“La vida en Roma ha hecho del comer el eje principal de mi vida en comunidad, y teniendo en cuenta que está todo muy rico, he desarrollado una serie de memorias muy ligadas a los sentidos. Esta exposición captura para la posteridad un registro implícito de momentos de sobremesa, comidas y nuevas amistades”, resume Ignasi Monreal (Barcelona, 1990) de Plats bruts, su primera exposición en la Fresh Gallery. El artista catalán, que ha ilustrado campañas publicitarias con un iPad como única herramienta, realiza ahora el camino inverso: de lo digital a lo tangible, de la pantalla táctil al lienzo y el óleo. Inspirado por el Realismo madrileño y las naturalezas muertas del Barroco italiano y español, presenta aquí una serie de obras que adoptan la presencia de objetos cotidianos, platos y bandejas sucios que, vistos a cierta distancia, parecen reales.
Monreal recurre al realismo figurativo para explotar el trampantojo como elemento irónico. “Quizá Instagram, la posverdad o las fake news hayan sido inspiraciones inconscientes”, bromea a la vez que hace suya una máxima de Caravaggio: “El arte debe reflejar el pulso de la vida con todos sus matices y oscuridades, por triviales que parezcan”. Plats bruts es exactamente eso: una celebración sin pretensiones de lo mundano, una especie de Wabi-sabi cañí.
Dispuestas en mesas, y no sobre un muro, estas pinturas aspiran a convertirse en artefactos de carga subversiva. Son piezas aparentemente inanes condenadas a vivir entre otros objetos esperando a que alguien las descubra, infiltrándose en lo cotidiano como acto de guerrilla.
Esta serie es el resultado de lo que ha sido la vida de Monreal estos últimos meses: un merecido paréntesis tras meses de frenético trabajo comercial, realizando imágenes por encargo para firmas como Gucci, Four Seasons, Kartel, Dior y Louis Vuitton. En este tiempo, su estilo se ha refinado a la fuerza, filtrado por cientos de gigabytes de ilustraciones a contrarreloj, pero con estos platos sucios inicia su retorno a las Bellas Artes con una colección de obras creadas por iniciativa propia, siguiendo solo su instinto y enfrentándose a la dimensión material del arte: tiempos de secado, procesos químicos del óleo y el paso de las dos a las tres dimensiones. “Ha sido un proceso de reaprendizaje fascinante, como empezar a usar juguetes sexuales con tu pareja de toda la vida”.
Tampoco el aspecto de las obras tiene la pulcritud digital de sus creaciones anteriores, Plats brutsse presenta como algo nuevo y distinto a su trabajo más reconocido. “He aprovechado esta oportunidad para hacer algo 100% mío, esto es lo que pasa cuando me das tres meses de libertad”.
ENG: ”Rome has really placed food at the the center of my life. You can say that my city experience has initiated and developed through eating – late night dinners, lavish house parties, or even finding my local everyday lunch spot. As the food here is absolutely delicious, it really impacted my senses and it now constitutes a core of my Roman memory bank. And this exhibition captures for me an implicit registry of these precious moments lived around the table, meals and new friendships «, summarizes Ignasi Monreal (Barcelona, 1990) of Plats bruts, his first exhibition in the Fresh Gallery.
The Catalan artist, who has used the iPad to illustrate advertising campaigns as his only tool, is now doing the reverse: from the digital to the tangible, from the touch screen to the canvas and oil. Inspired by the Realism of Madrid and the still lifes of the Italian and Spanish Baroque, he presents here a series of works that adopt the presence of everyday objects, plates and dirty trays that, seen at a distance, seem real.
Monreal resorts to figurative realism to exploit trompe l’oeil as an ironic element. «Maybe Instagram, post-truth or fake news have been unconscious inspirations,» he jokes while quoting Caravaggio: «Art must reflect the pulse of life with all its nuances and obscurities, however trivial they may seem» . Plats bruts is exactly that: an unpretentious celebration of the mundane, a kind of Wabi-sabicañí.
Laid down on tables, and not on a wall, these paintings aspire to become artifacts of subversive charge. They are apparently inane pieces condemned to live among other objects waiting for someone to discover them, infiltrating daily life as an act of guerrilla.
This series is the result of what has been the life of Monreal in recent months: a well-deserved parenthesis after months of frenetic commercial work, making commisioned images for companies such as Gucci, Four Seasons, Kartel, Dior and Louis Vuitton. In this time, his style has been refined by force, filtered by hundreds of gigabytes of illustrations painted against the clock, but with these dirty dishes he begins his return to Fine Arts with a body of works created under his own initiative, following only his instinct and confronting the material dimension of art: drying times, chemical processes of oil and going from two to three dimensions. «It’s been a fascinating relearning process, like using sex toys for the first time with your life partner.»
Neither the appearance of the works has the digital neatness of his previous creations, Plats bruts is presented as something new and different from his most recognized work. «I took this opportunity to do something 100% mine, this is what happens when you give me three months of freedom.»
Texto Fresh Gallery