¿Nos acompañas en nuestro viaje a Boston, Virginia, Nueva York y Baltimore siguiendo el descenso a los infiernos de Poe? Prepárate a disfrutar (y temblar) recorriendo Estados Unidos de la mano del maestro del terror.
Nos gustan el misterio, la niebla, los cuervos y los gatos. Nos gustan el otoño y los cementerios. Nos gusta Ulalume, Ligeia y Annabel Lee. Nos gusta Edgar Allan Poe. Y, por supuesto, nos encanta viajar a Estados Unidos. ¿Por qué no metemos todo en la mochila y nos vamos a USA siguiendo la estela del gran genio del relato de terror?
Boston
Es una magnífica época del año para abotonarnos hasta arriba la chaqueta, colgarnos la capa de cadete y tomar el macuto. Boston nos espera. Allí nació —eso sí, de forma circunstancial— Edgar Allan Poe un 19 de enero de 1809. Sus padres eran artistas de teatro, pero no actuaban en grandes escenarios: formaban parte de un teatro ambulante. Y entre representaciones de Macbeth o Hamlet, el bebé Edgar vio la luz. Poe podía haber nacido aquí o allá, pero eligió hacerlo en la capital de Massachusetts.
La excusa es perfecta para conocer una de las ciudades seminales de la moderna Estados Unidos, para pasear por Beacon Hill, explorar Back Bay o descansar en el Common. Pero nosotros también tenemos una parada obligada en la esquina de Boylston Street y Charles Street South. Porque hace 4 años Poe volvió a Boston.
La Fundación que el escritor tenía en la ciudad decidió poner fin a su actividad financiando la escultura a tamaño natural de Poe —y su inseparable cuervo— que realizó la artista Stefanie Rocknak. El 5 de octubre de 2014 se inauguraba este icono de la ciudad al que es obligatorio acudir siguiendo los pasos del genio de Richmond. Y, de noche, claro.
Richmond (Virginia)
Sí, aunque sea chocante, Edgar Allan Poe era un gentleman del sur, a años luz del racionalismo de sus colegas del norte. Efectivamente, Eddie nació en la progresista Massachusetts, pero se hizo un hombre en la conservadora Richmond (Virginia), nuestra siguiente parada en la ruta del misterio. Poco tiempo antes mudarse al Sur, la madre de Poe era abandonada por David, el padre, al que el escritor apenas conoció. Ahogada por las penurias económicas, Elizabeth se fue al sur buscando nuevos escenarios para su profesión.
Solo tres semanas después de que naciera la hermana menor de Poe —el hermano mayor había quedado al cuidado de unos parientes en el norte— Mrs. Poe volvió a las tablas. Así era la vida del artista ambulante. Cuando Edgar tenía 3 años, Elisabeth muere, agotada y pobre. Poe se queda huérfano y es recogido por una familia de Richmond. Y Poe se nacionaliza virginiano.
Richmond es la capital del estado de Virginia y en la actualidad suma poco más de 220.000 habitantes. La naturaleza, la gastronomía y la historia son los tres principales atractivos de Richmond. Aunque Poe no llegó a vivir la Guerra Civil, sí percibió, como todos sus contemporáneos, la enorme distancia socioeconómica y cultural entre el Sur y el Norte que terminó derivando en aquella histórica contienda. Acercarse a los diferentes espacios del The American Civil War Museum en Richmond es la mejor manera de entender una guerra que, siglo y medio más tarde, todavía late en el corazón dividido de Estados Unidos.
Pero nosotros debemos seguir nuestro camino hacia The Poe Museum en el 1914 de East Main Street. No podía faltar un homenaje así a uno de los personajes más venerados de la historia de Virginia. The Poe Museum tiene todo lo necesario para conocer la vida y milagros del taciturno gentleman.
Por cierto, ¿estás pensando en una boda original pero eso de Las Vegas con Elvis te resulta muy Pop? Si quieres una boda de lo más gótica, The Poe Museum ofrece la posibilidad de alquilar el jardín y organizar tu enlace más tenebroso. Y, por supuesto, tras la ceremonia todos los invitados deben gritar: ¡Nevermore!
Nueva York
La vida de Edgar Allan Poe no terminó de fraguar en Richmond aunque, a buen seguro, allí vivió sus momentos más felices. «El 19 de febrero de 1931, Edgar Allan Poe se embarca, envuelto en su capa de cadete, rumbo a Nueva York… y a sí mismo». Cortázar se pone serio en la mini biografía que hace del escritor previa a la traducción de sus Cuentos Completos. Y es que la vida de Poe de vuelta al norte se convierte en una montaña rusa plagada de clímax literarios y de naufragios alcohólicos.
Es momento, por tanto, de ir a Nueva York para sumergirnos en la bruma; abrigarnos bien —cuando hace frío en Nueva York, hace mucho frío— y seguir las huellas del escritor maldito hasta el Bronx. En el 2640 de Grand Concourse vivió durante un tiempo Poe con su querida tía Muddie —su verdadero ángel de la guarda, la que le velaba sus días de terribles y enloquecidas resacas— y su amada (y prima) Virginia Clemm. Ella fue Annabel Lee, Ulalume, Ligeia… Virginia fue su último y centelleante fulgor previo a la noche más oscura, la cual no tardaría en llegar.
No es que la Edgar Allan Poe Cottage aporte mucho a nuestra causa, pero solo pensar en que los creadores de Batman se sentaron en frente de esta casa para dar a luz a uno de los superhéroes más famosos de la historia —cambiando el cuervo por un murciélago— ya motiva para acercarse y, de paso, conocer uno de los distritos más auténticos de Nueva York, más allá de los cuatro tópicos asociados a la ciudad.
Baltimore
Y entre trago y trago, descendemos al infierno. Llegamos a Baltimore. No es que la gran urbe del estado de Maryland sea el infierno —algunos creen que sí— pero allí fue donde llegó Poe el 27 de septiembre de 1849. Parece que su muerte la escribió él mismo: no hay forma más misteriosa —y literaria— de morir. Decenas de estudiosos y hagiógrafos llevan décadas investigando qué —demonios— ocurrió aquella extraña semana convertida en mito.
Y es que ni siquiera Poe debía estar en Baltimore. El genio se fue de su querida Richmond tras pasar unas semanas en su tierra de adopción y prometerse con Elmira, su novia de juventud —su gran amor Virginia había muerto años antes—. Pero antes de casarse debía acudir a Nueva York a buscar a su tía Muddie. Tal vez estudiase establecerse definitivamente en la feliz Richmond, pero sus planes nunca llegaron a concretarse.
El barco que lo llevaba de Virginia al norte atracó en el puerto de Baltimore. El tren que lo debía llevar a Filadelfia y de allí a Nueva York saldría en unas horas.«Suficiente para tomar una copa… o dos», debió pensar el poeta. Poe nunca cogió ese tren. Un admirador lo reconoció en una taberna de la ciudad una semana más tarde: estaba trastornado e iba con la ropa de otra persona. Cuando le recogieron unos amigos ya era demasiado tarde. El 7 de octubre moría en un hospital de la ciudad sin recordar que había hecho durante los días anteriores.
Pero no hay que dramatizar: Poe llevaba matándose una década a base de alcohol y láudano. La semana de Baltimore solo fue un final literariamente perfecto para el gran genio del terror y el misterio.
Ni que decir tiene que la ciudad más populosa del estado de Maryland rinde homenaje a Poe desde múltiples vertientes. Nosotros no podemos perdernos la Casa-Museo del escritor en Amity Street ni la tumba y memorial en Fayette Street a la que todos los 19 de enero acuden decenas de personas a rendir tributo al héroe gótico. Además, en octubre se celebra el festival y premio internacional que lleva el nombre del genio. Si hasta podemos acudir al M&T Stadium y ver un partido de los Ravens—cuervo en inglés— de Baltimore.
Pero olvídate de homenajear al maestro por las tabernas de la ciudad. La muerte por intoxicación etílica solo tiene glamur si te apellidas Poe. «Bueno… por una copa y unos versos no pasará nada, ¿no?», que dijo el poeta.
Por David Rubio