Un espejo para el alma: el arte como ritual de reconocimiento.
En la obra de Lita Cabellut, el espejo no es un objeto pasivo, sino un umbral simbólico. El Espejo Ciego no devuelve reflejos literales, sino visiones que interpelan el alma: aquello que se esconde tras los velos de la cultura, la fe y la historia.
Cada obra en esta serie monumental funciona como un acto de reconocimiento íntimo y universal. El visitante no se enfrenta a una colección de rostros ajenos, sino a una representación de aquello que, en algún rincón profundo de la psique colectiva, ha sido compartido: la necesidad de comprender la existencia mediante símbolos, relatos y rituales.

La artista invita a una contemplación sin filtros ideológicos, donde lo visual se convierte en un acto de introspección. Los retratos, más grandes que la escala humana, sobrepasan el marco de lo personal y alcanzan lo mítico. Se trata, en efecto, de un ritual contemporáneo: el arte como espacio sagrado donde el espectador se reencuentra con los múltiples rostros del espíritu humano.

Retratos sin dogma, la coexistencia simbólica de las religiones
Uno de los grandes logros de El Espejo Ciego radica en su capacidad de hacer convivir, en un mismo espacio estético, creencias históricamente enfrentadas sin caer en el relativismo ni en la trivialización. Cabellut no jerarquiza ni homogeniza. Cada figura —el Papa, el Chamán, el Budista, el Judío, el Musulmán, el Hindú, el Ortodoxo ruso— se presenta con la dignidad y el peso de su tradición, pero sin la pretensión de representar la totalidad de la fe que evoca.

El resultado es una constelación visual en la que las religiones dialogan sin palabras, en una coreografía de símbolos que resalta tanto sus singularidades como sus resonancias. Cabellut no busca reconciliaciones imposibles, sino crear un espacio donde las contradicciones y afinidades puedan ser observadas con honestidad.
En su silencio pictórico, cada retrato propone una pregunta más que una respuesta. ¿Qué vemos cuando miramos al otro portando su fe? ¿Y qué de nosotros se revela en ese acto de mirar?
El Espejo Ciego de Lita Cabellut. Pertenecer sin poseer, la identidad frente a la historia sagrada
El tema de la pertenencia atraviesa toda la serie como una corriente subterránea. La religión, sugiere Cabellut, no es únicamente una doctrina, sino una cartografía emocional y cultural que nos sitúa en el mundo. Nacemos en contextos cargados de símbolos, rituales y relatos que nos preceden.
¿Qué libertad real tiene el individuo ante estas estructuras? ¿Puede elegir su visión del mundo o está, de alguna forma, predestinado a vivirla desde su nacimiento?

Lejos de adoptar una postura crítica o celebratoria, Cabellut plantea esta cuestión con una neutralidad profundamente humana. Su propuesta no es un manifiesto, sino un espejo —ciego, sí, pero elocuente— donde cada uno puede asomarse sin ser juzgado. En lugar de apropiarse de los discursos religiosos, la artista los habita, los representa y los deja respirar en su complejidad.
Como ella misma expresa: “Estoy convencida que en este pequeño espacio que tenemos en este planeta cada religión o visión del mundo está formada e inspirada la una por la otra. Todos somos parte de los dioses que creamos.”
Es en esa interdependencia donde El Espejo Ciego encuentra su fuerza: al recordarnos que la identidad no es posesión ni frontera, sino un tejido común de memorias, creencias, dudas y anhelos.
El Espejo Ciego de Lita Cabellut. Por Rose Sioux.
1 comentario en «El Espejo Ciego de Lita Cabellut»