Todos conocemos el amor romántico, así como el amor por la familia y los amigos. Pero existe otro tipo de amor, al cual llamaban Ágape en la antigua cultura griega. El amor ágape se mueve en una frecuencia más profunda, se mueve entre lo incondicional y lo divino incluso. Tiene más que ver con el amor universal y/o espiritual. ¿Has pensado alguna vez en ello? ¿Has sentido alguna vez este tipo de amor? Por Inma Brea
Hace un tiempo, en una conversación bastante interesante, alguien me cuestionó diciendo “Ese amor del que hablas es cerebral”. Muy segura de mí misma, como apasionada de las neurociencias, respondí con tono sarcástico “¿Qué otro si no?”. Su respuesta no pudo dejarme más impactada; “Amor Espiritual”. En ese momento algo en lo más profundo de mi ser resonó y se abrieron en mí un sinfín de cuestiones y dudas, de las que sería consciente algunas semanas, incluso meses, después. ¿Cómo era posible que nunca hubiera reparado en ello o me lo hubiera cuestionado? Fácil. Mi cabeza aún estaba llena de prejuicios hacia la espiritualidad, las religiones o cualquier persona que las practicara. A partir de ese momento comencé a interesarme en las diferencias entre el amor espiritual y el que reside en el cerebro. Y por supuesto, a poner en práctica todo aquello que leía y de alguna manera tenía sentido para mí.
¿Cómo surge el amor romántico?
Cuando conocemos a alguien nuevo, nuestro cerebro procesa en cuestión de segundos toda la información que nos llega sobre esa persona; sus características físicas, su voz, su olor y aquello que percibimos de su personalidad.
En poco tiempo comparamos esta información con la que ya teníamos almacenada en nuestro cerebro acerca de cómo es nuestro hombre o mujer ideal. Muchas de estas características proceden incluso de la infancia, de algunas somos conscientes pero otras muchas residen en el subconsciente.
Si al cruzar toda esta información coincide en gran medida, ¡voilà!, el cerebro activa las áreas, las hormonas y los neurotransmisores relacionados con el proceso de enamoramiento.
Este maremágnum químico actúa prácticamente de la misma manera y en las mismas zonas cerebrales que las adicciones, incluido el sistema de recompensa. Por eso se dice, con mucha razón, que el amor es como una droga.
Es por todo esto que lo que solemos llamar amor romántico es egoísta. A partir del inicio del estado de enamoramiento, todo lo que haga por y para al ser amado será con el fin de obtener a cambio “mi recompensa” y el placer que esta me genera.
Amor romántico es aquel que reside en nuestro cerebro.
¿Y el amor espiritual?
Simplificándolo muchísimo se podría decir que es el amor que no espera nada a cambio. Decía Osho; “Amor es el encuentro, el encuentro orgásmico de la vida y la muerte ” y que para alcanzarlo hay cuatro pasos fundamentales.
Pasos para alcanzar el Amor según Osho
Primero; estar aquí y ahora, porque el amor solo es posible en el “aquí-ahora”. No puedes amar en el pasado.
Segundo; aprende a transformar tus venenos en miel.
Tercero; compartir tus cosas positivas, compartir tu vida, compartir todo lo que tengas. Todo lo bello que tengas, no lo escondas.
Cuarto; sé la nada. Una vez que comienzas a pensar que eres alguien, te estancas. Entonces el amor no fluye. El amor sólo fluye de alguien que no es nadie. El amor mora solo en la nada.
Cuando estás vacío, hay amor. Cuando estás lleno de ego, el amor desaparece. El amor y el ego no pueden converger.
Sin embargo, antes de ofrecer amor incondicional a otra persona debes amarte a ti mismo incondicionalmente, como decía Osho, “transformar tus venenos en mieles”.
Por supuesto, para nuestra sociedad no es fácil alcanzar un amor tan profundo ya que estamos educados para funcionar desde el Ego, donde residen los miedos, las culpas, las expectativas, la prepotencia, las exigencias y un larguísimo etcétera. Todos estos conceptos están instaurados en la mente colectiva.
Conclusión:
Amar de verdad, con el corazón, requiere para la gran mayoría, un gran trabajo personal y un verdadero compromiso con uno mismo. Es un verdadero viaje por nuestro interior al que, aunque pueda escocer, bien merece la pena embarcarse.
“El corazón del hombre es un instrumento musical, contiene una música grandiosa. Dormida, pero está allí, esperando el momento apropiado para ser interpretada, expresada, cantada, danzada. Y es a través del amor que el momento llega.” ? Rumi