Era cuestio?n de tiempo, tal como indica el nombre de la presente exposicio?n, que Adriana M. Berges (Madrid, 1992) y yo volvie?ramos a coincidir en las paredes de una galeri?a. Adriana con sus lienzos, yo solo la acompan?o con mis palabras. Pero hablar de su obra me lleva automa?ticamente a las vi?as del metro de Madrid, a sus escaleras eternas y a uno de mis rincones favoritos de la ciudad, desde el que una Nike? elegante, audaz y serena observa en silencio el continuo e incansable tra?fico de automo?viles y transeu?ntes cruzando la Gran Vi?a y la calle Alcala?: el edificio Metro?polis.
Tres ejes entre los que gira la exposicio?n: las vi?as, las escaleras, las cu?pulas (en concreto la de Metro?polis). Tres tipos de escenarios que nos elevan desde lo ma?s profundo de la ciudad con las vi?as y escaleras de su metro hasta lo ma?s alto con las cu?pulas modernistas que rasgan modestamente el cielo. Rincones que han sido, son y sera?n testigos de historias, viajes y silencios, conformando una memoria colectiva como lugar de tra?nsito.
Muchos de nosotros podemos reconocer en estos lienzos los espacios que recorremos diariamente y que, quiza?s por primera vez, nos hemos detenido a observar. Adriana no es la primera –ni sera? la u?ltima– que se ha preocupado de detener el tiempo picto?ricamente en sus lienzos y de mostrarnos esos rincones madrilen?os curiosos y centinelas que saben muchos de nuestros secretos. Esa pintura del respeto, detalle y de la valoracio?n del tiempo del hiperrealismo contempora?neo ha sido uno de sus focos de investigacio?n e inspiracio?n.
Sin querer dar un protagonismo absoluto a los grandes lienzos minuciosos figurativos del resultado final, reitera en ese concepto de tra?nsito que parece obsesionar a la artista y, al igual que hizo en mayo en Del lienzo a la escritura, nos muestra su proceso, su maduracio?n y sus mu?ltiples reinterpretaciones y bocetos de los espacios que le rodean, tratando a veces con diferentes lenguajes una misma imagen. En ellos no solo podemos oler y sentir la pintura, sino el dibujo, el encuadre, la fotografi?a, la li?nea y ese punto de fuga centrado, que a mi? como historiadora del arte me seguira? recordando siempre a Piero della Francesca.
Dice la autora que quiza?s su obsesio?n por las vi?as, por los espacios pu?blicos y por el concepto de tra?nsito sea debida a su propia bu?squeda y maduracio?n en ese proceso y arduo estudio de la pintura. De?mosle a Adriana entonces tiempo, detenga?monos a respirar, a ver y escuchar lo que esos rincones vigi?as nos tienen que contar y, finalmente, de?mosle tiempo al tiempo. Por Laura Jime?nez Izquierdo