“¿QUE? CLASE DE DESARROLLO ES E?STE QUE ACORTA LA VIDA DE LAS PERSONAS? SE INFECTAN DE VIH/SIDA. NUESTROS NIN?OS RECIBEN PALIZAS EN LA ESCUELA Y NO QUIEREN IR. ALGUNOS COMIENZAN A PROSTITUIRSE. NO SE LES PERMITE CAZAR. PELEAN PORQUE ESTA?N ABURRIDOS Y SE EMBORRACHAN. ESTA?N EMPEZANDO A SUICIDARSE. NUNCA ANTES VIMOS ALGO ASI?. ¿ESTO ES ‘DESARROLLO’?”
El “progreso” se cuestiona hoy menos que nunca; simplemente se piensa que es bueno para todos. Las nociones actuales de progreso se remontan a la era colonial, cuando la apropiacio?n de recursos y mano de obra supuestamente se justificaban porque a cambio se ofreci?a “civilizacio?n”.
Entonces, ¿que? es el progreso? Para los ciudadanos pobres de las naciones ma?s pobres, sus pilares son la escolarizacio?n, de la que esperan mayores ingresos, y la asistencia sanitaria, de la que esperan una vida ma?s larga. El progreso puede matar no pone esto en duda: algunos ven realizados sus suen?os, pero otros so?lo se empobrecen au?n ma?s.
Para los pueblos indi?genas es diferente, sobre todo para aquellos con un menor contacto con fora?neos. Imponerles el “progreso” nunca les reporta una vida larga y feliz, sino una existencia corta y desoladora, con la muerte como u?nica escapatoria. El progreso impuesto ha destruido a muchos pueblos y amenaza a muchos ma?s. Unos lo saben y deciden mantenerse aislados. Otros tienen una relacio?n ma?s estrecha con los fora?neos; algunos reciben atencio?n sanitaria destinada a mitigar la devastacio?n a la que se enfrentan. Como una paradoja mortal, la asistencia sanitaria “moderna” disponible para los indi?genas nunca es suficiente -ni siquiera en los pai?ses ricos- para contrarrestar los efectos de las enfermedades introducidas y la devastacio?n generada por la pe?rdida de sus tierras.
Este estudio no niega los logros de la ciencia, ni defiende una visio?n roma?ntica que an?ora una mi?tica edad de oro. Tampoco es un rechazo al cambio: todas las sociedades cambian constantemente.
Lo cierto es que los pueblos indi?genas que viven en sus propias tierras -controlando su propia adaptacio?n a un mundo cambiante- son pobres en te?rminos monetarios, pero su calidad de vida y salud es, a menudo, visiblemente mejor que la de muchos de sus compatriotas. Las estadi?sticas muestran que cuando se les fuerza a abandonar sus tierras, su salud y su bienestar se deterioran, y las tasas de depresio?n, adiccio?n y suicidio se disparan. E?stos son hechos demostrables.
Recientes intentos de medir la “felicidad” en distintas poblaciones no han sorprendido a quienes ya esta?n familiarizados con pueblos indi?genas que au?n ejercen el control sobre sus vidas: los ma?s ricos del mundo no son ma?s felices que un pastor masai.
Los proyectos que desalojan a los indi?genas de sus tierras e imponen el “progreso” causan una miseria incalculable. Esto no es sorprendente: el “progreso” -la conviccio?n de que “nosotros” sabemos ma?s- comparte con el colonialismo el efecto de apropiacio?n de tierras y recursos nativos. Los pueblos indi?genas no sobreviven a esta situacio?n. Por el contrario, cuando esta?n en sus propias tierras y eligen su propio desarrollo, simplemente prosperan.
PROGRESO = EL FINAL
Un 90% de indi?genas americanos murio? tras el contacto con los europeos, la mayori?a por enfermedades. Otros fueron exterminados.
CONTACTO: Los brita?nicos llevaron el “progreso” a los granandamaneses traslada?ndoles a un “hogar” para mejorar su estilo de vida. De los 150 nin?os nacidos, todos murieron antes de su tercer cumplean?os. Del total, el 99% de la poblacio?n murio?, y hoy so?lo quedan vivas 53 personas. Sobreviven a base de la ayuda del Gobierno, muchos padecen tuberculosis, y la mayori?a de los hombres son alcoho?licos.
Sus vecinos en las Islas Andama?n, los jarawa, habitan sus tierras desde hace unos 60.000 an?os: cinco veces ma?s tiempo del que los antepasados de los brita?nicos llevan en Gran Bretan?a. Los jarawa han vivido aislados y de forma autosuficiente, y siguen gozando de buena salud. Su supervivencia hoy se ve amenazada por una carretera que atraviesa sus tierras, y trae consigo cazadores furtivos y nuevas enfermedades como el sarampio?n. El Tribunal Supremo de India ha ordenado su cierre, pero la administracio?n local se ha negado a acatar la orden, y la carretera sigue abierta.
ESPERANZA DE VIDA: Para los pueblos abori?genes de Australia, el progreso ha significado desalojos, empobrecimiento y la destruccio?n de comunidades.
En comparacio?n con el resto de los australianos, los abori?genes tienen: 6 veces ma?s probabilidades de morir en edad infantil; 6 veces ma?s probabilidades de morir de un infarto; 8 veces ma?s probabilidades de morir de afeccio?n pulmonar o cardi?aca; 22 veces ma?s probabilidades de morir de diabetes. Su esperanza de vida al nacer es entre 17 y 20 an?os menor que la del resto de australianos.
PROGRESO = VHS/SIDA
En 2002, un 40% de las muertes de bosquimanos gana y gwi en un campo de reasentamiento se debieron al SIDA.
El “progreso”, desde la construccio?n de carreteras hasta los reasentamientos, trae consigo prostitucio?n, abuso de mujeres y nin?os indi?genas, y enfermedades sexuales. En 1971, los esfuerzos del Gobierno brasilen?o por establecer un “contacto amistoso” con indi?genas aislados introdujeron la gonorrea entre los parakana?. Los funcionarios gubernamentales infectaron a 35 mujeres indi?genas; algunos de sus hijos nacieron ciegos.
La ocupacio?n indonesia es desastrosa para los papu?es. Su tasa de infeccio?n de VIH es 15 veces superior a la media nacional, y aumenta ra?pidamente. Sin embargo, la educacio?n sanitaria y su chequeo se dirige a la poblacio?n indonesia, no a la indi?gena. Los soldados proporcionan prostitutas y alcohol a li?deres indi?genas para sobornarles y para que cedan su madera ma?s preciada, que se vende para incienso. Muchos papu?es creen incluso que el eje?rcito indonesio introduce deliberadamente VIH como herramienta para el genocidio. Algunos pueblos indi?genas se enfrentan a la aniquilacio?n por esta enfermedad.
PROGRESO = INANICIÓN
En una de las regiones ma?s ricas de Brasil, nin?os guarani? esta?n muriendo de hambre.
En 2005, la mayori?a de los nin?os guarani? mbya? de Iguazu?, Argentina, padeci?a malnutricio?n. Al an?o siguiente, 20 nin?os murieron de inanicio?n en so?lo tres meses. Estos indi?genas pierden anualmente el 10% de sus tierras, y no pueden cultivar alimentos suficientes.
Al otro lado de la frontera se encuentra una de las regiones ma?s ricas de Brasil, donde viven unos 11.000 indi?genas guarani?, hacinados en un a?rea que apenas puede mantener a 300. Sus hijos esta?n muriendo de hambre. Casi ningu?n otro pueblo ha logrado sobrevivir a una pe?rdida tan extrema de tierras.
La selva, de donde los guarani? obteni?an su alimento, esta? siendo talada a gran velocidad para crear haciendas de ganado y plantaciones de soja y can?a de azu?car. La respuesta gubernamental consiste en repartir aceite, arroz y harina, pero los indi?genas ya ni siquiera encuentran la len?a necesaria para cocinar estas escasas raciones. Los pueblos indi?genas que eligen su propio modo de vida en su propia tierra pueden pasar hambre ocasionalmente, pero la malnutricio?n es inusual. Los guarani? necesitan recuperar sus tierras, o de lo contrario, no sobrevivira?n.
“Siempre recuerdo a un anciano que deci?a: ‘Los blancos; ellos van a acabar contigo. Van a acabar con nuestras casas, con nuestros peces e incluso con nuestros cultivos. Y cuando haya desaparecido toda nuestra selva, estaremos acabados como pueblo. Todo va a cambiar y nuestra tierra se hara? muy pequen?a’. Y, ¿sabe?, ese hombre, hace tantos an?os, acerto? del todo.” Paulito, anciano chama?n guarani?, Brasil. 17 Mujeres ache? mueren de hambre tras haber sido forzadas a salir del bosque, Paraguay. *16 “E?ramos un pueblo libre que vivi?a rodeado de abundancia. Hoy dependemos de las ayudas del Gobierno. Es como tener un arma apuntando a nuestras cabezas.”
PROGRESO = OBESIDAD
Los pueblos indi?genas sin tierras se ven forzados a adoptar una vida sedentaria y muchos se hacen dependientes de las comidas procesadas. Este cambio en el modo de vida y en la dieta –de hiperproteica a hiperlipi?dica– suele ser desastroso, provocando obesidad, hipertensio?n sangui?nea y diabetes.
En la reserva de Pima (Arizona), ma?s de la mitad de los indi?genas mayores de 35 an?os son diabe?ticos; esta patologi?a se da mucho menos entre quienes viven en las montan?as. La Federacio?n Internacional de Diabetes predice que el sobrepeso y la diabetes provocara?n “muertes y discapacidades prematuras”. Si no se tratan o si se detectan tarde –como suele ocurrir entre los indi?genas–, la diabetes puede causar ceguera, complicaciones renales, infartos cerebrales, enfermedades cardi?acas y amputaciones. El impacto en generaciones futuras sera? catastro?fico.
PROGRESO = SUICIDIO
Entre 1985 y el an?o 2000, unos 300 guarani?-kaiowa? se suicidaron. El ma?s joven teni?a so?lo nueve an?os.
Pueblos indi?genas de todo el mundo sufren el trauma de la reubicacio?n y el asentamiento forzosos. Se ven a si? mismos en un entorno al que no esta?n acostumbrados, donde no hay nada u?til que hacer, y donde son tratados con desde?n racista por sus nuevos vecinos. Es frecuente que se lleve a sus hijos a colegios de re?gimen interno, que los separan de sus comunidades y donde a menudo prohi?ben o ridiculizan su lengua y sus tradiciones.
Alienados y sin esperanza, muchos consumen drogas y alcohol. Proliferan la violencia dome?stica y el abuso sexual. Muchos recurren al suicidio. En Canada?, los grupos indi?genas que han perdido la conexio?n con sus tierras presentan tasas de suicidio 10 veces superiores a la media nacional; aque?llos con vi?nculos fuertes a menudo ni lo conocen.
PROGRESO = ADICCIÓN
Un tercio de los nin?os innu inhala gasolina. Muchos comienzan con so?lo cinco an?os de edad.
Los pueblos indi?genas desposei?dos y alienados a menudo se entregan a las drogas, normalmente a las ma?s baratas y ma?s asequibles, como el alcohol y la gasolina. La salud de los individuos y sus familias se viene abajo. Los bebe?s nacen con si?ndrome alcoho?lico fetal, los nin?os reciben poca atencio?n de sus padres adictos, los adolescentes siguen el ejemplo y los padres -antes respetados- son rechazados por las nuevas generaciones. Se establecen ciclos que no pueden romperse simplemente tratando a individuos o a sus si?ntomas. Toda la sociedad se derrumba.
Entre la juventud innu, la inhalacio?n de gasolina constituye un problema grave. A largo plazo, esta adiccio?n puede causar convulsiones y dan?o permanente a los rin?ones, ojos, hi?gado, me?dula o?sea y corazo?n. En el an?o 2000, Charles Rich, de once an?os, murio? al incendiarse por accidente mientras esnifaba gasolina. Un nin?o que presencio? esta horrorosa muerte conto? lo siguiente:
“Me llamo Phillip. Soy esnifador [de gasolina]. Esnifo gasolina con mis amigos. En invierno, robamos motos de nieve y robamos gasolina… No voy a casa porque esnifo gasolina. Y esnifo gasolina porque mis dos padres beben y eso me saca de quicio… Hubo un momento en que Charles corrio? hacia mi? cuando estaba ardiendo, pero como yo estaba esnifando gasolina y mis vapores eran muy fuertes, sali? corriendo. Teni?a miedo de prenderme fuego yo tambie?n.”
SALUD Y LIBERTAD
La historia de los yanomami: Los indi?genas yanomami de la Amazonia sufrieron una gravi?sima crisis en las de?cadas de los ochenta y noventa, cuando su territorio fue invadido por mineros que introdujeron violencia y enfermedades. El 20% murio? en siete an?os.
La asistencia del Gobierno brasilen?o tuvo poco e?xito: lo que los yanomami necesitaban para sobrevivir y recuperarse era su tierra y su propia asistencia sanitaria.
Sucedio?. En 1992, tras una campan?a de 23 an?os liderada por Survival y la Comisio?n Pro-Yanomami (CCPY), se creo? el Parque Yanomami. Esto dio a los indi?genas del Amazonas el control sobre, al menos, 10 millones de hecta?reas de selva.
Durante este peri?odo, se recluto? a personal me?dico independiente para que trabajara junto con los tradicionales curanderos yanomami. Esta nueva iniciativa sanitaria, Urihi –respaldada por Survival– redujo a la mitad el nu?mero de muertes. En 2004, el Gobierno brasilen?o asumio? la asistencia sanitaria por decreto. El gasto se duplico?, pero las enfermedades se dispararon. Algunas comunidades vieron la malaria cerebral letal multiplicarse por cuatro.
El modelo apropiado de asistencia sanitaria para pueblos indi?genas esta? ensayado, comprobado, y es ma?s barato que otras alternativas: los fora?neos deben tratar con respeto al pueblo y a su conocimiento; los integrantes de la comunidad deben formarse para ofrecer tratamientos lo ma?s especializados posible; y los trabajadores sanitarios fora?neos deben construir una relacio?n de apoyo mutuo con las comunidades en las que trabajan.
Los indi?genas que viven en libertad en su propia tierra y toman decisiones sobre sus propias vidas, disfrutan de una salud mucho mejor que aque?llos a quienes se ha desarraigado y se les ha impuesto el “progreso”. Si sufren enfermedades introducidas desde el exterior, necesitan una adecuada asistencia sanitaria, proporcionada con respeto y sensibilidad.
Los pueblos indi?genas sufren los efectos del racismo y de un choque de culturas cuando sus vi?nculos con su tierra e identidad se han roto. Ayudarles a reconstruir esos vi?nculos constituye el remedio ma?s efectivo y eficiente de todos.
Es de sentido comu?n, pero el principal obsta?culo al que hacen frente los pueblos indi?genas es la arcaica idea, que sostienen muchas organizaciones de ayuda y gobiernos, de que su principal problema es su falta de progreso. No lo es.
«No es que los yanomami no quieran el progreso u otras cosas que tienen los hombres blancos. Lo que quieren es poder elegir y que el cambio no les venga impuesto, lo deseen o no. No estoy diciendo que este? en contra del progreso. Creo que es muy positivo cuando los blancos vienen a trabajar entre los yanomami, a ensen?ar a leer y escribir, y a plantar y usar plantas medicinales. Para nosotros, esto es progreso. Lo que no queremos son las empresas mineras, que destruyen la selva, o a los mineros que traen tantas enfermedades. Estos blancos deben respetar a nuestra tierra yanomami. Los mineros traen armas, alcohol y prostitucio?n, y destruyen toda la naturaleza donde quiera que van. Para nosotros, esto no es progreso. Queremos progreso sin destruccio?n.” Davi Kopenawa, chama?n yanomami, Brasil, 2003
Para leer el informe completo, El progreso puede matar: co?mo el desarrollo impuesto destruye la salud de los pueblos indi?genas visita: www.survival.es/elprogresopuedematar
Para participar y contribuir a frenar las injusticias contra los pueblos indi?genas, ponte en contacto con www.survival.es Ayudamos a los pueblos indi?genas a defender sus vidas, proteger sus tierras y a decidir su propio futuro.
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