Un modelo educativo convirtió a Singapur, una nación que hace treinta años pertenecía a las más pobres del mundo, en un ejemplo a seguir
Este modelo es ejemplar.
En la década de 1960, Singapur emprendió una reforma educativa que lo llevó a concebir un método de enseñanza que hoy se extiende por el mundo como el mejor ejemplo para salir del subdesarrollo.
Baste decir que hace treinta años aún se le etiquetaba como una de las naciones más pobres, y ahora, de los 65 países que participaron de las pruebas Pisa, Singapur se ubicó en los primeros lugares en matemáticas y en ciencias.
¿Cuál es el secreto?
Para los expertos, la clave radica en su metodología de enseñanza. Todo se apuesta a la escuela primaria. En esos seis años básicos se construye el futuro.
Mérito, esfuerzo, bilingüismo, presión familiar y segregación según los resultados académicos, están entre las claves que explican los excelentes resultados obtenidos por Singapur en el informe PISA (Programme for International Student Assessment).
Es en la escuela primaria, al empezar la educación obligatoria, que es pública, cuando los niños se juegan su futuro académico y profesional.
Durante seis cursos lectivos, desde los 6 hasta los 12 años, aprenden inglés, idioma oficial del país, además de su lengua materna (tamil, mandarín o malayo), matemáticas, ciencias, humanidades y artes.
El método Singapur surgió hace casi 50 años, cuando este pequeño país asiático logró su independencia en 1965.
En aquel entonces, el nuevo gobierno se propuso el desafío de convertirse en un país moderno. Sin embargo, cuando se puso a explorar los recursos para desarrollarse advirtió que contaba con muy poco.
A partir de allí comenzaron a estudiar diversas teorías sobre educación y se entusiasmaron con el psicólogo suizo JeanPiaget y el sociólogo estadounidense, Hebert Blumer. De ellos tomaron las ideas más importantes y las sistematizaron en libros que distribuyeron entre los pocos profesores que había en el país.
La metodología tuvo eficacia y hoy por hoy Singapur se considera como un país desarrollado.
LEE KUAN YEW, EL HOMBRE CLAVE
Un político con una visión estratégica y un pragmatismo implacable: Lee Kuan Yew transformó a un país que era una pequeña isla con pocos recursos naturales, a un modelo de éxito económico y prosperidad.
Lee Kuan Yew fue durante más de 30 años primer ministro de Singapur y logró canalizar con éxito las energías de los singapurenses y creó lo que a menudo se ha descrito como un auténtico milagro económico, una mezcla de capitalismo privado e intervención del Estado.
Lee forjó un Singapur próspero, moderno, eficiente y prácticamente libre de la lacra de la corrupción, lo que hizo que los inversores extranjeros acudieran al país.
Diseñó un amplio programa de reformas para sacar a Singapur del «pozo negro de la miseria y la degradación» -como él lo describió- a un Estado industrializado y moderno.
Fue reinventando el país en esas tres décadas, sentando las bases de una nación que actualmente está entre las mejores en educación, sanidad y competitividad económica.
Lee puso coto a la corrupción, que era un mal endémico en la antigua colonia, y se embarcó en un programa de vivienda de bajo coste y grandes programas de empleo.
También trabajó para limar las asperezas entre los diversos grupos étnicos de la isla y crear una identidad de Singapur única, basada en el multiculturalismo.
Para resumir, su gestión económica basta decir que entre 1960 y 1980 el PIB per cápita de Singapur aumentó 15 veces su valor.
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EL PODER DEL SUEÑO
El columnista (www.excelsior.com), Federico Reyes Heroles, publicó en su reciente entrega:
Hace unas semanas cayó en mis manos un documento brevísimo, dos cuartillas: The Desired Outcomes of Education. Se trata de un documento oficial del gobierno de Singapur que viene elaborando y reelaborando desde 1997. Reelaborando dos cuartillas. De entrada, me asombró la nitidez. Más allá de las aulas, los pizarrones, hoy las computadoras o tabletas, la educación es uno de los mayores retos del ser humano. De alguna manera educar es una revisión crítica de la propia vida para, así, mejorar la de quienes nos siguen. Qué transmitir, cómo hacerlo, qué debe ser conservado, qué descartado. La educación es una creación dinámica, de las mayores creaciones del ser humano. Detrás de todo proyecto educativo hay un deseo, debe haberlo. No es ya una cuestión deontológica, del deber ser, algo que no se cuestiona, esa versión victoriana y en mucho dogmática de la educación. El deseo es mucho más libre y, en algún sentido, lúdico, heurístico, de invención.
Así que las dos cuartillas son una declaración de cómo desearían que fueran los resultados de su sistema educativo, resultados que encarnan, en personas con conocimientos, actitudes y valores. Es un documento de las aspiraciones de los ciudadanos sobre los futuros ciudadanos de ese país. En el segundo paso comienza el desiderátum. Lo primero, sólido sentido de alerta sobre sí mismo; una sensibilidad para escuchar la moral y, finalmente, las habilidades y conocimientos para enfrentar los retos del futuro. El escolar deberá ser responsable con su familia, comunidad y nación. Sabrá apreciar la belleza del mundo que lo rodea con una mente sana en un cuerpo sano. El remate: deberá gozar, deleitarse con la vida. Sin desperdicio.
En el tercer párrafo se despliega lo que la persona será como resultado de la educación de ese país. A) Tendrá confianza en sí misma y un claro sentido de lo que es correcto y de lo que no lo es. Será capaz de discernir y establecer con independencia su propio juicio. No se trata de una versión maniquea de bien y mal, la corrección es la brújula. B) Será un autodidacta dirigido que se responsabiliza de su propio proceso con una actitud crítica que persevere en la búsqueda del aprendizaje. No se habla de un conocimiento dirigido sino de un proceso de aprendizaje infinito. C) Será un contribuidor activo capaz de trabajar con eficacia en equipos, de proponer iniciativas, calcular riesgos y disputar por la excelencia. Finalmente, D) Será un ciudadano comprometido y enraizado en su país, con una fuerte conciencia cívica, informado y con un rol activo en la mejoría de la vida de sus conciudadanos.
Hasta aquí los rasgos generales que son deseo oficial. La mecánica de cómo lograrlo se describe en media cuartilla y se concentra en un cuadro de resumen. Conocer y amar a su país en el nivel de primaria; ya con ello, con una creencia en el futuro de su país, estudiarán lo que para Singapur es importante o significativo; sólo así comprenderán los retos de la globalización para Singapur. Todo se resume en ocho resultados finales: 1.- una fuerte determinación moral para defender lo que es correcto; 2.- “resiliencia”, capacidad para superar la adversidad; 3- capacidad para colaborar con diferentes culturas y ser socialmente responsable; 4.- ser innovador y emprendedor; 5.- tener pensamiento crítico y ser capaz de comunicarse de manera persuasiva; 6.- tener el propósito firme de perseguir la excelencia; 7.- perseguir una vida sana y tener apreciación por la estética; 8.- finalmente, pero esencial, ser orgulloso de sus conciudadanos y entender a Singapur en relación con el mundo.
Es simple, es profundo, es estimulante.
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