Voy acabar contigo Maricón de mierda. Esas fueron las últimas palabras que escuché de mi padre justo antes de matarlo. Me llamo Lina, tengo 65 años y soy transexual. Un relato escrito por Chus López
PODCAST: Quimera y cal. 45 años ya en Madrid, parece mentira que haya pasado tanto tiempo desde aquel día, en que mi madre y yo abandonamos aquel pequeño pueblo de cal de la provincia de Cádiz, después del suceso que marcó nuestras vidas.
Mi padre era un falangista infranqueable, duro como el pedernal, un dictador, que tenía a mi madre amargá, na más que dándole mala vida a base de insultos y palos.
No hay día que no recuerde la paliza que le dio a la pobre cuando un día llegó mamao como de costumbre y me pilló con la escoba, ayudando a mi madre.
A mí me empujó quitándome la escoba, a ella se la partió en la espalda. Pero lo que tengo tatuado en el alma es el día en el que las habladurías de pueblo causaron más dolor que el de costumbre.
Le dijeron a mi padre que habían visto a su hijo besándose con otro niño en el río, donde íbamos todos los críos después de la catequesis de los Domingos.
Ese día mi padre decidió acabar conmigo. En el campo y tras un empujón que le di, con los ojos cerrados y muerto de miedo, calló al suelo golpeándose con una roca que acabó desnucándole. Hijo de puta, ahí te retuerzas estes donde estés.
En aquella época no era de extrañar encontrarte a un cazador tirao en mitad del campo por ajustes de cuentas. Mi madre calló, me ayudó, me consoló y si nuestra complicidad hasta ahora era grande, aquello nos convirtió en algo más que en madre e hija.
Salimos de la cal para meternos en hormigón, Madrid, mi madre y yo solas. Atrás quedaban el miedo, el dolor y la mentira, para dar paso a la felicidad al amor y la bendita libertad, que iba alimentando mi personal quimera, algún día, llegar a ser toda una mujer. Pero claro no nos olvidemos, por aquel entonces a Franco y su gentuza no les gustaba mucho la gente de mi condición, pero vaya, yo ya tenía mucha experiencia en esto de ocultar cosas.
Me encantó esa época, la clandestinidad tenía algo que reforzaba más mi forma de ser. Aquellos bares clubs, pisos, ahí fue cuando empecé a travestirme y hacerme un personaje en el mundo del espectáculo trans de la noche madrileña de los 70.
Por las mañanas estudiaba para delineante y ayudaba a mi santa madre que trabajaba sin parar en un taller de costura. Por la noche, me iba sacando mi dinerito, con mis pequeñas actuaciones como Sara Montiel. Todo esto era un secreto, porque una cosa era la libertad y otra el libertinaje, tal y como decía mi madre.
Llegaron los 80 y la heroína me atrapó dándome una mala vida, que finalmente me condujo a la cárcel. Casi mato a mi madre de un disgusto.
Cinco años me cayeron, cumplí tres, pero mi madre no lo supo nunca ya que durante el primer año le escribí pidiéndole que no me viniera a ver más, no quería que me viese en aquellas condiciones.
En la cárcel conocí a Joao un brasileño que entre otras cosas me ayudó a dejar la heroína, me cuidó, me protegió y yo como una tonta me enamoré de él. No hizo falta hablar más, una nueva vida en Río me esperaba, así durante esos dos años que mi madre pensaba que seguía en la cárcel me fui a Brasil
Joao, ¿esta gente son de fiar de verdad?
Lina no te preocupes todo está controlado, es fácil, nosotros solo tendremos que pasar las papelas en Copacabana por la noche, tu eres una excelente relaciones públicas no tendremos problemas en mover todo esto.
PODCAST: Quimera y cal. Un relato escrito por Chus López. En dos meses Joao y yo éramos lo putos amos de la noche en Río, donde pasamos de una mierda de celda a un apartamento a las afueras donde no faltaba de nada.
Una vida a todo gas, noche, alcohol, sexo, plumas, cachaça y mucha cocaína. Ese ritmo de vida alimentó más mi quimera de por fin, dar el paso a ser toda una mujer.
La movida trans en Brasil era otra dimensión, yo era la encargada de abastecerla de cualquier tipo de droga. La idea de cambiar mi cuerpo por completo se apoderó de mí, llegó un momento que ni todo el lujo y el tipo de vida de ensueño que estaba llevando en Brasil me hacía feliz.
Lina hace días que no te veo por el club mi vida.
Joao, esta idea me está martirizando, no puedo ser feliz con este cuerpo, estoy atrapada.
Pero cariño ya sabes que puedes operarte. tienes todo lo necesario aquí en Brasil, dinero, doctores ¿Porque no lo haces? Tienes todo mi apoyo, ¿Tienes miedo?
No es miedo Joao, la idea de transformar el cuerpo que me dio mi madre, algo tan bonito que surgió de ella, no me hago a la idea, sería muy duro para ella y el José que ella conocía ya será historia para siempre.
Lina, el niño que ella conocía dejó de existir hace muchos años, piénsalo, así no serás nunca feliz.
En mi segundo año en Brasil me involucré mucho en la comunidad Trans, formé parte de grupos de apoyo donde me ayudaron mucho psicológicamente para lanzarme a empezar la fase de operaciones.
Durante todo este tiempo me iba carteando con mi madre, pero en los últimos meses no había tenido respuesta. Llamé a Madrid, a un antiguo compañero de celda para que echase un vistazo por ahí a ver qué pasaba.
Juan, soy Lina ¿cómo estás niño?
Bien Lina, oye tenemos que hablar de tu madre.
Juan no me asustes por favor, ¿Qué coño pasa?
Lina, tranquila, tu madre está bien, pero la han ingresado.
¿Pero qué coño dices Juan? ¿Qué le ha pasado a mi madre cojones?
-Lina tu madre tiene alzheimer.
Un silencio se apoderó de la conversación.
¿Lina? ¿Estás ahí ? ¿Lina?
Si, si Juan perdona, ¿Quién está con ella? ¿Dónde está?
-Tranquila, está en la residencia con tu tía Chelo, que ha venido de Cádiz para hacerse cargo de ella.
-¡Ostia puta Juan! Te envío dinero lo que sea ¿Me entiendes? Lo que sea por mi madre ya sabes lo que significa para mí.
-Lina, tranquila todo saldrá bien yo me encargo, pero ¿Tienes pensado venir pronto no?, este año se cumplía tu condena de cinco años.
-Sí, a finales de año, es cuando tengo planeado volver pero creo que será antes.
-Oye ¿Cómo van las operaciones? ¿Cómo estás? Seguro que estás hecha un bellezón maricón.
-Ya pasé las primeras fases, me queda la última, la mas compleja y en unos meses en cuanto esto acabe me voy pa Madrid.
-Tú tranquila Lina, aquí estamos todos al quite con lo de tu madre ¿Ok? Tengo un contacto en la residencia te mantengo informada.
-Bendiciones pa ti y los tuyos Juan, te debo la vida.
-A mí no Lina, ya sabes a quien se la debes.
Tuve que afrontar la última fase de operaciones con la idea de que mi madre estaba enferma y yo me encontraba a miles de kilómetros de ella, eliminando el vínculo más carnal que existe con una madre, el cuerpo que te dio al nacer.
-Lina ¿me escucha? Soy el Dr. Sousa.
-No puedo moverme … No se preocupe la operación ha sido todo un éxito, descanse, es lo único que debe hacer ahora.
Me pasé dos días durmiendo, dolorida como nunca, parecía que me había atropellado un tren. Cuando desperté, Joao estaba a mi lado cogiéndome la mano sosteniendo el rosario que mi madre me regaló cuando hice la comunión.
Los días de recuperación en la clínica pasaron lentos, yo solo tenía una cosa en la cabeza ir a Madrid en cuanto pudiese.
Mis primeros días como mujer, no los voy a olvidar en mi vida, la felicidad me abrazó mas fuerte que nunca invadiéndome por completo.
La emoción, de ver plasmado aquello que siempre había soñado se apoderó de mí haciendo un mejor versión de mí misma, más potente que nunca.
-Pero bueno Lina por fin has vuelto al club nena.
-Escucha, necesito que me lleves a Colombia, ya sabes.
-Lina, esa gente es muy jodida, ya sabes, es fácil entrar pero no salir.
-Sólo un viaje, Colombia – Madrid, 2 kilos.
-Lina eso es muy serio, no te metas, de verdad.
-Necesito la pasta ya, o sea que ves preparándolo todo, en una semana nos vamos pa Medellín.
-¿Joao sabe algo? Lina estás muy bien ahora, controláis toda la noche de Río, ¿De verdad que te hace falta más?
-¿Tú sabes lo que valen estas tetas y este culo amor?
-No tienes remedio Lina, eres un ciclón, de acuerdo te lo preparo todo mantente localizable.
PODCAST: Quimera y cal. Un relato escrito por Chus López. En una semana ya estaba Medellín, la capital mundial de la cocaína, con dos kilos en mi estómago y un pasaporte falso, esperando en la puerta de embarque el vuelo con destino a Madrid.
El viaje fue largo, pesado, estaba poniendo a prueba a mi nuevo cuerpo, no hacia tanto que había salido de la clínica, pero nada me iba a parar, necesitaba esa pasta para empezar de nuevo en Madrid, donde me esperaba la gente de los Boipea, tendría que pasar dos días en un piso hasta entregarles los dos kilos que llevaba en el estómago.
Después empezaría el plan que había trazado con Joao y Juan, que gracias a los contactos que tenía en la residencia logró meterme de interina.
No me acortaba del frío de Madrid, ni del sabor de unos churros con chocolate en la Plaza mayor un domingo de Rastro.
Todo había salido bien y como prometí fui a la capilla de San Nicolás a ponerle unas velas. Son las 17:00 horas de la tarde y mañana es mi primer día en la residencia de mi madre, tengo miedo, según me habían informado la enfermedad había avanzado mucho durante todo este tiempo y apenas recordaba nada.
-Buenos días Tere ¿Cómo estamos hoy? Ella es Lina la nueva interina, que va estar con usted a partir de ahora.
-¿Chelo?
-Chelo era su hermana que estaba aquí hace un tiempo cuidando de ella hasta que falleció.
Me quedé helada, paralizada, ahí estaba la mujer a la que tanto amaba a la que le debía la vida. Su aspecto era frágil, desgastado ya por el paso del tiempo, por el paso de una vida llena de sufrimiento y entregada a los demás.
Iba a romper a llorar en cualquier momento, pero me armé de valor como nunca y me dirigí a ella.
-Tere, me llamo Lina y a partir de ahora yo voy a estar con usted todos los día pa ponerle bien guapa y pa lo que usted necesite.
Me miró, hubo un momento en que su mirada se clavó en mis ojos, que hizo que un escalofrío recorriese todo mi cuerpo. La intensidad de su mirada se fue desvaneciendo a los pocos segundos dado paso al vació.
-Bueno Lina te dejo aquí con Tere, y ya sabes cualquier cosa me avisas. Bienvenida al equipo.
Una fuerza inusual se apoderó de mí, una mezcla de alegría, pena y valor que hicieron que mi único propósito en la vida a partir de ahora, fuese hacer que la última etapa de vida de mi madre fuese lo más decente y bonita posible
.- ¡Tere, venga! Vamos a ponerla a bien guapa, deme la mano que la ayudo a ponerse bien para poder peinarla.
En cuanto me dio la mano me estremecí por completo, por fin, después de cinco largos años ya estábamos juntas. Creo que el momento más bonito de mi nueva vida ha sido ese día, en el que la peiné como solía hacer de pequeño en el pueblo. Aún conservaba ese pelo liso, largo, ese olor, que me transportó de nuevo a la cal, a Cádiz y a sus tardes de verano en aquel patio dónde debajo de aquella higuera ella me bañaba.
Los días en Madrid fueron transcurriendo con normalidad, trabajaba diez horas en la residencia, que para mí eran insuficientes, horas donde estrujaba cada minuto, cada segundo, ya que sabía que era imposible ganarle la carrera al Alzheimer que cada día mostraba su lado más cruel, que cada día avanzaba de manera imparable.
-Tere buenos días corazón ¿Cómo está la mujer más guapa de Cádiz?
-Venga, que ya pronto es Navidad y me han dicho que ha usted le gusta mucho.
-Mire qué le traigo hoy, recién cortadas para usted.
Había comprado un ramo de rosas blancas, a ella le encantaban, siempre me decía que una mujer tenía que oler a rosas, como las actrices de Hollywood de los años 40 que a ella tanto le gustaban.
Apenas podía moverse ya, tenía la mirada clavada en la nada y hacía semanas que ya no pronunciaba palabra alguna. Me puse arreglar el ramo para ponerlo en un jarrón que tenía al lado de su mesita de noche, mientras tarareaba una canción que me vino a la memoria, un bolero que a ella le encantaba, que siempre me pedía que se la cantase cuando ella cosía en casa.
José
Un puñal me atravesó el alma, haciendo que el jarrón que tenía entre las manos estallase contra el suelo. Me giré, me estaba mirando, aquellos ojos cobraron vida durante un instante. Seguí cantando como pude, mirándole, conteniendo lágrimas de emoción y pena.
¿José, eres tú mi vida?
Mamá, cariño, soy yo, José, tu niño mamá.
La abracé como nunca había abrazado a nadie, rompí a llorar. Su respiración era muy débil, le cogí las manos besándolas con delicadeza. Cuando ella me susurró:
José, mi niña de Cal…
Esas fueron las últimas palabras de mi madre. Ahí me di cuenta que ella lo sabía todo, el mejor regalo que me ha dado la vida, estar junto a ella en su último suspiro siendo yo misma. Falleció el 23 de Diciembre, a las once de la mañana, hace ya diez años, un día soleado, parecido al día que hace hoy en Cádiz, donde cada año vengo a dejarle su ramo de rosas blancas y a bañarme en la bahía, done a ella le encantaba mojarse lo pies cantando. Y así, acaba esta historia. La historia de una quimera hecha de cal.
El Ático. Historias desde arriba.. PODCAST: Quimera y cal. Una historia escrita, locutada y editada por Chus López. Ilustración por Roberson