El italo-estadounidense Maurizio Cattelan (1960) la monta allá donde vaya. Conocido por sus acciones provocadoras en La Nona Ora (La novena hora) representaba al Papa Juan Pablo II alcanzado por un meteorito, instaló una figura de Hitler orante titulada Him (Él) en uno de los pasadizos del antiguo gueto de Varsovia pero retirado del mundo durante los últimos dos años, vuelve ahora con Cosa Nostra, algo así como sus grandes éxitos.
La muestra, que en el título contiene una referencia clara a la mafia italiana y otra al mercado del arte, del que Cattelan saca buena tajada con sus trastadas, se celebra en la galería Venus Over Manhatthan, el exclusivo espacio de exposiciones de la casa de subastas Sotheby’s en Nueva York. Los organizadores prometen que nadie saldrá indemne, «física o psicológicamente», de la sala y advierten que entre las piezas hay animales disecados que fueron sacrificados para el fin específico de ser convertidos en obras de arte. Entre 24.000 y 16 millones de euros.
Cattelan capturó las ratas de ciudad en el exterior del pabellón oficial de Italia de una de las últimas ediciones de la Bienal de Venecia, que los pájaros se habían ocupado de decorar con sus heces, las disecó y las montó sobre una estructura de aluminio para criticar al turismo de masas y también al turismo artístico, a los que equipara en ferocidad y producción de escoria.
La transformación de desechos en arte de alto nivel y no menos elevado precio aparece también en la escultura sin título de una escoba apoyada en un lienzo en blanco al que sostiene en equilibrio para que no se caiga de la pared de la galería, el perro durmiente taxidermizado (hay varios, uno de ellos titulado Barato de alimentar) y la vaca con manetas de ciclomotor en vez de cuernos… Hay, como se ve, un cierto humor procedente de los ready made de Duchamp, una o pizca de arte povera y un profundo cuestionamiento sobre a qué llamamos arte hoy.
La obra más destacada podría ser Ave María, en la cual tres brazos uniformados surgen de la pared de la galería y hacen el saludo fascista. La pieza, que podría promover una reflexión sobre la violencia, el poder y el conformismo, los brazos juegan el mismo papel que cualquier elemento decorativo hogareño, trazando «una analogía entre la banalidad cotidiana y la conformidad de la vida de oficina» bajo un régimen fascista.
Alexander Rotter, Co-Director del Departamento de Arte Contemporáneo de Sotheby’s, considera que Cattelan es «uno de los artistas más característicos de nuestro tiempo. Ya sea porque nos entretiene, nos sorprenda o nos indigne, nadie puede ver una obra de Cattelan sin apreciar la fuerza profunda de su trabajo».
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Por Ánxel Grove