Violación, canibalismo y celos. Seguramente esos no sean los ingredientes del mejor cuento de hadas, aunque por alguna razón Walt Disney pensó lo contrario.
La verdad de la perversa historia de la Bella Durmiente. «¡Sed bienvenida, doña Zorrilla! ¿Tú eres aquella fina pieza, esa hierba mala que goza de mi marido? ¿Tú eres la perra que me da tantas jaquecas? ¡Anda, que has llegado al purgatorio, donde pagarás por el daño que me has hecho!»
Esperen…
No, no es una equivocación. Este es un fragmento del cuento original de la Bella Durmiente, alrededor del que rondan dos cosas un tanto turbias: la primera de ellas es que nada en el cuento es tan lindo como lo pensaste y la segunda es que —una vez más— ese ratón de pantaloncillos rojos nos volvió a tomar el pelo.
En 1959, la cinta basada en este cuento causó sensación entre un público que juraba nunca haber escuchado algo igual; una vez más, la genialidad de Disney fue aplaudida en todo el mundo.
La verdad de la perversa historia de la Bella Durmiente. Los padres de familia que llevaron a sus hijos a ver esta cinta, dijeron nunca haber visto una historia como ésta reflejada en un cuento para niños.
Quizá la razón principal de esto es que, para ser sinceros, no se trata de una historia infantil, sino de un texto que los hermanos Grimm destinaron a las amas de casa que en el siglo XVIII se veían obligadas a quedarse en sus hogares.
Evidentemente, estas historias tenían que ser impactantes y fuertes, para que cada individuo que se acercase a ellas pudiera escapar fácilmente de la monotonía del mundo.
La verdad de la perversa historia de la Bella Durmiente. Por Diego Cera