No tengo ninguna intención de provocar, pero sí de remover las entrañas.
Enrique Marty y cuando lo familiar nos resulta inquietantemente extraño. Lo perverso, lo cruel, no están en mi obra, sino fuera, justo donde termina físicamente, en la emoción que genera. Ahí empieza la crueldad de verdad. Lo que ve el espectador es lo que lleva dentro. En realidad, lo que pretendo ser es un espejo.
Dejando a un lado la cruda bofetada de sus obras de la primera década del siglo, en cada exposición el gesto de Marty sobre el espectador cambia, buscando desorientarle con el virtuosismo formal de una representación cargada de símbolos aparentemente desquiciados que le impulsen a observar las obras detenidamente literalmente con lupa en el caso de las pinturas para ser introducido en un ambiente repleto de misterios, incógnitas y quién sabe si terrores.
Pinturas a modo de cámaras de maravillas o esculturas repletas de ironía y crítica advierten de que algo raro y quién sabe si ajeno a sus protagonistas ya ha sucedido o está a punto de suceder.
Los protagonistas en la obra de Enrique Marty han abandonado la superficie vana del tópico para adentrarse en situaciones malditas, violentas y grotescas.
A pesar de ese cambio de estrategia, permanece constante el interés del artista por explorar el lado siniestro y absurdo de las estructuras de comportamiento social e individual que ya planteara en proyectos como “La Familia”, presentado en el Museo Reina Sofía en 2000 o los más recientes mostrados en los museos Patio Herreriano, Barjola o Lázaro Galdiano, la Kunsthalle de Mannheim o las galerías Deweer o Keteleer en Bélgica.
La obra de Enrique Marty (Salamanca, 1969), a menudo controvertida por la potencia y frescura de su expresión o por los temas tratados, mezcla diferentes medios para componer impactantes escenografías. En ellas explora lo siniestro, esas situaciones en las que lo familiar nos resulta inquietantemente extraño. Sus protagonistas, casi siempre sacados de su entorno inmediato, han abandonado la superficie vana del tópico para adentrarse en situaciones malditas, violentas y grotescas.
A través de su obra, Enrique Marty nos sacude e incómoda al enfrentarnos con personajes y escenas que han perdido su tranquilizador aspecto cotidiano para desplazarse al terreno teatral del esperpento y la sátira. Lo absurdo, la tensión y la angustia soterrada afloran en su trabajo, desestabilizando la realidad convencional.
Enrique Marty y cuando lo familiar nos resulta inquietantemente extraño. Texto: Rafael Doctor