Una de las influencias de la subdecadencia es la del ocultista, místico, alquimista, escritor, poeta, pintor y mago ceremonial inglés, Aleister Crowley, que fundó la filosofía religiosa de Thelema.
En la subdecadencia evolucionamos de la reflexión “Cada hombre y cada mujer es una estrella” de Aleister Crowley a “Cada hombre y cada mujer es una estrella dentro de un universo”.
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Una estrella es un astro o cuerpo celeste que brilla con luz propia en el firmamento. Las estrellas producen su propia luz y energía.
Nosotros, “individuos-estrella”, tenemos que conseguir brillar por luz propia, porque por un lado somos seres individuales, pero no hemos de olvidar que también somos seres sociales.
Comparémonos con las estrellas.
Aunque la estrella más conocida, el Sol, existe en solitario, tres de cada cuatro estrellas existen como parte de un sistema binario compuesto por dos estrellas orbitando mutuamente. Y aunque el Sol sea solitario tenemos que recordar que forma parte de un espacio.
Entonces, al igual que las estrellas, nos podemos encontrar individuos solitarios, pero mayoritariamente encontraremos seres binarios dentro del universo de nuestro entorno. Pero el núcleo de la estrella-individuo debe ser fuerte porque si no nuestro ser pierde su sentido y nos convertimos en cuerpos inestables, dependientes o parásitos. La unión con otra estrella tiene una función de complemento para una mayor evolución personal.
Nuestro ser, ya sea binario o solitario, se siente en armonía cuando tenemos un balance con nosotros mismos, con nuestra otra estrella en el caso del binario y con nuestro entorno-universo.
En este aspecto, Crowley considera que nuestra misión es conocer nuestra voluntad, y luego llevarla a cabo con puntualidad y desapego. “Ahí, y sólo ahí, estamos en armonía con el movimiento de las cosas, nuestra voluntad parte de, y por lo tanto es igual a, la voluntad de Dios”.
Y cuando Alastair Crowley dice “Haz lo que quieras”, matizamos “Haz lo que quieras sin dañar a tu entorno” teniendo en cuenta nuestra individualidad y nuestro aspecto social. ¿Cómo lo hacemos? Sin duda, es una tarea de una mayor complejidad porque implica a veces saltarse las normas y otras veces aprender a adaptarse. El fin es brillar con luz propia a través de la búsqueda y afirmación de uno mismo pero también a través de la empatía, la compasión y de la adaptación conducidos por el amor y por la responsabilidad social porque somos Uno, somos Dos, Somos Muchos.
«Gran parte del caos que hay en el mundo se produce porque la gente no se aprecia a sí misma. Como nunca se han llegado a demostrarse amistad y ternura a sí mismos, no pueden experimentar dentro de sí paz y armonía, y por eso, lo que proyectan hacia los demás también es confuso e inarmónico».
Shambala / La senda del guerrero / Chögyam Trungpa