PESE A LA SUPUESTA APERTURA Y LIBERTAD SEXUAL, LOS MILLENNIALS ESTÁN TENIENDO MUCHO MENOS SEXO QUE GENERACIONES PREVIAS. LA RAZÓN PARECE TENER QUE VER CON HAN ENCONTRADO UNA FUENTE DE PLACER SUSTITUTA.
Los millennials, particularmente aquellos nacidos en los noventa, están teniendo menos sexo, según diversos estudios. A esto se le suma también información que sugiere que están bebiendo menos alcohol.¿Qué está pasando con esta generación que en gran medida definirá del curso del mundo en los siguientes años?
Un estudio publicado en el Journal of Sexual Behaviour revela que en promedio los millennials y la llamada iGen están teniendo hasta menos de la mitad del sexo que generaciones pasadas, como los «baby boomers» o la generación X. Cifras muestran que lo millennials en promedio tienen 8 parejas sexuales, mientras que a la misma edad los boomers tenían 11 y 10 para la generación X.
En una nota en el Washington Post, la socióloga Stephanie Coontz sugiere que tal vez esto tenga que ver con las mujeres están más empoderadas y eligen decir no (cuando antes se sentían presionadas a complacer). En general los jóvenes, con toda la información que tienen actualmente y con la posibilidad de estudiar a posibles parejas en líneas, se estarían volviendo más selectivas.Sin embargo, otras personas creen que la tendencia podría ser preocupante en el sentido de que podría estar reflejando el hecho de que muchas personas jóvenes están teniendo problemas para formar relaciones íntimas emocionales profundas. El postergar el sexo o no buscarlo tanto podría tener que ver con «la presión para ser exitoso, vidas sociales que cada vez más se desarrollan en línea, expectativas irreales de perfección física que son promovidas por las apps de citas [y acaso por el porno] y temor al date-rape [ser violadas en una cita]».
El Washington Post entrevistó a una serie de milllennials en torno a este aplazamiento del sexo. Un chico de 18 años dice que «prefiere ver videos de YouTube y ganar dinero… el sexo no es algo que una persona va nota en curriculum». Una chica de 19 dice que la cultura de las citas actuales no le interesa, prefiere algo más tradicional, pero esto le quita mucho tiempo, así que prefiere esperar.
Paradójicamente muchos millennials señalan que el sexo y las relaciones son algo que les quita mucho tiempo, que requiere que le inviertan mucho esfuerzo. Y sin embargo, el tiempo que pasan en línea no les parece tiempo gastado. Otros creen que tiene que ver con los millennials son la generación más precavida: crecieron con cinturones de seguridad, sin jugar en la tierra, acompañados siempre en las calles y demás. Acaso existe una especie de temor a salir de la zona de protección y ensuciarse -ya que la intimidad emocional y sexual tienden a ser complejas y llenar de fluidos físicos y psíquicos.
Norman Spack, profesor de pediatría en Harvard, señala que «la naturaleza de la comunicación actualmente es antisexual. Las personas no están pasando el suficiente tiempo juntos solos en una habitación. Hay otro mono en la habitación: el aparato electrónico que esté prendido».
En el caso del alcohol, hay una clara tendencia entre los millennials a beber menos que otras generaciones. Esto parece tener que ver con que los millennials son más conscientes de los efectos negativos y los peligros del alcohol, habiendo más información -siendo también los millennials la generación obsesionada con la comida orgánica y el fitness. Asimismo, el alcohol no es tan cool ya y es considerado algo que hacían los papás y demás. El hecho de que beban menos alcohol podría estar relacionado con tener menos sexo, pero esta correlación es compleja de hacer y que sepamos no se ha hecho un estudio al respecto. Sin embargo, lo que consideramos aquí es la causa más importante, aunque no la única, que está haciendo que los millennials no tengan tanto sexo, probablemente también tenga que ver con que se consuma menos alcohol y en muchos casos también menos drogas. Y es que hay un substituto a estas sensaciones.
Como escribimos en un artículo previo, probablemente la «droga» más consumida actualmente en el mundo es la dopamina de fuente digital -si bien la dopamina es un neurotransmisor que se produce naturalmente en nuestro cerebro, la tecnología digital está creando nuevos patrones de manera masiva en el cerebro de las personas, creando un estado de permanente expectativa de pequeñas dosis de placer o «seudo-placer», como lo llama el creador del botón de «like» en Facebook. La forma en la que la tecnología está siendo diseñada y programada genera lo que un biólogo llama «la magia del puede ser», es decir, la anticipación de que tal vez recibiremos algo que nos encanta . Y esto está ocurriendo todo el tiempo, ya que las compañías de tecnología constantemente actualizan sus plataformas y aparatos para volverse más atractivos -y hasta adictivos- y hacernos pasar más tiempo conectados.
Así que probablemente lo que estamos viendo es que el placer que provoca el sexo y el alcohol -y sobre todo la anticipación de recibir ese placer- lo está proveyendo a su propia manera la tecnología digital con sus notificaciones constantes. El hecho de que estemos recibiendo nuestras pequeñas constantes dosis de dopamina quizás nos hacen evitar ir a buscar dosis más elevadas de dopamina en el sexo y en el alcohol. Tristan Harris, un ex empleado de Google, llama a los smartphones máquinas tragamonedas (como las de los casinos), pero los smartphones son muchas cosas y hoy en día también objetos de placer: tanto como por el contenido que podemos consumir en ellos (porno, imágenes de amigos y demás) como por el medio mismo, las pantallas, la parafernalia asociada, las notificaciones y los diseños de las plataformas también proveen pequeñas dosis de placer y nos colocan en el estado de anticipación a un siempre nuevo placer (aunque este sea pequeño y mayormente insignificante). Estar recibiendo este placer de forma digital de alguna manera impide que se acumule el deseo de encontrar el placer que solemos buscar a través de experiencias sensuales físicas como son las drogas, el alcohol y el sexo.
Por último hay que decir que el hecho de que se tenga menos sexo y, evidentemente, se tome menos, no es algo que deba considerarse malo. Es algo muy complejo y puede tener cosas positivas. El problema, sin embargo, tiene que ver con la adicción a fuentes de placer y conexión mediadas por la tecnología. Una adicción o sobreuso que además compromete seriamente nuestra capacidad de poner atención y controlar nuestra mente a voluntad.
Vía Pijamasurf // Photo by Laura Makabresku