Dentro del irritante subgénero literario de los conversos de Silicon Valley, Clics contra la humanidad, de James Williams, me ha parecido una buena introducción a la crítica de las redes sociales.
En 2017 publicó Salid de nuestra luz, que ahora se traduce al español con el título Clics contra la humanidad (Gatopardo). La gran preocupación de Williams es nuestra atención. Quiere que rebauticemos la “era de la información” como “era de la atención”. Cuando la información es abundante, la escasez es de atención. Las redes quieren robarnos algo esencial para nuestro desarrollo, aunque aún entendemos muy poco sobre sus consecuencias en nuestra especie.
James Williams, Premio Nine Dots al pensamiento innovador.
Williams no busca culpables a los problemas que nos generan las tecnologías. No hay nadie excepcionalmente malo que dirija los designios de la humanidad. Es un cúmulo de decisiones: “Es un problema sistémico”, dice.
Vivimos pegados a la pantalla, sometidos a los cantos de sirena de la tecnología digital. En la era del exceso informativo, la atención ha pasado a ser un bien escaso y codiciado por las grandes empresas tecnológicas. ¿Cómo afecta este fenómeno a nuestra autonomía y nuestra libertad? ¿Cómo podemos oponer resistencia a la colonización de nuestra mente? Con un pie en la antigua Grecia y el otro en Silicon Valley, Clics contra la humanidad arroja luz sobre uno de los problemas más urgentes de nuestro tiempo.
James Williams, que fue estratega de Google antes de estudiar filosofía en Oxford, afirma que los sistemas inteligentes de persuasión que condicionan nuestro pensamiento y nuestra conducta constituyen una grave amenaza para la libertad y la democracia. En vez de ayudarnos a alcanzar nuestras verdaderas metas vitales, las tecnologías digitales desvían y explotan nuestra atención, aprovechándose de nuestras vulnerabilidades psicológicas. Hace demasiado tiempo que minimizamos los trastornos resultantes, descartándolos como simples «distracciones» o molestias menores. Sin embargo, son mecanismos que socavan la voluntad humana, cuyos efectos pueden ser irreversibles si no actuamos a tiempo.
Sobre James Williams (Cabo Cañaveral, Florida, 1982)
Trabajó durante diez años en Google, donde destacó como uno de los estrategas más talentosos, y obtuvo el Founder’s Award, el máximo reconocimiento de la compañía. Al igual que su amigo Tristan Harris, Williams abandonó Google tras tomar conciencia del impacto negativo de la tecnología digital sobre sus usuarios, y se fue a estudiar a la Universidad de Oxford. Allí obtuvo un doctorado, centrando su investigación en la filosofía y la ética de la tecnología. Es cofundador de la organización Time Well Spent (el actual Center for Humane Technology), una organización que aboga por una tecnología menos invasiva y más respetuosa con las personas. Actualmente es investigador del Centro Uehiro de Ética Práctica de Oxford y consultor tecnológico. Escribe regularmente sobre tecnología en medios como The Observer y Wired.