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Barbara Kruger | Cuando la cultura de masas y el consumismo se convierten en collages de protesta

La artista visual Barbara Kruger, a finales de los setenta, comenzó a preocuparse por los estereotipos de la población, poniendo en su obra mayor énfasis en temas relacionados con la mujer. En su trabajo describe como se construye la identidad y denuncia la imagen de una mujer sumisa y sometida en una sociedad construida bajo el modelo de patriarcado. A pesar de estar intimidada por el mundo del arte, Kruger logra romper con tabúes; sus estudios inconclusos en arte y diseño no le impidieron llegar a la jefatura del departamento de diseño de la revista Mademoiselle.

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La artista es coherente; el discurso claro, sencillo y sin filtros, ha creado un estilo propio inconfundible, bajo una personalidad fuerte, sincera y sarcástica. Esta neoyorquina nacida en 1945 fue compañera de las también talentosa Diane Arbus. El contacto con las teorías de Foucault, Roland Barthes, Julia Kristeva y Jacques Lacan le permite alimentar su obra. (Foucault concibe al sujeto construido por las fuerzas sociales, y Barthes le proporciona la idea de que ese “poder” se ejerce por medio del lenguaje.
La tipografía que utiliza es sencilla y legible, contrasta sus fondos grises con un fondo rojo, el cual le da un toque antiguo de propaganda, composición clásica de las revistas de mediados del siglo XX, sus recursos visuales recuerdan los diseños de carteles y anuncios publicitarios pero con un sentido crítico sobre el comportamiento de masas a partir del consumo donde el mensaje predomina. Su trabajo ha sido portada en revistas y publicaciones como Esquire, Newsweek o The New York Times Review.

Otros grandes orientan a Barbara con sus tesis, Freud y Lacan fueron una guía para su movimiento feminista, le permitieron revelar los efectos de la mirada social sobre el cuerpo femenino, que establece distancias y convierte a la mujer en un ser pasivo. Su obra se relaciona con el despertar de la conciencia en las mujeres. Su época vio nacer movimientos o líneas de pensamiento como el estudio de la sociedad de masas, el consumismo, la voracidad de la publicidad, la represión y rebelión femenina.
En 2012 Kruger y John McEnroe realizan la introducción del documental “Consumption” para Art21. Habla sobre la cultura de masas, así como del entorno cultural y social; han pasado ya más de dos décadas y su argumento cobra más fuerza, los medios y las formas por que nos comunicamos se han vuelto más visuales el poder de la imagen y del texto sencillo y claro siguen teniendo el mismo poder sobre el espectador.

ENG: Barbara Kruger is best known for her silkscreen prints where she placed a direct and concise caption across the surface of a found photograph. Her prints from the 1980s cleverly encapsulated the era of «Reaganomics» with tongue-in-cheek satire; especially in a work like (Untitled) I shop therefore I am(1987), ironically adopted by the mall generation as their mantra. As Kruger’s career progressed, her work expanded to include site-specific installations as well as video and audio works, all the while maintaining a firm basis in social, cultural, and political critique. Since the 1990s, she has also returned to magazine design, incorporating her confrontational phrases and images into a wholly different realm from the art world. Associated with postmodern Feminist art as well as Conceptual art, Kruger combines tactics like appropriation with her characteristic wit and direct commentary in order to communicate with the viewer and encourage the interrogation of contemporary circumstances.


The economy of Kruger’s use of image and text facilitates a direct communication with the viewer. Within a short declarative statement, she synthesizes a critique about society, the economy, politics, gender, and culture.
Kruger merges the slick facade of graphic design with unexpected phrases in order to catch the viewer’s attention using the language of contemporary publications, grapic design, or magazines. Rather than attempting to sell a product, her works aim to sell an idea to the viewer that is meant to instigate a reconsideration of one’s immediate context.


Kruger appropriates images from their original context in magazines and sets them as the background against which she emblazons confrontational phrases. From her use of clearly legible font to her jarring palette of red, white, and black, each element of the final artwork is crucial to its effectiveness as both an artistic expression and a protest against facets of postmodern life.

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