SABIDURÍA ANCESTRAL DEMUESTRA QUE ES VITAL CÓMO EMPIEZAS EL DÍA
En el hinduismo se dice que en el día está el año, es decir, el día es un microcosmos del año. El año, a su vez, como es evidente, es un microcosmos de la vida: en un año hay diferentes estaciones en las cuales hay crecimiento, madurez, decadencia, muerte, etc. Esta misma idea aparece en numerosas cosmovisiones tradicionales y tiene un claro sentido intuitivo.
Es una costumbre en todas las tradiciones espirituales empezar el día realizando meditación, contemplación, oración y/o purificación y no simplemente pararse e ir a trabajar o quedarse distraído. Generalmente este tipo de prácticas se sincronizan con el amanecer o incluso antes para aprovechar el silencio. Hay por supuesto razones devocionales detrás de esto. Pero felizmente estas razones devocionales coinciden con motivos psicológicos. Por ejemplo, un estudio reciente notó que las mujeres que se levantan temprano se deprimen menos.
Ahora bien, si tomamos en serio esta idea de que un día es como una pequeña vida en sí misma, resulta aún más importante empezar el día con una inercia positiva que le dé sentido a nuestro día. Sabemos que el ser humano es un ser de hábitos, y que los hábitos se refuerzan positiva o negativamente. Asimismo sabemos que no hay nada que mejore el desempeño como la motivación y la confianza. Si tomamos todo esto en cuenta resulta aún más obvio por qué es importante empezar el día realizando algo que nos coloque en una inercia positiva.
Otro ejemplo puede ilustrarlo mejor. Sabemos la importancia que tienen los primeros años de la vida en el desarrollo emocional psicológico y físico de una persona. Un niño que no recibe amor y no es educado en sus primeros años de vida generalmente vivirá muchas dificultades en la vida, lo cual no significa que está condenado a sufrir por siempre, pero ciertamente le costará más trabajo. De igual manera si vemos el día como un microcosmos, resulta lógico que si empezamos el día sin darle amor y atención a nuestra vida y a nuestros procesos nos costará más trabajo encontrar un vector positivo tanto en nuestro estado de ánimo como en nuestras capacidades cognitivas.
Es por todo esto que es tan importante empezar el día con ciclos virtuosos. No necesariamente debe ser rezando u meditando, puede ser quizás cantando, yendo a caminar, haciendo ejercicio, leyendo algún texto que nos inspire. Lo fundamental es que la actividad nos permita concentrarnos y nos haga sentir auténticamente bien, es decir, no como una indulgencia al placer, sino algo que nos haga conectarnos con nosotros mismo o con algo superior. Este envión anímico inicial se hará sentir durante el día y será una capa de protección y fuerza para afrontar las diferentes circunstancias que se presentan en el día.
Fotografías de Louis Dazy