Nadie está libre de faltar al octavo mandamiento. Contamos una mentira cada ocho minutos, según el estudio realizado por el psicólogo Jerald Jellison. «Había un tráfico horrible», dice el que llega tarde «No pasa nada, ya lo haré», es la frase calmante del que sabe que mañana tendrá un problema. Y qué decir de esas trolas «mañana empiezo», que tranquilizan la conciencia. Las mentirijillas o las grandes mentiras están presentes en todas las relaciones, ya sean familiares, de pareja, laborales, políticas y judiciarias.
Algunos embustes alcanzan por pleno derecho la categoría de escándalo nacional. A pesar del hábito de contar milongas, la realidad y la verdad son dos ingredientes fundamentales de la salud mental. Para mentir el cerebro tiene que hacer un triple gasto, reprimir la verdad, elaborar una nueva historia creíble y manejar el miedo de ser descubiertos. Hay mentiras que ocultan parte de la verdad, obviando elementos. Otras son auténticas historias inventadas. Buscamos la certeza, pero tenemos una especial inclinación por los cuentos chinos. Cultivar la sinceridad supone un esfuerzo consciente como lo es mantener el cuerpo en buena forma o tener una buena alimentación.
¿MIENTES O TE MIENTEN?
Para Paul Eckmann, pionero en el estudio de las expresiones faciales «la mentira es un componente esencial de la inteligencia social» porque de ella se obtiene algún beneficio:
1. Mejorar la propia imagen. Si se quiere dar una mejor impresión o salvaguardar la reputación, se «maquilla» un poquito la verdad, piensa el mentiroso vanidoso, especialista en poner relleno en el currículo. Si son descubiertos suelen recurrir de nuevo a la mentira para salir del paso. También, sirve para evitar consecuencias desagradables como los niños que no quieren castiga-dos. Según David Livingstone en su libro ¿Por qué mentimos? es la mentira preferida de los hombres para parecer más poderosos o inteligentes.
2. Obtener algo de los demás. Es la mentira egoísta, un tipo de engaño que busca el beneficio propio y que no suele producir culpa. Es una herramienta de manipulación en manos de maquiavélicos y psicópatas.
3. Mentir por compasión. Son las mentiras piadosas. Los embustes que tienen como objetivo elevar el bienestar del otro, no ofender o mejorar la convivencia pacífica. Esta es la mentira preferida de las mujeres, según Livingstone, que desean mostrar interés por los demás (a veces más del que tienen).
4. Engañar porque sí. Es la mitomanía, la mentira patológica de mentiroso compulsivo, un trastorno donde existe una obsesión y un impulso incontrolable por mentir y adornar la realidad para ser el foco de atención y sin aparente preocupación por los efectos.
¿TE MIENTES A TI MISMO?
Los seres humanos somos capaces de engañarnos a nosotros mismos, narrarnos la realidad de manera que se ajuste a nuestro esquema. Elegimos el mundo que queremos ver. Las palabras tienen mucho más valor por lo que sugieren que por lo que describen. Además, cuando no conocemos el desenlace de algo buscamos nuestra propia explicación. Es el denominado cierre cognitivo, una explicación personal del mundo que una vez creada es muy difícil de modificar. Al final, la fantasía pasa a convertirse en realidad.
A nivel cerebral este mecanismo se basa en el proceso del habla interior que favorece los monólogos mentales. También es una réplica de las conversaciones que podríamos tener con los demás. En ellas no sabemos lo que el otro piensa, pero se imagina. Se produce en la zona del lenguaje del cerebro izquierdo que interactúa con la zona social del cerebro derecho. Esto quiere decir que para su mente está manteniendo una verdadera conversación.
Las personalidades más proclives a mentirse a sí mismas son las narcisistas, cuya idea grandiosa de su persona no se corresponde con la realidad. En el polo opuesto están los inseguros que tienen miedo de no ser aceptados por los demás.
Como ves, muchas voces llegan desde el mundo interior y tienen mucho que decirnos, pero ¿cuántas de ellas se ajustan a la realidad? El problema surge cuando las creemos a pies juntillas.
Texto: Isabel Serrano-Rosa | psicóloga de EnpositivoSi.