“Descubrí que podría hacer fotos de las cosas que tenía dentro de mi cabeza, de cosas no tangibles, y que no dependía de mi capacidad de dibujar”.
Jo Ann Callis y la otra sensualidad. Pero ese tema, ya sea la sexualidad o la sensualidad, ha sido constante en todo su trabajo. Incluso cuando hace fotos de objetos los miro como si pudiera acariciarlos con los ojos. Jo Ann Callis explora la sexualidad jugando con la proximidad, los cuerpos desnudos y los objetos cotidianos; envuelve a sus modelos con tejidos y cuerdas, y las sitúa en escenarios comunes.
Pero sin saber cómo ni por qué, el espectador se siente atraído y a la vez molesto; obligado a mirar de muy cerca una escena íntima e incómoda.
Jo Ann Callis y la otra sensualidad. Obligado y molesto porque los retratos de Callis tienen esa sordidez que atrae de forma involuntaria, como si buscásemos descifrar algún enigma oculto entre las pocas piezas que aparecen.
Y nos empujan a cuestionarnos los límites y reflexionar sobre lo íntimo y lo privado, e incluso sobre nuestra propia sexualidad.
En “Other Rooms” se recogen los trabajos de Callis de mediados de los años 70, tanto sus fotografías en color como en blanco y negro.
Sus composiciones y sus colores pueden recordar a Guy Bourdin, pero aquí no hay nada que publicitar: la frivolidad de la moda queda sustituida por el erotismo puro.
Las facciones furtivas y ocultas por sombras, posturas o por la decisión directa de la fotógrafa de dejar las caras fuera de plano añaden un factor de misterio y provocación.
Esa «decapitación», explica Prose, «refuerza nuestra sensación de que estamos viendo abstracciones», como si cada modelo fuese «un pecador desnudo o un ángel vestido de blanco escondido entre las hordas de los condenados o salvados en una pintura flamenca».
Jo Ann Callis y la otra sensualidad. Por Rose Sioux