La despersonalización, la burocracia sin sentido y el individuo ahogado en la burocracia forman algunas de las aristas de lo «Kafkiano», un adjetivo que dice mucho del presente
¿Qué significa lo «Kafkiano» usado como adjetivo? ¿A qué nos referimos exactamente cuando decimos que una situación es «kafkiana»? La referencia al narrador checo Franz Kafka ha entrado en el lenguaje popular y se utiliza muchas veces de manera indistinta para referirse a algo que provoca estupor, impotencia, y que está vagamente asociado con lo absurdo.
Una definición más precisa de lo kafkiano es la que da el escritor Noah Tavlin en esta animación producida por TedEd, donde lo kafkiano se explica a partir de narraciones como El proceso, Un artista del hambre, La metamorfosis y Poseidón; el argumento de Tavlin es que Kafka, como empleado de una compañía de seguros, conoció a fondo los instersticios de la burocracia y que lo kafkiano se refiere a dichos «laberintos», que tienen un efecto trágico y cómico a la vez.
Un ejemplo es el relato Poseidón, donde el mítico Dios griego de los océanos se nos presenta como un ejecutivo ahogado entre papeles, incapaz de salir a conocer sus dominios ya que «no está dispuesto a delegar nada de trabajo… pues cree que todos son incompetentes para la tarea. El Poseidón de Kafka es prisionero de su propio ego».
Como ocurre con otros autores que entran a la categoría de «clásicos» (esos de los que se habla más de lo que se les lee) Kafka rejuvenece cada vez que nos acercamos a su obra, ya que a pesar de que muchos relatos suyos están a punto de cumplir un siglo de haber sido creados el mundo actual nos da numerosas situaciones de alegre desesperación, de impotente esperanza, en fin, situaciones kafkianas por derecho propio.
Kafka no era un científico; ni un jurista. Era un artista, era un poeta, era un filósofo, era un sociólogo, era un escritor. Kafka al igual que el Golem del rabino Judah Loew, conocido como el Maharal de Praga, era un ser buscando su propio ser, aunque para nada torpe, Kafka era una extraña creación y su creación es como de otro universo, quizá paralelo.
El término “kafkiano” se refiere a ese universo alterno, extraño, inmerso en sensaciones misteriosas. El desasosiego, la falta de esperanza y un estupor que deja la misma paradójica y absurda situación. Franz Kafka, es un exponente de la literatura universal, imprescindible para cualquier curioso o docto en el tema literario. Su legado es al igual que lo fue su ser, un mítico descontento social, un imprescindible y sucedáneo trascender por los niveles de una vida llena de vacíos y de enigmas.
Kafka, judío y checo; romántico, melancólico y nostálgico, y en búsqueda de sí mismo. En una búsqueda constante, que muchos de sus lectores; sienten reflejada en sí mismos. Esa sed de vivir y a la vez perecer en el intento, podría convertirlo en aquel desagradable insecto, en el cual se convirtió Gregor Samsa, en su célebre novela: Metamorfosis.
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¿Qué significa lo «Kafkiano» usado como adjetivo? La obra de Kafka es todo un periplo, va desde la ficción hasta la más cruda realidad.
El existencialismo, hace parte de su obra, también el surrealismo. En determinados momentos, la severidad tanto física como psicológica y la crueldad a la que esto puede conllevar, finalmente descansa en la culpa. Antiburocrático, en una lucha incesante contra el poder —representado psicológicamente por la relación con su padre— podría considerarse incluso anarquista. Dejó plasmado en su diario esta frase: “Dios no quiere que yo escriba, pero tengo que hacerlo”. Aunque después de escribir deseaba eliminar siempre cualquier evidencia de su obra. La misma que se convertiría en su mítico e invaluable legado.