En numerosas novelas y en la cultura popular, la nieve es la guardiana de los recuerdos. Bajo su manto blanco, los recuerdos perduran en la tranquilidad del paso del tiempo, siendo testigos de nuestro pasado y nuestros orígenes.
Remus Grecu: Praying for the snow. La nieve lleva consigo un mensaje de esperanza, ya que su fuerza conservadora transmite el poder de un nuevo comienzo surgido de la sensación refrescante de una alternativa positiva que aparece en el horizonte; la nieve derretida revela un nuevo mundo aún inmaculado, listo para ser coloreado con colores brillantes bajo el primer sol de la mañana.
Sin embargo, el calentamiento global es la causa de una serie de eventos extraordinarios que han resultado en una disminución de las nevadas, y debemos asumir que en el futuro habrá cada vez menos nieve y hielo, y que los inviernos serán efímeros. Estamos viviendo en un entorno considerablemente más cálido que hace unas décadas, lo que nos obliga a vivir en un estado perpetuo de calor e incomodidad, anhelando una bocanada de aire fresco. Desafortunadamente, este sentimiento refleja la percepción más amplia de la vida moderna, que hoy en día es más fragmentada y plagada de crisis socio-políticas, de salud, climáticas y otros desafíos.
La nueva obra de Remus Grecu surge de este deseo de esperanza y enfatiza, a través de un ingenioso paralelismo con la nieve, el sentido de la extinción inminente y la permanencia efímera de todo lo que impregna varios aspectos de nuestras vidas.
La nieve es como un organismo vivo al borde de la extinción, y con razón, ya que la nieve es vida, su ciclo generativo da paso a un mundo puro y nuevo, cargado con la promesa de un futuro mejor. Remus Grecu investiga la desaparición del mundo tal como lo conocemos y la extinción de los seres vivos en colectividad a través de la desaparición de las tradiciones y rituales sociales, las tradiciones folclóricas y la relación con la naturaleza, que solían unirnos y otorgarnos nuestra identidad.
La civilización global de hoy en día ha alcanzado un punto tan alto de liberación individual que su propia continuidad como sistema colectivo, o al menos una conexión profunda con algo más allá del «yo», está en peligro. De hecho, la gran ambición occidental por la liberación humana, que va de la mano con el proceso de individualización, parece haber alcanzado el punto máximo de ese camino que, desde la antigüedad post-tribal hasta la hipermodernidad actual, atestigua la primacía del individuo y su felicidad tanto sobre la comunidad como sobre la especie, sancionando el fin de una civilización milenaria, a merced de amenazas globales y en particular del desastre climático que declara su extinción, y tal vez la especie humana sobreviva, pero habrá que ver qué ecosistema quedará para ella.
El recurso de la nieve como paralelismo de la desaparición (de la propia nieve, de las tradiciones que nos unen, de la colectividad, del contacto con la naturaleza, entre otras omisiones) y el consiguiente mensaje de esperanza en la pureza de la nieve para un nuevo comienzo, son así un teatro perfecto para los personajes que habitan las obras recientes de Grecu.
Remus Grecu: Praying for the snow. Personajes fantásticos, míticos y casi mágicos, suspendidos en el delicado tiempo de la nieve, que no extingue las cosas que desaparecen, sino que las preserva en su desaparición, esperando tiempos mejores.
Aparecen casi como chamanes en este momento, guardianes de la realidad bajo la nieve, que quizás, en un ritual propiciatorio, caminan, se mueven y tal vez bailan en una oración para que la nieve regrese y no desaparezca, para que todo se conserve y proteja bien, y al derretirse revele un mundo puro y nuevo que brinde una nueva esperanza, ahora casi perdida, para un futuro mejor.
Estos personajes se presentan ahora como figuras fuertemente positivas, adornados con ropas llamativas y llenas de colores brillantes tomados de la tradición cultural. Ellos llevan consigo los elementos perdidos de un mundo próspero y unido en otro tiempo. Comenzando con un elemento universalmente importante que llama inmediatamente la atención, sus trajes, y más aún, están adornados con elementos provenientes del antiguo folclore, como rayas coloridas que están presentes en todas las escenas de Grecu y hacen referencia al concepto del árbol de los deseos.
En diferentes culturas alrededor del mundo, se crean árboles de los deseos donde las personas escriben, dibujan o comunican sus deseos, esperanzas y sueños en tiras simbólicas que, como ofrendas, se atan a los árboles con la esperanza de que sus deseos se cumplan. Incluso parece como si estos personajes, en un movimiento mágico antropomórfico y mitológico, pudieran convertirse en los propios árboles, y en una conexión aún más profunda con la naturaleza, ofrecen sus oraciones a la nieve, a la naturaleza.
Este elemento también se enfatiza con las figuras antropomórficas de osos que pueblan los entornos de Remus Grecu, figuras nuevamente tomadas de la tradición, que aquí simbolizan la profunda conexión con la naturaleza y el respeto necesario para vivir en armonía con ella, como si fuéramos la hoja de hierba, el propio oso, la tierra y el cielo, ya que todo está en una conexión armónica y la extinción depende de cada acción individual.
Si la esencia de la nieve radica en su posibilidad positiva de preservación, disolución y generación, en la imaginería de Remus Grecu, su actitud inherente resulta en un paralelismo con la vida misma. Es como un destino que se cumple al vivir, a través de contar historias y escribir sobre la historia del ser humano en el espacio de una hoja de papel en blanco.
A través de la nieve, estos personajes míticos, antiguos y actualizados al mismo tiempo, buscan redescubrir un sentido de identidad como seres humanos, de espacios y tiempos antiguos, de comunidad, menos transmitido por prótesis tecnológicas, donde los cuerpos se relacionan entre sí y con el entorno natural y humano de formas más directas.
Retrazando fragmentos de ese trasfondo social, una red de relaciones personales basadas en el compartir horizontes de significado y una confianza generada por la activación de una voluntad de supervivencia que fue un factor dominante en tiempos de agregaciones humanas organizadas en forma de comunidades, antes de las grandes revoluciones que marcaron el advenimiento de lo moderno y que constituyeron el tejido económico y cultural delineado por la civilización rural, ahora superado por el carácter impersonal e intercambiable de la nueva lógica social.
Así, se redescubre el sentido de encuentro, y en el silencio blanco se aprecia el valor de la oración, la ayuda mutua, la escucha y la narración de historias que eran tan comunes entre las familias agrícolas, quienes lo practicaban como una necesidad concreta para la continuidad de la memoria y la identidad, intentando preservar los recuerdos para el nuevo y mejor mundo por venir, tal como lo hace la nieve.
Remus Grecu: Praying for the snow. Por Alice Zucca