17 días después de iniciar su viaje hacia los Estados Unidos, la vanguardia de la caravana migrante llegó a la Ciudad de México, donde aguardará a otros contingentes para seguir su incierto camino hacia el norte.
La primera caravana migrante que entró a territorio mexicano el pasado 18 de octubre comienza a llegar a la capital del país. Después de tres semanas de viaje, el grupo de migrantes en busca de mejores condiciones de vida se fragmentó en al menos dos contingentes: mientras el más numeroso se dirige a Córdoba, Veracruz, otro se concentra en la Ciudad de México en espera de seguir su camino hacia los Estados Unidos.
Los primeros migrantes arribaron a la capital la noche del sábado con cientos de horas de extenuantes caminatas a cuestas. El gobierno en turno habilitó parte de la Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca –un complejo de canchas y áreas verdes ubicado al oriente de la Ciudad– para recibirlos. Desde el domingo, el estadio “Jesús Martínez Palillo” se convirtió en un enorme dormitorio al aire libre, cuyas gradas se abrieron para permitir a los migrantes pernoctar.
Los primeros 500 salvadoreños, hondureños y guatemaltecos recibieron comida, cobijas, agua y fueron atendidos en módulos de atención médica y jurídica, promovidos por el Instituto de Asistencia e Integración Social (IASIS) a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social de la Ciudad de México, además de la Comisión de Derechos Humanos local (CDHDF) y distintas organizaciones civiles, que esperan la llegada de 5 mil migrantes a los albergues temporales.
La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en México recalcó la urgencia gubernamental para establecer «las condiciones necesarias para que la Caravana permanezca junta y protegida», después de que el gobernador de Veracruz cancelara el transporte que había ofrecido a los migrantes, lo que provocó la fragmentación de la caravana y el ascenso de cientos a transportes privados que ofrecen aventones y los hacen víctimas fáciles de la delincuencia organizada, toda vez que en México «se reportan de manera regular secuestros y desapariciones de personas migrantes, a menudo destinados a la trata de personas».
Las historias de pobreza, desolación y violencia se agolpan en la capital, un punto estratégico no sólo para concentrarse y trazar un plan de acción inmediato (además de intentar regular su situación migratoria), también para recalar en la agenda pública y exigir a las autoridades mexicanas un puente humanitario que les permita seguir su camino con seguridad, libertad y en total apego a sus derechos.
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