vamos adentrándonos en una realidad compleja en la que se mezclan parcelas de madurez… Samuel, el marido de la protagonista, presenta una madurez culpable, avisadora, con infinitos miedos y renuncias. Al final, todos elegimos y quizá nuestros miedos son los padres de nuestros fracasos. Daniel, el hijo, a pesar de su edad, demuestra una madurez inusual capaz de contradecir lo que le propone la institución que vela por él. Daniel ve otro aspecto de su padre, descubre cosas del mundo, se cuestiona las cosas constantemente dando categoría a la inteligencia más elevada. Despierta del letargo de la niñez, madura quizá demasiado pronto pero eso no se elige, se ejecuta. Podría haberse refugiado en la protección que le ofrece el sistema. Y elige saber. Ocurre entonces que escenas cabizbajas, ocultas, nos miran de frente en algún momento. Ni siquiera sabemos si fueron exactamente así pero lo fueron para nosotros. El testimonio inocente de Daniel, decide. Y Sandra, una mujer que parece dominante, inflexible, egoísta. O esa es la imagen que de ella presentan otros. Su temple a pesar de las dudas que se vierten sobre ella. La calma a pesar del fiscal que interpreta y manipula, cuyo personaje es extraordinario.
La cineasta francesa Justine Triet disecciona un misterioso caso con varias versiones contradictorias en esta cinta protagonizada por la extraordinaria Sandra Hüller. ¿Qué pasa cuando uno está viviendo una catástrofe y tiene que demostrar al mundo su inocencia? Porque no nos juzga una mala lengua, no un vecino, sino el Estado, los medios… ¿Cómo se recupera alguien de esto? Si se recupera.
Un cuerpo ha caído desde un ático en obras y ha de caer una máscara: una caída física arrastra una caída psicológica, y entonces el film se convierte en el estudio clínico de una subjetividad femenina, como ya lo eran, a su manera, ‘Los casos de Victoria’ y ‘El reflejo de Sibyl’.
Silencio, oscuridad, silencio (S.O.S.) La literatura del frío. La nieve es inodora y ahí, entre los cristales de hielo, el tiempo tiene otra cadencia. Quizá amparados por ese blanco impoluto, parecen sobrar todos los adornos y excesos emocionales. Sandra es contenida, sería redundante decir que es fría. Los sentimientos se le quedan ahogados, helados antes de salir y se detienen justo en ese momento. Solo está dibujada la posibilidad de expresarlos en alguna de las grabaciones.
En la vida todo es portátil. A nuestro alrededor pasan muchas cosas todo el tiempo. Y la apreciación de ellas es parcial o nula. Siempre selectiva.
El poso que me queda es una reconciliación con la democracia, con una justicia que funciona sin emociones, objetiva. Y, aunque no lo reconocieron, creo que hubo intento de seducción con la chica de la entrevista.
‘Anatomía de una caída’ de la cineasta Justine Triet. Texto: Rosario de Gorostegui