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«Memorias de una joven perturbada» de Bianca Lamblin

Boris and Michelle Vian, Jean-Paul Sartre and Simone de Beauvoir, a Saint-Germain des Pres. Paris, FRANCE -1949. /Credit:MANCIET/SIPA/1404091134

Un libro de la amante de Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir revela intimidades de un triángulo amoroso que no tuvo final feliz.

Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre no sólo revolucionaron al mundo de su época con sus ideas y filosofías sino también con su particular relación de pareja. Estos dos amantes, que nunca convivieron bajo el mismo techo, se caracterizaban por tener una unión abierta y sincera en la que se permitían situaciones extremas como, por ejemplo, la posibilidad de que cada uno pudiera tener y al mismo tiempo contar al otro aventuras sexuales con diferentes parejas. Las infidelidades de ellos no fueron ocultadas en ningún momento. Pero lo que nadie nunca imaginó fue que las cosas entre los dos llegarán aún más lejos. En París acaba de publicarse el libro Memorias de una joven informal, en el que su autora, Bianca Lamblin, cuenta una apasionada relación que sostuvo con Sartre y Beauvoir y que para ella fue en su momento el más ideal triángulo amoroso que jamás se haya producido sobre la faz de la tierra.


El libro promete revelar aspectos desconocidos de los dos escritores franceses más importantes de fines de siglo, entre los cuales sobresale el episodio de homosexualismo que Simone vivió con esta mujer hace ya más de 50 años.
La decisión de escribir estas memorias fue tomada por Lamblin hace unos años, no tanto por necesidad de venganza sino por el deseo de contar su verdad sobre una historia que más que buenos recuerdos le dejó muchos sinsabores y amarguras durante toda su vida.
La historia de la pareja nació en el Instituto Moliere de París, donde Lamblin era una alumna más de Simone de Beauvoir. En ese entonces ella tenía 17 años y su profesora pasaba de los 30. A pesar de la diferencia de edades, con una sola mirada la joven estudiante sintió una poderosa atracción por la belleza y la inteligencia de su maestra de filosofía.
El proceso de enamoramiento fue rápido. Como Bianca era una de las más aventajadas estudiantes tenía mucho contacto con Simone y poco a poco, en medio de charlas cortas sobre los temas de clase, fueron trabando una fuerte amistad. A los pocos meses se convirtieron en amantes y cuando esta relación ya estaba bien consolidada, Simone le presentó a Sartre, su más reciente conquista.
Lejos de parecerle un acto de infidelidad monstruoso, Sartre se mostró complacido porque en esta oportunidad la aventura de su compañera tenía como protagonista a un miembro del sexo femenino. La relación entre los tres, obviamente, se hizo cada vez más cercana y muy pronto Sartre y la amiga de su eterna compañera ya estaban involucrados en una relación erótica bastante apasionada. El trío, contrario a lo que cualquier experto en relaciones de pareja pueda pensar, funcionó en un principio a las mil maravillas. Durante dos años los tres amantes se encontraban en cualquier oportunidad, discutían sobre diversos temas y en materia de amores vivían bajo los principios de compartirlo todo. En el libro Bianca cuenta que para ella no había podido suceder nada mejor en la vida que aquel amor triangular aun cuando las relaciones sexuales con Sartre eran desagradables porque era un hombre»sin dulzura, con muchos problemas con su cuerpo y era incapaz de entregarse. Nunca pudo satisfacerme», dice.
Pero un buen día Simone empezó a sentir celos de su alumna preferida y ante el miedo de que ella pudiera robarle a su pareja solicitó al propio Sartre que rompiera todo vínculo con Bianca. Ella, por su parte, nunca entendió la razón del cambio repentino de actitud de este hombre, pues ni Sartre ni Simone fueron lo suficientemente valientes como para darle la cara y contarle la decisión que habían tomado de abandonarla.
Esta situación la sumió en una pena muy grande que, según afirma, nunca ha podido sobrellevar. Aunque ella admite que cometió algunos errores, como por ejemplo exigirle a Sartre que pasara el mismo tiempo con ella así como Io hacía con Beauvoir, la autora del libro no justifica de ninguna manera la forma mezquina con que él decidió apartarla de su vida.
Poco después el turno fue para Simone de Beauvoir. En esta oportunidad fue la escritora quien le dijo a Bianca que quería romper la relación porque había descubierto que prefería a los hombres como amantes. Las dos mujeres siguieron siendo amigas, aunque un poco más distantes. Bianca, fiel admiradora de la mujer a quien amo toda su vida le pidió un único favor: que nunca la fuera a involucrar en sus escritos y memorias.
Sin embargo, cuando fueron publicadas las cartas de Simone de Beauvoir a Sartre, cuatro años después de la muerte de la escritora, el recuerdo de ese amor ideal que Bianca siempre había guardado en el lugar más seguro de su corazón de repente se derrumbó. A medida que ella iba leyendo las cartas de su ex amante no podía creer que Simone hubiera sido capaz de romper su promesa y mencionarla en su correspondencia. Pero más aún lo que verdaderamente la dejó sin habla fue conocer que ella había sido víctima de una conquista programada. Ella fue una de las tantas mujeres que Simone sedujo con el único objetivo de ofrecérselas a su compañero como si fueran un regalo más de cumpleaños.
Bianca no está tan indignada con la actitud de Sartre como con la de Beauvoir. Ella dice que justifica la traición de él porque después de todo entiende que era un cobarde y egoísta, así como muchos hombres. Pero Io que no perdona es el dolor que le causó el engaño de Simone. Su actitud le pareció más grave porque a ella siempre se le consideró una mujer comprometida con la lucha por la dignidad de la mujer y lo que había hecho con ella había sido una de las jugadas más sucias que alguien le pudiera hacer a una persona.
En el libro la autora califica su relación sentimental y erótica con Simone como perfecta. «Sabía entregarsey a pesar de su aparente frialdad era una mujer apasionada y dulce». Sin embargo, después de leer sus cartas, comprendió que era una mujer de grandes defectos. «Era mezquina, hipócrita y vulgar», asegura Lamblin.
Aunque Bianca Lamblin afirma que el libro es equilibrado y muestra tanto las virtudes como Ios defectos de sus ex amantes, sin duda esta publicación contribuirá a fomentar aún más la fama de extravagancia que logró cosechar esta pareja con su particular modelo de relación afectiva, que ni siquiera hoy, a las puertas del siglo XXI, ha podido ser entendida por los más liberados.

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