La fotografía de Helga Stentzel ha dado mucho de qué hablar desde que el año pasado presento su serie fotográfica de animales de granja creados con ropa sobre tendederos.
El “surrealismo doméstico” en la fotografía de Helga Stentzel. Actualmente, los personajes de las series fotográficas de Stentzel incluyen un dinosaurio hecho con ropa interior blanca, un camello con pantalones de chándal, un gato negro y la famosa pareja de ovejas de jersey, siempre rodeadas de un entorno de desiertos y zonas montañosas.
El estilo tan original y asombroso de las fotografías de Helga es denominado por ella misma como un “Surrealismo doméstico”
“Mi arte trata de encontrar la magia en lo mundano, de ver la belleza en las imperfecciones y de conectar con nuestra realidad de una forma nueva. Espero que mi arte ayude a la gente a conectar con su niño interior y a redescubrir la alegría de saborear pequeñas delicias visuales dentro y fuera de sus casas”.
¿De dónde le viene la inspiración de sus fotografías?
El estilo “Surrealismo doméstico” de Helga Stentzel, tiene su origen en su infancia en Siberia en donde pasaba largas horas observando la alfombra de su abuela, los troncos de árboles y cada objeto, en busca de formas reconocibles, como “una pila de cubos que se parecía a la torre de Pisa” como lo comenta la artista.
La base de la inspiración de Stentzel viene de buscar y encontrar la magia en lo cotidiano, ver la belleza en lo imperfecto y conectar con la realidad desde otras formas.
Es una observadora incansable y se fija mucho es las similitudes divertidas, como por ejemplo un jersey en un tendedero que se parece a un caballo, esa primera imagen en su imaginación es el primer paso de su creación, desde ese momento, las historias empiezan a tomar forma.
La artista comienza a hacerse preguntar para crear esa historia ¿Cómo se vería ese caballo? ¿Cuál es su nombre y su personalidad? ¿Le gustan correr? y así un alista imparable de preguntas que crean el contexto y el concepto de cada fotografía.
El “Surrealismo doméstico” en la fotografía de Helga Stentzel. Por Verónica Capiki