El filósofo y escritor José Miguel Valle comparte con nosotros un incisivo artículo a propósito de los excepcionales tiempos que estamos viviendo y la íntrinsica imposibilidad de la mal denominada nueva normalidad.
La nueva normalidad no puede ser nueva y normal. Se ha instalado en el lenguaje cotidiano y en la retórica de las industrias de la opinión publicada el concepto nueva normalidad. Como continúa siendo obligatorio el uso de la preventiva mascarilla y el mantenimiento de la distancia interpersonal para desacelerar el contagio coronavírico, conceptualizamos este paisaje como nueva normalidad. Es un claro ejemplo de cómo las palabras vuelven manejable el mundo, incluso aunque se empleen de una manera sintácticamente imposible. Hablar de nueva normalidad es un oxímoron. Se trata de dos palabras que no pueden aparecer yuxtapuestas sin entrar en contradicción. Si es normalidad, no puede ser nueva. Si es nueva, no puede ser normalidad.
La función de esta expresión consiste en recordar que volvemos a los mismos lugares en los que nos hallábamos afincados antes del advenimiento de la pandemia. Sin embargo, sabemos bien que el retorno al mundo precoronavirus no es cierto. No solo no podemos regresar a puntos que ya no existen, sino que nuestro trato con la realidad no puede mantenerse como si en esa relación no hubiese ocurrido este colosal corrimiento de tierras ético, epistémico, político, económico, cognitivo, afectivo.
No podemos alistarnos a la inalterabilidad después de un confinamiento en el que nos confrontamos de manera brutal con el sentido que nos gustaría brindarle a la vida, si la obsesión productiva y la desmesura por el beneficio monetario no nos expropiaran cantidades ingentes del tiempo con el que intentamos dotar de propósito y soberanía a nuestra existencia. Avanzaríamos mucho como ciudadanos si gracias a la pedagogía de la pandemia releyéramos como absurdo e irretornable lo que antes interpretábamos como normal, y pusiéramos mimo creativo en verbalizar de otro modo lo que es de otro modo.
En la literatura distópica sus autores afirman que el primer paso para la construcción de nuevas realidades es la invención de un neolenguaje, de la misma manera que la eliminación de palabras es la medida favorita de los totalitarismos para suprimir tanto una realidad como la posibilidad de imaginarla.
En el artículo El divorcio y la nueva normalidad, Jorge Carrión hace un paralelismo entre los procesos que se incoan para aceptar la desaparición de un proyecto o de una vida y nuestra actual instalación desorientada en la realidad pandémica. Las etapas del duelo presentadas estereotipadamente son negación, ira, negociación, tristeza, aceptación, olvido. No siempre aparecen en este orden tan pulcro y no siempre en porcentajes armónicos. El autor sostiene que «aunque no todos vayamos a experimentarlas en este dilatado presente pandémico, importa recordarlas ahora, cuando el deber de los gobiernos es diseñar fases de lo que han dado en llamar desescalada, mientras que el nuestro es hacerlas negociar con nuestras propias etapas personales, familiares y colectivas».
Mientras el debate parlamentario deliberaba tácticas, en el confinamiento hemos pensado en la estrategia. La táctica son los procesos que se implementan para alcanzar la estrategia, que es el fin último, la respuesta a las preguntas por qué y para qué. A la vez que la política se enzarzaba en medidas para el aquí y ahora no exentas de la consustancial y polarizada búsqueda de rédito electoral, en la conversación contrahegemónica colegíamos nuevas maneras de cuidar y proteger la vida que la pandemia había acusado como irrevocablemente interdependiente. Nos interrogábamos en qué consiste una vida vivible, para qué vivimos cuando nos nacen y de repente nos encontramos con una existencia con la que estamos obligados a hacer algo, cuáles son los mínimos para catalogar de digno y humano un plan de vida y qué contextos lo facilitan y cuáles lo dañan.
Responder a estas preguntas no es fácil, pero no insinuarlas en un momento tan civilizatoriamente sísmico como el que estamos viviendo supone el deceso del pensamiento crítico, o permanecer momificados en esa etapa de negación propia de los procesos de duelo en su fase fundadora. Nos hallaríamos en ese instante en el que nos empecinamos en que continúe como siempre un tiempo que ya no tiene sentido.
Artículo de José Miguel Valle
Filósofo y escritor, José Miguel Valle se dedica al estudio y análisis de la interacción humana. Escribe semanalmente en su blog Espacio Suma NO Cero. Su último libro es Acerca de nosotros mismos. Ensayos desde el confinamiento (CulBuks, 2020). Aquí podéis leer la entrevista que le realizamos en Cultura Inquieta con motivo de este reciente coronalibro.