La versión restaurada en 4k de la novela de Kafka dirigida por Orson Welles es una película imperdible
Kafka adaptado por Orson Welles. El proceso de Franz Kafka es una de las obras más enigmáticas e inquietantes de la historia de la literatura.
Un hombre, Josef K., despierta un día y descubre que ha sido acusado de un crimen que aunque nunca se especifica a lo largo de la novela (y, de hecho, incluso la acusación es en sí misma ambigua), es motivo suficiente para echar a andar toda una maquinaria burocrática, penal y profundamente simbólica entre cuyos intersticios Josef K se descubre atrapado sin salida: no se le detiene, sino que se le deja en libertad pero bajo el aviso de que está siendo procesado.
Inicia entonces un extraño e inaccesible proceso burocrático que se asemeja a una pesadilla despierta. Entre los ambiciosos proyectos que siempre caracterizaron a Orson Welles se encuentra una adaptación de la novela de Kafka estrenada en 1962.
El guion de la cinta fue desarrollado por el propio Welles y su protagonista fue Anthony Perkins, quien un par de años antes ejecutó uno de los papeles más emblemáticos de su carrera: Norman Bates en Psicosis de Alfred Hitchcock (1960).
Cabe mencionar que en una entrevista ocurrida en el año de estreno de la cinta, Welles no dudó en calificar su adaptación de El proceso como «la mejor película» que había filmado.
Rialto Pictures ha lanzado recientemente una versión de la cinta de Welles restaurada en 4K que se ve maravillosamente bien y que celebra el 60 aniversario de su estreno.
Además del mencionado Anthony Perkins como Josef K., la cinta cuenta con las actuaciones de Jeanne Moreau, Romy Schneider y Elsa Martinelli, quienes conforman la floresta femenina con la que Kafka de una u otra manera siempre rodeaba a sus personajes.
Y es de notarse el magnífico cameo del mismo Welles en el papel del abogado con quien eventualmente se encuentra Josef K. en busca de defensa.
Curiosamente, en su momento la cinta no fue comprendida del todo ni tampoco fue bien recibida, ni por el público ni por la crítica de su época, pero con el paso del tiempo ha probado ser una obra maestra. Welles emplea una estética expresionista, asistido por la destacada cinematografía de Edmond Richard (quien también fue fotógrafo en tres cintas de Luis Buñuel).
Particularmente inquietantes son algunas escenas filmadas en la antigua Yugoslavia, específicamente en Zagreb (hoy Croacia), en las que se pueden apreciar los polígonos residenciales de la era comunista.
En otra escena aparecen ochocientas cincuenta secretarias reunidas en una misma enorme oficina, escribiendo todas a la par en sendas máquinas de escribir. Y quizá la secuencia más representativa de todo el filme sea aquella que ocurre en la antigua Gare d’Orsay de París, una estación de tren abandonada (que después fue convertida en uno de los museos más emblemáticos de Francia).
Como puede notarse, parte de la idea estética de Welles para el filme consistía en encontrar sets inmensos que, por contraste, mostraran de manera figurada el poder que amenazaba con aplastar a Josef K. durante su proceso.
Asimismo destaca la resonante lectura en voz de Welles de «Ante la ley», un breve texto que Kafka usó suelto y también como un fragmento de El proceso. «Ante la ley» es una especie de antiparábola que, en tono didáctico, conduce a una enseñanza vacía o negativa al respecto del lugar que el hombre moderno tiene frente a la ley, una posición siempre desventajosa.
De manera sumamente ingeniosa, Welles tomó este texto que en la novela está situado en el penúltimo capítulo del libro, ya muy cerca del final, y lo situó al inicio del filme, como una presentación portentosa que anuncia el tono general del mundo al que el espectador está a punto de introducirse.
Kafka adaptado por Orson Welles. El crítico Roger Ebert escribió sobre El proceso de Welles:
Torres de agua se abren hacia habitaciones de archivos, una mujer hace la lavandería mientras a través de la puerta un juicio está en marcha y grandes baúles son acarreados a través de paisajes desoladores y de regreso. La fotografía en blanco y negro muestra el amor de Welles por las sombras, los ángulos extremos y los sets espectaculares…
Kafka publicó esta novela en 1925 en Praga, refleja su propia paranoia y probó ser profética, anticipando el gulag de Stalin y el holocausto de Hitler, en el que personas inocentes se levantan una mañana para descubrir que son culpables de ser ellos mismos.
Aunque la interpretación de Ebert es demasiado concreta para la burocracia metafísica (mayormente abstracta en Kafka) al decir que profetizó las atrocidades de Hitler y Stalin, nos permite ver la magnitud de la obra del checo, a la cual sólo un genio como Welles podía hacerle justicia, creando una nueva obra casi tan inquietante y fabulosa como la original.
Kafka adaptado por Orson Welles. Por LUIS ALBERTO HARA
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