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La sangría económica de los hermanos Adrià

Se asociaron con el Grup Iglesias para crear el exitoso ElBarri y ahora presentan concurso de acreedores con una deuda de más de siete millones de euros. La pandemia ‘cierra’ sus restaurantes.

La sangría económica de los hermanos Adrià. Fue uno de los proyectos más ambiciosos de los ambiciosos hermanos Adrià. Ferran y Albert querían poner Barcelona a la cabeza del mapa gastronómico internacional y para ello se asociaron con una bestia empresarial, el Grup Iglesias, una sociedad consolidada desde hacía décadas y un referente barcelonés. Lo lograron, y ElBarri, como llamaron a su proyecto, se convirtió en la mejor idea que alguien había tenido en la ciudad en años.

Pero la pandemia ha podido con todos ellos. La pandemia y los gastos gigantes que supone mantener la calidad y la excelencia que los Adrià imprimen a todo lo que hacen. “En el Hoja Santa, por poner un ejemplo, tenían capacidad para 20 comensales y trabajaban 28 personas, eso no es sostenible, y cuando parecía que los números llegaban a cierto equilibrio, sin pérdidas, vamos, los Adrià decidían cambiar algo, hacer una nueva inversión -nos dicen fuentes de la empresa-. Si los restaurantes hubieran estado en Madrid, el proyecto seguiría vivo, pero en Barcelona ha quedado tocado de muerte”.

Imagen del restaurante Pakta, regentado por los Adrià. (EFE)

Juntos habían creado el famoso ElBarri, un foco gastrónomico en los alrededores de la avenida Paralelo que se convirtió en poco tiempo en lugar de peregrinación de foodies de todo el mundo. En una ciudad abarrotada de turistas, lograr una mesa en cualquiera de los restaurantes del grupo era casi misión imposible. Los hermanos Iglesias eran los inversores de los restaurantes de ElBarri en los que los hermanos Adrià aportaban su talento y sus ideas: Hoja Santa, Pakta, Enigma, Bodega 1900 y el híperfamoso Tickets, todos tenían listas de espera de meses. Y de pronto se acabó. Ninguno sobrevive.

La sangría económica de los hermanos Adrià. Concurso de acreedores

Ya han anunciado que cierran definitivamente. La cuestión es que esta sangría económica ha pasado factura también al resto de locales del Grup Iglesias, cuyos fundadores ven como tienen que cerrar sus otros restaurantes: Espai Kru, Cañota y su buque insignia, el Rías de Galicia, un restaurante abierto hace décadas y que es un símbolo para la ciudad.

Solo en personal, el grupo tenía una partida de más de dos millones de euros de gastos. Y otros dos millones en aprovisionamientos. Eso cuando el negocio funcionaba, con unos ingresos netos de 5,8 millones de euros. Pero el cierre de la hostelería, primero total y después parcial, ha podido con ellos. El 26 de marzo entraban en concurso de acreedores, admitido a trámite en el Juzgado de lo Mercantil número 11 de Barcelona por deudas por un valor de 7,5 millones de euros.

Esperan que este proceso les pueda servir, nos dicen las mismas fuentes, para renacer de alguna forma. Lo han dicho los Iglesias en algunos medios, que harán lo posible por salvar algunos restaurantes y los puestos de trabajo que eso conlleva. Pero, como siempre subraya Ferran Adrià, para su creatividad y excelencia se necesita mucho dinero, y eso es algo difícil de asumir en estos momentos.

Todos los restaurantes, además, tenían cartas con elevados precios. En Enigma, por ejemplo, el menú degustación era de 220 euros. Se trataba de una oferta exclusiva en la que se pedía al comensal que dedicara sus sentidos y su tiempo. La mayoría de las comidas duraba más de una hora, en Enigma, hasta 3,5 horas para comer. No es la primera vez que Ferran Adrià sufre con las cuentas de sus locales, cabe recordar que el cierre del El Bulli se debió, en parte, a los pocos ingresos que tenía en comparación con los altos gastos.

Exsocios de los Messi

Los hermanos Iglesias, por su parte, salieron de las páginas gastronómicas para pasar a las del cuché cuando se asociaron a los hermanos Messi en el restaurante Bellavista del Jardín del Norte, un megalocal que 3.000 metros cuadrados en el que Rodrigo, hermano de Leo, pretendía convertirse en un gran empresario gastronómico. Al poco tiempo, los números demostraron que el plan no era viable y, tras convertirlo en local para banquetes, decidieron cerrarlo definitivamente.

Eso fue antes de la pandemia. Ahora, con la restauración parcialmente cerrada en Cataluña, donde a partir de las 17 horas no se puede tomar uno ni un café, las empresas están sufriendo profundamente. Las reuniones sociales, que nadie se engañe, han pasado a celebrarse en los domicilios particulares y hay incluso restaurantes clandestinos que ofrecen sus servicios como si viviéramos en el Chicago de los años 20 y su ley seca.

Mientras, el goteo de cierres es incesante y deprimente. Otros históricos anuncian que no vuelven a abrir y aquella alma moderna y dinámica de la que presumía Barcelona se muere en silencio. Can Soteras, sin ir más lejos, otro de los históricos de la ciudad, ha anunciado su cierre definitivo después de que su fundador, Jaume Soteras, falleciera hace un mes a los 103 años. La ciudad pierde a uno de sus grandes empresarios de la restauración y, con él, un local simbólico de la ciudad. Y no es el único, como vemos.

La sangría económica de los hermanos Adrià. Fuente: Silvia Taulés

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