Hubo un tiempo en que parecía que nos acercábamos a Interpol en busca del reflejo de un tipo de rock que no habíamos podido cazar en su momento. Sin embargo, hoy, a veinte años vista de su formación y a tres lustros de la publicación del seminal Turn On the Bright Lights, el trío formado por Paul Banks, Daniel Kessler y Sam Fogarino ya es más lóngevo y tiene una discografía más extensa que la mayoría de referentes con que se les comparaba. Dicho de otro modo, Interpol se han ganado a pulso el derecho a sonar a ellos mismos, y a que les amemos por aquellas virtudes que han sabido enarbolar con constancia, como la tersura melódica y un universo lírico de dandismo críptico, que parece escribirse sobre una superficie de vinilo. La alianza con Dave Fridmann en Marauder ha sacado cromatismos poco habituales en el grupo, pero no ha menguado el filo de unas canciones que, sobre todo en directo, siguen pinchando placenteramente.
ENG: There was a time when we approached Interpol in search for the reflection of certain kind of rock whose heyday we had missed. However, now, twenty years after their formation and fifteen years after the release of their seminal Turn On the Bright Lights, the trio formed by Paul Banks, Daniel Kessler and Sam Fogarino has already been around for longer and has a more extensive discography than most of the references they are compared with. Interpol have more than earned the right to sound like themselves, and the right for us to love them for those virtues which have flourished through the band’s perseverance, with the melodic flow and a lyrical universe of cryptic dandism that seems to write itself on the surface of a record. The alliance with Dave Fridmann on Marauder has brought out chromatisms that are unusual for the band, but have not in anyway diminished the flow of songs that, above all, when live, continue to have a great impact.
Texto: Primavera Sound