En su libro El hombre en busca de sentido, el psicoterapeuta Viktor Frankl habla acerca de cómo una persona puede sobrevivir cualquier evento catastrófico siempre y cuando se tenga un objetivo a largo plazo. Frankl se expone a sí mismo como ejemplo de su teoría: antes de encerrarlo a trabajo forzado en Auschwitz, él tenía listo un libro para publicar; sin embargo cuando los nazis lo capturaron, quemaron su texto. Desde entonces, su único objetivo a lo largo de su encierro fue sobrevivir para reescribir su libro. Él creía, en otras palabras, en la trascendencia y superación de conflictos –externos y internos, graves y sencillos– al lograr objetivos establecidos.
Varias décadas después, Brian Little, profesor de la Universidad de Cambridge, continuó la teoría de Frankl. El considera que son los objetivos importantes y significativos los que no sólo motivan a la evolución de la personalidad, también resultan en una vida más feliz. Para ejemplificar su teoría, Little recomienda esto en su libro Me, Myself and Us (2014).
Primero, escribir los proyectos personales actuales, como perder peso, cuidar mejor a las mascotas o escribir un libro. La lista no tiene que ser larga ni exhaustiva; sino una guía para identificar un rumbo de vida.
Segundo, reflexiona sobre cada uno de los proyectos, principalmente su importancia y significado, lo coherente con la personalidad y valores propios, los orígenes del proyecto, cuánto progreso ha hecho, cuánta seguridad se transmite, entre otros. Esto con el objetivo de encuadrar el objetivo en cinco dimensiones principales del “Análisis de proyectos personales”: significado, gestión, conectividad con otros, emociones negativas y emociones positivas.
Tercero, evalúa si los proyectos son los más significativos y relevantes para los valores e identidad propia, pues son principalmente aquellos que impactan en la felicidad y salud general. De esta manera se podrán escoger los proyectos “correctos”, los que promueven un camino hacia una vida más disfrutare y rica.
Little agrega que la felicidad es posible si el objetivo posee un significado importante para uno; ya que la confianza en alcanzarlos fortalece la autoestima y, por tanto, la salud en general. En otras palabras es importante plantear objetivos realistas que regulen tanto el estrés como la sensación de miseria, que sean importantes para sí –y no tanto para complacer a otras personas– y que apasione de tal manera que brinde una sensación de omnipotencia.
En caso que existan objetivos sin un plan para alcanzarlos, Little recomienda buscar cuáles son los objetivos con poco progreso y a partir de ahí identificar cuáles son aquellos que causan estrés o desesperanza. En el caso que el objetivo cause estrés y no tenga un significado importante, entonces valdría la pena dejarlo; pero, si causa estrés y posee un significado importante, es indispensable identificar la fuente de infelicidad en la vida. Para Little, si un proyecto “se traba”, se pueden usar varias estrategias; como por ejemplo, utilizar la herramienta que los psicoterapeutas llaman Reframing, en la que se cambia la idea alrededor del proyecto. Por ejemplo, si el objetivo general es escribir un libro, menciona el autor, quizá lo mejor es convertirlo en escribir sólo media hora cada día –en vez de mantener la idea de escribir sin más.
La idea principal, en conclusión, es no sólo mantener objetivos a corto, mediano y largo plazo, también realizar los planes necesarios para alcanzarlos. Quizá este sea uno de los caminos que el Hombre actual necesite para sobrevivir a las excesivas demandas de la vida terrenal.