La actriz, escritora y locutora de radio Ayanta Barilli cree que el talento lo limitamos nosotros mismos.
Elegante, coqueta, sofisticada. La imagen de la periodista y escritora Ayanta Barilli (Roma, 1969) refleja la tranquilidad y la alegría de estar bien con una misma y de disfrutar de cada detalle de la vida. Una vida que no siempre es fácil y que puede llegar a ser de lo más ruda sin motivo aparente.
Por formación y experiencia vital, Ayanta Barilli premio Planeta 2018, tiene mucho que contar sobre el talento y sobre la vida. Hija del escritor Fernando Sánchez Dragó, nació y se crió en Roma. Estudió danza clásica con Victor Ullate y Arte Dramático con Zulema Katz. Ha presentado programas de televisión e interpretado películas como Don Juan en los infiernos o Amo tu cama rica.
Si hubiera nacido hombre hubiera escrito el doble de libros.
Ayanta Barilli
¿Qué es exactamente la literatura femenina? Para Ayanta, y desde su educación privilegiada culturalmente comparte que hace falta mucha más normalidad a pesar de la existencia de la «cuota rosa» y desea que algún día se deje de hablar de ello, «sobre todo cuando me preguntan o dan por hecho que hago libro para mujeres». Actualmente la cultura está en mano de las mujeres, al menos el 80% consume teatro, música, novela, etc y todavía se preguntan si la literatura es femenina, ¿por qué no se hacen la pregunta de si es masculina?
Entrando en una parte más personal, Ayanta Barilli diferencia entre ganar y perder. La sociedad le da mucho peso a ganar y perder y Ayanta comparte que ha perdido muchísimas más veces que ganado. «Desde pequeña siempre pensé que no llegaría a cumplir los objetivos».
Con la sensibilidad de perdedora se va desarrollando una sensibilidad hacia uno mismo y el entorno.
Ayanta Barilli
Ayanta continua diciendo que esa sensibilidad es el caldo de cultivo perfecto para la creatividad. Ha sido muy beneficioso sentirme perdedora para después jugar una partida importante. Yo no me creo que los factores sean sociales, la responsabilidad es de cada cual. Si quieres hacer algo, hazlo. Las editoriales están deseando encontrar libros buenos.
Ayanta Barilli: «Siempre me ha gustado más el pasado» Entrevista a la escritora que actualmente dirige el programa A Media Luz de esRadio.
¿Qué tipo de escritora es? Los escritores somos unos maniáticos. Soy de escribir al alba, cuando el cuerpo y el día es nuevo. Escribo por capas: la primera página la voy afinando y repasando. Puedo estar meses en la misma página, intentando que salga de ese folio toda la potencialidad que tiene. Y, mientras, voy avanzando y escribiendo más. Es parecido a una escultura que, poco a poco, va saliendo la forma de un trozo de mármol. Además, soy muy lenta.
¿Por qué ha tardado tres años en publicar la siguente novela tras quedar finalista del premio Planeta en 2018? Tres años tampoco es mucho. Escribir es algo muy complejo y fatigoso. No vivo de la literatura porque en este país no se puede; muy pocas personas lo hacen. Además, tengo un programa de radio diario de tres horas [el magacín cultural A media luz en esRadio] y una vida muy compleja.
¿Cómo saca tiempo para escribir con un programa diario en la radio? No duermo. El tiempo es algo finito y me he acostumbrado a dormir muy poco. Aprovecho mucho el tiempo, trabajo los fines de semana y en vacaciones. No puedo evitar hacerlo porque tengo la necesidad de escribir. Si no lo hago, me voy sintiendo mal.
En su novela «Una mujer y dos gatos» reivindica la rebeldía. No reivindico nada. Cada uno que haga lo que quiera. Cuento lo que me pasa a mí. La rebeldía es una consecuencia de la desobediencia; soy una desobediente y una mentirosa, sin ninguna duda. Para avanzar en el camino de la vida, se dan unas circunstancias que hacen que estas dos facetas de mi carácter salgan.
¿Ante qué hay que rebelarse hoy? Ante todo. Hay que desobedecer a todo aquello con lo que uno no está de acuerdo. Hay una corrección política que dice que hay que hablar así y respetar determinadas leyes… La ley está en mí misma e intento hacer lo que considero oportuno, sin dañar a nadie, por supuesto.
Hay, incluso, una manera oficial de ser feminista y quien se sale de ahí, mal va. Hay muchos feminismos ahora mismo, tantos que yo ya estoy completamente perdida. Solo conozco mi feminismo, no el que dicen por ahí o por allá. Mi feminismo consiste en ser una mujer independiente y evitar a toda costa cualquier tipo de maltrato, acoso o minusvaloración de mi persona.
«Me he convertido en una delincuente. Todo lo que pienso y deseo es ilegal», dice en su novela. Es exactamente lo que me ha pasado en los últimos tiempos. Se han dado unas circunstancias insólitas que han acotado mucho las libertades y me he sentido así; creo que no soy la única. Y por eso he obrado en consecuencia.
¿Por qué escribe? Escribo porque es una necesidad biológica. Me he pasado desde pequeña la vida escribiendo en la cabeza, con el pensamiento, y cuando ha llegado el momento, he empezado a escribir con la pluma o más bien con el ordenador. Ahora, por ejemplo, estoy haciendo entrevistas en el hotel toda la mañana y todo lo que va sucediendo es una historia en sí misma, lo vivo todo como una fábula por contar.
Ha participado en varias películas, series de televisión y obras de teatro, ¿por qué dejó la interpretación? Porque dejó de interesarme. Por esta necesidad de contar historias, pensé que la vía de la interpretación era una manera de expresarme, crear unos personajes, ponerme en su piel, pero me di cuenta de que me había equivocado y entendí que mi camino era el literario.
Desde 2018 presenta y dirige el magacín cultural ‘A media luz’ en esRadio. ¿Dónde queda la cultura en tiempos de pandemia? La cultura, en tiempos de pandemia y de no pandemia, queda relegada a la madrugada. En este país tan obsesionado con la política, el único horario para hablar de cultura es ese. Y, además, te advierten ‘no digas cultura, di entretenimiento’; como si la cultura fuera una palabra proscrita. Pues no, yo lo digo; es un magacín cultural que me gusta y me cuesta mucho hacer. Es muy alimenticio porque no hacía falta el confinamiento ni esas bobadas para demostrar que España es un país con una actividad cultural impresionante y con escritores, cineastas y actores que tienen una importancia nacional e internacional.
En tiempos de recortes de los gobiernos, el sector cultural suele ser el gran perjudicado. Es que cuando los políticos, sean de izquierdas o de derechas, son personas tan poco cultivadas, en general, es imposible que tengan en su mano saber lo que se necesita culturalmente; es realmente imposible.
En la radio presentó durante ocho años Es amor o es sexo. ¿Hay que seguir hablando de sexo? Siempre es necesario seguir hablando de sexo y de amor. Muchas veces, los bloqueos que tenemos son por no hablar y eso ocurre en las esferas más íntimas, como el amor y el sexo. Por eso, lo he tratado mucho en mis programas. Todavía hay padres que te dicen: ‘es que me da vergüenza, ¿cómo y cuándo hablo con un niño de sexualidad?’. Y yo les respondo que con los niños hay que hablar de sexo desde que nacen. Lo mismo que les enseñas a comer, dormir y hacer pis en un orinal, pues igual algo sobre la sexualidad, adaptado a su edad, lógicamente. Yo hablaría más de sexualidad que de drogas, por ejemplo, porque es más probable que uno tenga un problema o un disgusto relacionado con la sexualidad que con las drogas. Además, es tan divertido hablar de este asunto. Me encantaría hablar de sexo contigo; es una manera de conocerse.
Ahora, muchas personas acuden a Tinder en busca de sexo. Sí, antes se iba al bar y ahora a Tinder. No he utilizado nunca Tinder porque soy una neandertal en las tecnologías, pero, por lo que veo, es un trabajo grande porque tienes que hacer casi un ‘casting’, quedar a merendar para ver si sí o si no… Yo me canso solo de pensarlo.
Su padre Fernando Sánchez Dragó habla explícitamente sobre sexo. ¿Cómo le ha influido? En mi casa he tenido una educación sexual fantástica porque siempre ha sido uno más de los temas que se podían tratar. Recuerdo cuando era adolescente, la primera vez que tuve un contacto sexual con mi novio, lo primero que hice fue ir corriendo a mi casa a contárselo a mi padre. Eso es muy bonito y algo que deben conseguir las familias. Yo creo que lo he conseguido con mis hijos y estoy muy contenta de ello.
Algunos padres se echarán las manos a la cabeza y otros se preguntarán cómo se consigue eso. Con risas, sentido del humor, sinceridad y contando tú también tus cosas; compartiéndolo todo con tus hijos. No hay nada que no se pueda contar, depende de cómo se haga.
¿Qué ha aprendido de su padre? De un padre y una madre se aprende todo; son nuestros principales maestros. Una de las cosas que he aprendido de él, de la que hago gala, es la desobediencia. No llego a sus extremos porque él ha profesionalizado la desobediencia. Yo no, solo cuando me tocan las narices. También he aprendido a escuchar historias, a leer, escribir, viajar… Me ha dado un biberón lleno de letras.