El trabajo Aleksandra Waliszewska es como caer en una locura momentánea, despertar dentro de uno mismo y tocar profundidades que a veces creemos desconocer
Tocar profundidades que a veces creemos desconocer. Se trata de la polaca Aleksandra Waliszewska (1976), artista de universo particular, con una confesa vocación por lo oscuro, que dice tener fascinación por el sexo y la violencia, también por la anatomía, la enfermedad y los crímenes.
Waliszewskaya realiza obras a medio camino entre lo espeluznante y lo misterioso. Con sus figuras mórbidas crea un nuevo estilo gótico, articulado en la imaginería surrealista, el misterio medieval y temas sacados de cuentos de hadas.
Waliszewska que reconoce que no hay que buscar símbolos escondidos en sus pinturas, basa su trabajo principalmente en recreaciones sobre la figura humana, retratando a personajes en situaciones emocional y físicamente extremas.
Estos están conectados con las representaciones de los condenados que aparecen en las pinturas medievales. y según explica, sus obras vienen a ser un legado del gótico tardío y como referencia cita a pintores del siglo XV.
Unos lobos devoran a tres adolescentes que apenas pueden defenderse, una mujer pelirroja abre su piel para enseñar sus huesos y entrañas como si desabrochara un abrigo
«Mis imágenes están conectadas con la representación de los condenados en las pinturas medievales, sólo que despojadas del aspecto religioso», dice la polaca Aleksandra Waliszewska .
Calificar las escenas de la artista de Varsovia como sórdidas sería reducir demasiado un mundo creativo que descoloca, hace pensar en el miedo, la patología y la situación extrema.
Las figuras escuálidas y poco desarrolladas son un legado del gótico tardío.
La artista cita entre sus artistas de referencia al pintor holandés Hans Memling (1430-1494) y al francés Enguerrand Quarton (1415-1466).
A pesar de su amor por lo clásico, hace unos años se deshizo de la técnica trabajosa del óleo, de las obras más académicas que le dieron premios y fama en Polonia. En la cuenta de Flickr donde atesora sus trabajos apenas queda un resquicio de ese pasado.
Las pinturas guache que crea ahora son rápidas y permiten a Waliszewska ir al ritmo de dos por día, terminar y acabar la escena en el impulso, encerrada en una habitación en la que no deja pasar a nadie.
Anatomía, enfermedad, crímenes, ataques… La artista adivina que el público se acerca a sus pinturas por una «fascinación por el sexo y la violencia». Le interesa retratar estados emocionales «porque las narrativas salen solas», pero rechaza dar demasiadas explicaciones.
«No hay símbolos escondidos en mis pinturas», dice siempre breve y clara en sus respuestas. Rehuye de las teorizaciones y se queja de una «sobreintelectualización» del arte en nuestros días. Tal vez esa sea la consecuencia de una falta de interés total por el arte moderno, «demasiado pensado y de poca emoción, de un aburrimiento calculado y frío«.
Por Rose Sioux