Fotógrafa finlandesa que utiliza el autorretrato como parte esencial de su obra. La fotografía es una herramienta para contar sus experiencias vitales de su propia vida, y al mismo tiempo una forma de terapia personal. El amor, el desamor, el cuerpo, el deseo, todo se convierte en una reflexión visual que comparte con el espectador. Ella admite que le ha sido más fácil posar cuando atravesaba momentos de crisis, su propio dolor lo utilizaba como un objeto ajeno a ella, y sentía como si el arte legitimara el dolor. Estas pequeñas tragedias personales son un elemento muy importante de su obra, ella se convierte en un objeto del paisaje o de los lugares donde se integra, utilizando los espacios como decorados de sus propios dramas. Es una huida hacía delante de todo aquello que la atormenta e inquieta, y su obra fotográfica se convierte en el vehículo de su propia escapada, enterrando en cada imagen un pedazo de sus historias cotidianas.
Ha publicado en 2012 el libro “Artist And Her Model”, una excelente monografía de su viaje personal. Admiradora de la obra de Luigi Ghirri, se une a esa búsqueda poética de los espacios naturales. Hay mucho más en la obra de esta fotógrafa finlandesa que un diario visual. Utiliza el concepto y la metáfora como apoyo esencial para sus narrativas. Elina muestra su estilo sincero y personal alejado de la imitación fácil y comercial de las tendencias más de moda. Su obra es una apuesta arriesgada y sincera, y al mismo tiempo posee el atractivo estético necesario como para seducir al espectador y sumergirlo en la intensidad de sus fotografías.
ENG: Elina Brotherus’ self-portrait, Femme à sa toilette, marks a moment in her series The New Painting where she began to delve more deeply into art history and leave behind the more autobiographical aspect of her work. For those who think of her primarily as a still, solitary presence contemplating vast landscapes of pristine beauty, this sudden close-up comes as a shock, as if we opened the door to the bathroom without realising a stranger was inside. The work’s title, of course, tells us that she is thinking here of the female nude as seen by Degas, Cézanne, Bonnard and male painters belonging to the rich tradition going back to such Renaissance masters as Bellini, but I am struck by a resemblance to a nude ‘à sa toilette’ by a female painter, the Impressionist Berthe Morisot: we see the same profile in both studies, the same expanse of white flesh. Morisot’s subject, however, is still an object of delectation, whereas Brotherus isn’t really giving us a nude at all, but rather a self-portrait, a confession and admission of vulnerability rather than an image of titillation. It is best appreciated within her larger series of melancholic self-portraits set within modest domestic interiors, mattress-on-the-floor kinds of places suggesting only momentary relief on a long journey. Text by William A Ewing