ESTUDIOS CIENTÍFICOS COINCIDEN CON LO QUE ENSEÑA TAMBIÉN LA ESPIRITUALIDAD PARA COMBATIR LA DEPRESIÓN
En pocas cosas coinciden la espiritualidad y la ciencia -en parte evidentemente porque la ciencia está basada en un paradigma materialista. Sin embargo, tanto la nuerociencia como la religión están de acuerdo en que pensar y actuar en beneficio de los demás genera bienestar.
Un estudio reciente publicado en American Psychological Association siguió a un grupo diverso de personas por seis semanas mientras se enfocaban en sí mismo o, en cambio, realizaban labores de altruismo y generosidad. Los resultados mostraron que aquellos que dieron su tiempo a los demás sintieron niveles más altos de emociones positivas durante el estudio y dos semanas después de que este había concluido su «florecimiento psicológico» seguía activo.
La psicóloga S. Katherine Nelson explica «las personas que se esfuerzan por encontrar la felicidad pueden estar tentadas a tratarse a sí mismas. Nuestros, resultados, sin embargo, sugieren que serían más exitosos si optaran por tratar a alguien más en vez». Como hemos visto anteriormente, buscar la felicidad suele ser la causa de la infelicidad, pero tal vez buscar la felicidad de los demás sea la causa genuina de la felicidad. Y lo que es mejor, esta felicidad no hace distinción ente la propia y la de los demás, afianzándose en un principio de interdependencia.
Una razón por la cual el dedicar nuestro tiempo y atención a los demás suele ser tan benéfico es que este extenderse al otro suele producir la sensación de que nuestra vida tiene sentido o significado. Si sólo vivimos para nosotros mismos y no para algo más grande, si no somos responsables de alguien más y si no experimentamos que lo que hacemos afecta a los demás, es poco probable que le demos valor a nuestros actos y encontremos motivación para hacer ciertas cosas que producirán hábitos positivos. Una persona no suele arreglarse o limpiar su casa si no va a ver a nadie. El otro es siempre la gran motivación, incluso en el caso de personas que se enfocan en su obra persona, como el caso de artistas o científicos, generalmente lo hacen porque creen que podrán beneficiar a la humanidad (a un otro abstracto). Los beneficios de tener una vida significativa fueron documentados por el Dr. Viktor Frankl en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial, donde claramente las personas que tenían algo o alguien en quien pensar y para quien vivir tenían mayor posibilidades de soportar las condiciones infrahumanas a las que eran sometidas. Asimismo, estudios científicos muestran que personas que tienen significado en sus vidas son más sanas y tienen mejores sistemas inmunes que personas que sólo tienen la sensación de felicidad. El significado es duradero, la felicidad es efímera.
En su libro Natural Prozac, el Dr. Joel Robertson cita el ayudar a las demás personas como una forma de producir serotonina de manera natural y por lo tanto para algunas personas esto puede servir como tratamiento para la depresión. Esto es así porque «ese tipo de ayuda nos provee un sentido de seguridad y vínculos comunitarios. Todos somos seres sociales y tenemos una necesidad de encontrar un lugar en la sociedad en el que nos sintamos realizados». Debemos de recordar que los procesos químicos del organismo, como es el caso de la producción de neurotransmisores, no son procesos mecánicos cerrados sino que se ven influenciados por el medio ambiente, nuestras relaciones y nuestros pensamientos.
Otra razón por la cual esto funciona es que sencillamente al ayudar a los demás nos enfocamos en los problemas de otros y olvidamos los nuestros. Lo cual revela que en muchos casos, la depresión y el malestar mental es fundamentalmente un mal manejo de nuestra atención o lo que el Dr. David Kessler, llama «captura«, esto es, estímulos, sensaciones, ideas y demás que suelen capturar nuestra atención de manera obsesiva y que suelen ser las causas de las enfermedades mentales. Kessler sugiere que los diferentes tratamientos actúan sobre la selección dirigida de la atención: «lo que los medicamentos hacen es que disminuyen mi reactividad y siento menos, la psicoterapia hace que vea la vida de forma distinta para que algo distinto capture mi atención, la espiritualidad hace que me desapegue de los estímulos». En los casos que la depresión no es demasiada severa, existen claros beneficios por tratarla de una manera que no haga daño extra ni forme dependencias como ocurre con los fármacos.
De manera similar a cómo Joel Robertson sugiere que ayudar a los demás produce serotonina, el budismo sostiene que la compasión genera lo que llama bodhicitta, la mente de la iluminación que es a veces también vista como una especie de elixir o sustancia alquímica que tiene el efecto de curar la enfermedad de la insatisfacción y el sufrimiento propio de la existencia cíclica (el samsara). El budismo mahayana se basa en el principio de que el egoísmo es equivalente a la ignorancia y al sufrimiento y por el contrario la compasión es igual a la inteligencia y a la felicidad, justamente porque los seres humanos no tienen una existencia separada o independiente de los demás. Esta es también la base de la llamada ley de oro que aparece en diversas religiones (puede leerse aquí una comparación del principio de la compasión en diferentes tradiciones religiosas).
La efectividad y el poco costo proporcional que tiene la compasión o el altruismo como tratamiento para la depresión no debería de ser desestimada. Parece demasiado sencillo y poco profesional y sin embargo cualquier persona que ha convivido con una persona deprimida sabe que cuando ésta logra, por la razón que sea, salirse del ensimismamiento de sus problemas y atender a otro, esto produce un efecto positivo siempre. Evidentemente existen casos muy severos en los que una persona está tan sumida en sí misma que ni siquiera logra voltear a ver a los demás. Pero aquí deben de entrar diferentes herramientas terapéuticas y la misma creatividad del terapeuta y los seres queridos de la persona en cuestión -algo que requiere mayor esfuerzo y mayor compasión que simplemente recetar otra pastilla.