Una mesa. Una mujer. Un libro. Tres elementos en blanco y negro pero un efecto en tecnicolor. Ella elige el libro y el atuendo. Y comienza a leer en voz alta. Pongamos que escoge un clásico moderno, American Psycho, con un Bret Easton Ellis cargado de sadismo… y de sexo. Primeras páginas superadas, la voz de la lectora se rompe. Ríe, tiembla, gime… Sí, pasa por todas las fases del orgasmo femenino. Y todo, sin dejar de leer.
Elegante y sorprendente, el sexo es la columna vertebral en la obra del artista estadounidense Clayton Cubitt, originario de la racial Nueva Orleans pero afincado en el no menos identitario barrio neoyorkino de Brooklyn. La excentricidad despojada de complejos sureña se mezcla con la neurosis de la gran urbe en las miradas de Cubitt, que chorrean belleza y sonrojo.
«¡La vida es demasiado corta como para desperdiciarla en vergüenza y aburrimiento!», cierra el artista la comunicación electrónica con FCINCO. Amén, Cubitt. Bienvenidos a la Literatura Histérica.
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Sí, la bella señorita que se acaba de correr ante tus ojos recitando unas muy a tono Necrophilia Variations de Supervert es la bellísima actriz porno serbia Stoya. Fácil, ¿no? Será la vez chorrocientosmil que alcanza el clímax ante una cámara. Pero ella sólo es la primera. Por el estudio de Cubitt desfilan mujeres blancas, negras, asiáticas, jóvenes y mayores, más o menos atractivas. Siempre ellas, ¿y ellos? ¿No son más fáciles de masturbar, así, debajo de una mesa?
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«Elegí experimentar con mujeres porque hay una especie de vergüenza social asociada a la sexualidad femenina, y estamos en un momento crucial en el empoderamiento de las mujeres contra esos pensamientos retrógrados», explica el artista. Su obra no se llama Hysterical Literature por casualidad…La mente inquieta del neoyorkino no descarta, sin embargo, ampliar la experiencia a varones y transexuales, y explorar «la cadencia de sus cuerpos». Él mismo no ha probado aún su propia medicina, «el vibrador no funciona con los hombres como con las mujeres». Gran excusa, pero va más allá: «Siempre pido a los sujetos (sí, les llama ‘sujetos’ porque esto es un experimento sociológico en toda regla) que traigan un libro que tenga un valor personal para ellos, y mis obras favoritas son de fotografía, lo tendría complicado para leer…». Ya. Pinchamos un poco más y se pone estupendo: «Leería el diccionario».
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Además del evidente exitazo que supone subir vídeos de mujeres en pleno orgasmo a Youtube, el trabajo de Clayton Cubitt tiene mucho de reivindicación artística, de escupir realidad sobre esa «ridícula» distinción entre alta y baja cutura que tanto le irrita. «Odio en particular la hipocresía que rodea cualquier interacción entre el sexo y el arte, así que en Hysterical Literature los enfrento: el arte encima de la mesa, el sexo debajo, a ver quién gana», afirma. Y gana siempre el sexo, claro. «No me sorprende. Me encanta».Y de aquí llegamos a la omnipresente liberación de los pezones en redes sociales. ¿Provación porque sí, o rebelión 2.0? «Yo tiendo a pensar que hago cosas que deberían verse como normales, pero nuestras estructuras de pensamiento obsoletas hacen que mis actos normales se consideren provocativos. En un mundo mejor ajustado, no creo que lo que hago resultara tan chocante», dice Cubitt. Evidentemente, elige rebelión.Más allá de lo puramente artístico, ‘Hysterical Literature’ tiene mucho de investigación social. En un mundo de postureo generalizado, el artista buscaba la naturalidad, ver qué cara se le queda a uno cuando no puede controlar el gesto. #nofilter, y eso. Sobre esa premisa, jugó primero al desgaste: en Long Portraits, los retratados permanecían cinco minutos mirando a cámara, a ver qué cara se les quedaba. Pero no, eso no era suficiente. «Era demasiado anónimo, no decía nada del modelo. Interesante, pero mudo». Ahí llegaron los vibradores. Primero, en forma de entrevista con Hitachi Magic Interview, después eliminando al artista por completo y dejando que la lectora entable su propia conversación. Dos distraccione: el libro y el placer, una batalla: el cuerpo contra la mente. Y nació la Literatura Histérica. Por SARA POLO (http://www.elmundo.es)
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“Hysterical Literature”
Overriding passions sex and literature
ENG: My dad was a Canadian national running pot over the border from Mexico. My mom was a Cajun hippie runaway, go-go dancing on Bourbon Street. They met, married, and went on a lifelong road trip, conceiving me in the back of a VW van on the way. I saw more by age ten than most people do their whole life, and this informs my work.
“Hysterical Literature” combines my two great, overriding passionssex and literature. The series juxtaposes the realm of words literally atop the realm of the erotic: each, as it were, finally in true congress with the other. Who would win the inevitable war? Upper body or lower? Logic or lust? Prefrontal cortex or hypothalamus? Or, perhaps, they might actually meld together, literature and sex, Madonna and Whorefor this is the core dichotomy of Cubitt’s experimentfused as never before. Each video provides a literate, and literal, clitoral monologue that renders the Vagina Monologues merely aspirational. For a woman who has eroticized her immutable shame, “Hysterical Literature” offers both public apotheosis and poetic coalescencewith a strong exhibitionism-voyeurism folie à deux chaser. This was a ride right up my streetthough it proved to be more like merging on the Autobahn during rush hour.
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