Brian Eno está de regreso con ‘Forever and ever no more’, después de cinco años de ausencia, para volver a sentir el encanto del mundo
‘Forever and ever no more’: el nuevo disco de Brian Eno, el cual será lanzado oficialmente el 14 de octubre, pero ya ha dado a conocer un track, una pieza sublime que compuso para este performance en el Acropolis.
El disco tiene diez canciones, la mayorías de las cuales son cantadas por él mismo, aunque cuenta con colaboraciones de Jon Hopkins, Leo Abrahams y Roger Eno.
Brian Eno es quizás quien mejor ha logrado incorporar la música electrónica a ciertos aspectos que antes se asociaban con la música culta o clásica para crear un nuevo género popular, melancólico y contemplativo, lleno de espacio para soñar. Consistentemente, interesado lo mismo por la belleza del sonido que por su innovación, Eno ha sublimado las atmósferas para crear estructuras de exploración creativa.
Algunos lo consideran el «padre del ambient», pero su multifacética carrera lo ha visto también formar grupos de rock y crear simplemente algunas de las canciones más bellas de las últimas décadas de la música, como «By This River».
Es en este tono que se inscribe la presentación de su sencillo There Were Bells, una canción, con ciertas atmósferas luminosas, pero que es sobre todo un tema emocional, desgarradora y a la vez sutil (lo cual parece contradictorio, pero no en Eno).
Eno es sin duda un enorme compositor de melodías y letras. Y aquí tenemos casi una letanía, un testimonio suplicante ante una belleza mortecina.
Eno es también un filósofo de la música y el arte, y para su presentación compuso este pequeño, pero enormemente lúcido texto:
Como todos los demás –excepto, aparentemente, la mayoría de los gobiernos del mundo– he estado pensando en nuestro futuro precario, cada vez más angosto, y la música creció de estos pensamientos.
Quizá es más apto decir que he estado sintiendo sobre ello… y la música creció de los sentimientos. Aquellos de nosotros que compartimos nuestros sentimientos estamos conscientes de que el mundo está cambiando una gran velocidad, y que muchas partes están desapareciendo para siempre… de aquí el título.
No son canciones de propaganda que te dicen qué creer o qué hacer. Son sólo la exploración de mis propios sentimientos. La esperanzada de que te inviten a ti, escucha, a compartir esas experiencias y exploraciones.
Me tarde en abrazar la idea de que los artistas en realidad son mercaderes de sentimientos. Los sentimientos son subjetivos. La ciencia los evita, porque son difíciles de cuantificar y comparar. Pero los «sentimientos» son los inicios de pensamientos, y los tenderos a largo plazo de ellos, también.
Sentimientos son todo el cuerpo reaccionando, seguido antes de que el cerebro consciente se asiente del todo, y seguido también con un lente amplio que abarca más campo que el cerebro consciente.
El arte es donde nos familiarizamos con esos sentimientos, donde los notamos y aprendemos de ellos -aprendemos lo que nos gusta y no nos gusta- y de allí se empiezan a transformar en pensamientos que pueden accionarse. Los niños aprenden a través del juego, los adultos juegan a través del arte.
El arte te da un espacio para «tener» sentimientos, pero viene con un interruptor: puedes cerrar el libro o salir de la galería. El arte es el lugar seguro para experimentar sentimientos -alegres o difíciles. A veces esos sentimientos son sobre cosas que anhelamos, a veces son sobre cosas que queremos evitar.
Esto cada vez más convencido que nuestra esperanza de salvar el planeta yace en que empecemos a tener diferentes sentimientos de él: tal vez reencantarnos por la asombrosa improbabilidad de la vida; tal vez si sufriéramos remordimiento e incluso vergüenza por lo que hemos perdido; tal vez si sintiéramos excitación por los retos que enfrentamos esto sería posible.
En breve, debemos de enamorarnos otra vez, pero ahora con la Naturaleza, con la Civilización y con nuestras esperanzas de cara al futuro.
Forever and ever no more’: el nuevo disco de Brian Eno. Por John Headhunter
Pero qué imbecilidad seguir vendiendo palabras vacías como «futuro», «esperanza»… Es de ser realmente idiota.