Closed contact es una colaboración entre la pintora Jenny Saville y el fotógrafo de moda y cineasta, Glen Luchford
Jenny Saville «Closed contact». Una serie de obras que explora la desnudez del cuerpo femenino y las percepciones estereotipadas de su belleza. Esta serie podría ser percibida como marginal, dentro de los híbridos de arte y moda, aunque la estética única e inusual de sus sujetos crea un resultado potente y cautivador que atrae la atención del espectador.
La figura representada en las obras es de Saville, que es conocida por sus trabajos de autorretrato. Este es el primer trabajo de colaboración para Saville, como artista trabaja generalmente en sus autorretratos utilizando un espejo. Saville se inspiró en la cirugía plástica y la forma en que se relaciona con la belleza y su capacidad para crearla. La forma en que distorsiona su cuerpo establece un paralelismo con la carne que está siendo cortada durante una intervención estética como la liposucción.
La capacidad de llevar el cuerpo común a una estructura amorfa, casi sin sentido, es conmovedora. El cuerpo aquí pareciera no tener una estructura que lo sostenga, y el ser humano queda expuesto de tal forma que se percibe como un bulto lleno de expresión, donde las diferentes tomas que ellos logran te hacen entrar en la fotografía y descubrir y sorprenderte.
Saville (Cambridge, 1970) tomó una vieja tradición, la de la representación femenina, para subvertirla, para correrla del eje de la belleza canónica y proponer cuerpos que relatan su devenir a través de los trazos, de las texturas, de una necrosis que se convierte en belleza aún siendo perturbadora. Sus obras de mujeres obesas, como de aquellas a punto de pasar por una cirugía plástica, presentadas muchas desde contrapicada le otorgaron notoriedad y la convirtieron en la artista viva más cara del mundo, como sucedió con Propped tras una subasta de 1998. Hay en estas piezas un juego con la desproporción, una ruptura de la armonía que busca complicidades con la pincelada pastosa de la madurez de Rembrandt y que Lucian Freud llevó más allá.
Saville trabajó con su propio cuerpo, con sus pliegues, fotografiándose sobre superficies para que la carne pierda estatismo y armonía, como también con modelos en vivo a los que captura en instantáneas.
Existe una lectura oficial sobre estas obras, una suerte de crítica hacia el mandato de la delgadez, aunque ella en varias entrevistas aseguró que esa mirada no era la que la motivaba, sino los cambios en el cuerpo. Hay, en esa línea, una sensibilidad por una violencia latente, la de la mujer desencajada, hecha de retazos que se funden en el todo, del dripping que se desprende como un síntoma más de esas marcas de la existencia. En series posteriores, sus retratos abandonan una paleta cercana a la de Apeles para sumar más texturas y así un vigor más dramático.
Así, se convierte en una artista que presenta múltiples realidades, nos expresa el pasado como una continuidad, a fin de cuentas tuvo una sólida formación desde la infancia a la academia, pero que en su quehacer estilístico, desde sus primeras pinturas, trabaja el rastro en los cuerpos, el peso del tiempo, y una humanidad voluble, cambiante, imperfecta. Las líneas se mueven de los ejes, los atraviesan, vibran y danzan como una experiencia que el cuerpo exuda, rechaza, pero que a la vez lo conforma. A estas líneas se las podría pensar como “arrepentimientos”; lo sean o no puede ser anecdótico porque sus intenciones radican en mantener esa memoria del cuerpo, otra vez la cuestión de la continuidad del ser, la herencia de las propias acciones.
Realizó obras de género fluido, metamorfoseando con cuerpos femeninos y masculinos, construyendo identidades nuevas. En ese sentido, fue una artista de avanzada sobre discusiones que sucederían, que suceden, décadas después de haber realizado las obras, lo que le otorga a su trabajo una profunda actualidad.
Jenny Saville «Closed contact». Texto: Rodrigo Campuzano