El libre albedrío es una ilusión o, al menos, eso prueba en su tesis el profesor de neurología y biología el científico Robert Sapolsky en su nuevo libro. ¿Qué dirían los replicantes al respecto?
El ser humano no tiene libre albedrío. El concepto del libre albedrío ha sido debatido por numerosas ramas de las ciencias sociales a lo largo de la historia y, como una de las preguntas metafísicas que nos ronda la cabeza a todos los seres con conciencia, también ha sido tratado en numerosos relatos de ficción.
¿Quién no recuerda la lucha entre los replicantes y los humanos en Blade Runner precisamente por reivindicar su derecho al libre albedrío?
El científico y escritor estadounidense Robert Sapolsky se habría convertido en su mayor enemigo si sus conclusiones se hubieran inscrito en la obra de Philip K. Dick, porque acaba de desmentir la existencia del libre albedrío.
Tras décadas de investigación, Sapolsky ha concluido que el libre albedrío no es coherente con lo que sabemos de la biología y la neurociencia, las dos ramas en las que este científico es experto y que enseña como profesor en la Universidad de Stanford.
De acuerdo con su tesis, que presenta en el libro Determined: A Science of Life Without Free Will: “El libre albedrío es un desafío audaz a las creencias fundamentales que sostienen la percepción humana de la moralidad y la autonomía”.
Sapolsky argumenta que cada acción, cada elección que tomamos no es realmente libre ni genuina, sino que está inexorablemente moldeada por factores que se escapan a nuestro control.
El ser humano no tiene libre albedrío. “No cambiamos nuestras mentes. Nuestras mentes, que son el producto final de todos los momentos biológicos anteriores, son cambiadas por las circunstancias que nos rodean”.
Factores incontrolables a nuestra voluntad como la historia personal, nuestras raíces, la ecología humana y la comunidad nos impiden ser libres por completo, porque entre ellas se entreteje una red que dicta cada movimiento y pensamiento que tenemos.
Para Sapolsky, creer en el libre albedrío carece de sentido y es una ilusión persistente que, paradójicamente como a Truman, nos impide ver la realidad de nuestra existencia, una existencia en la que todo está dictaminado de una forma u otra.
Pero, si no tenemos poder sobre nuestras propias decisiones, ¿dónde quedan la justicia, el sistema judicial y el concepto de “inocente” y “culpable”? De acuerdo con el investigador, la “culpa” y el “castigo” son conceptos obsoletos que han sido reemplazados por un sistema que conoce todas las variables que pueden llegar a convertir a alguien en “culpable” y lo culpabilizan y tachan como tal siempre y cuando represente una amenaza para el resto.
Lejos de la ola pesimista que parece lanzar Sapolsky con su libro, el científico hace con su conclusión un llamamiento a la empatía y a la tolerancia al prójimo.
Si somos capaces de entender que no existe el libre albedrío y nadie elige nacer con unas condiciones determinadas que le llevan a ser de una manera concreta, entonces, debemos ser empáticos con ese individuo y ponernos en su lugar, comprenderle.
¿Qué pensarían los replicantes de las teorías de Sapolsky? ¿Somos, en realidad, tan libres como creemos?
El ser humano no tiene libre albedrío. Por María Toro