Desde niña, Cecilia Avendaño (1980) estuvo obsesionada con el rostro humano. A los 14 años, cuando tomó un curso con Luis Poirot, sabía que su futuro era la fotografía, y su tema, registrar lo que nos diferencia y nos une como humanos, a través del retrato. En esa época tomaba fotos en la calle con su cámara análoga y lo siguió cuando estudiaba Arte en la U. de Chile, pero un día todo cambió. “Estaba tomando fotos cerca de Plaza Italia y me detuve a descansar en una banca. Un tipo se sentó a mi lado y me quitó la cámara mientras me amenazaba con una pistola. Fue horrible. Tenía 19 años y quedé traumada, no pude volver a salir a tomar fotos”, cuenta.
Veinte años después, Avendaño es una de las artistas mejor posicionadas del mercado local con una obra que se basa en el retrato, pero digital.
En galería CCU Chile su exposición Enfermedades preciosas, donde exhibe el cierre de una investigación de cinco años en torno a la construcción de personajes femeninos, que son el resultado de una mezcla de rasgos: narices, bocas y ojos que la fotógrafa procesa meticulosamente en el computador.
En 2009 irrumpió con su primera serie Pride, a la que le siguió Blow en 2012 y que la transformó en una de las artistas más cotizadas del medio. Sus obras se han exhibido en todas las ferias de la región, además de Hong Kong y Estambul con la galerista Isabel Croxatto. Además fue seleccionada para representar a Chile en Foto Week en Washington DC, EEUU y en la muestra Fotografía e Identidad de la Fundación Corea en Seúl.
“Isabel ha trabajado mucho el mercado asiático donde mis fotos valen tres veces lo que valen acá. También trabajo con la curadora Andrea Jösch para exhibirlas en museos y galerías”, dice Avendaño. En Chile, sus obras van de los $ 500 mil a los $ 2.400.000.
Sufrir el cambio
En Enfermedades preciosas Avendaño lleva la técnica a un nivel cada vez más prolijo y ampliado de rostros a personajes de cuerpo entero. Es además, su serie más personal, atravesada por sus propias dolencias y cambios. “Hace tres años, me dio una cervicalgia que me imposibilitaba moverme. Los doctores me preguntaban si había tenido algún accidente, pero nada. Fue un año duro, de cuidarme, de escuchar mi cuerpo y así le fui dando forma a esta serie”, cuenta.
En el proceso, la artista trabajó en colaboración de psicólogos, botánicos, diseñadores, críticos, arquitectos con quienes se reunió a discutir el tema de la enfermedad desde distintas aristas.
Además, por primera vez a las 20 fotografías se suma una instalación, una especie de invernadero creado por el arquitecto Iván Bravo, él mismo tras la instalación de Casa Lobo, de los artistas Cristóbal León y Joaquín Cociña, que estuvo este año en el GAM.
“Empecé a fijarme mucho en la dinámica de las plantas y a rodearme y aprender de ellas. Todo eso lo incorporé visualmente en esta serie”, cuenta la artista, que se mudó de Santiago al Arrayán. “La serie habla sobre cómo podemos tomar los síntomas de una enfermedad o el dolor como una oportunidad de cambio, pero me gusta que tenga múltiples lecturas. El tema es el cambio y en ese sentido me gusta que mis personajes se vean en un proceso de transición”, resume. (Texto Denisse Espinoza A.)
«Enfermedades preciosas»
Del 10 octubre al 22 de noviembre en Galería CCU (Vitacura 2680, Las Condes. Chile). Lunes a viernes de 10 a 18 horas. Entrada liberada.