La ascendencia dominicana y escandinava de Tania Marmolejo germina una herencia única que da origen a un estilo de bellas artes audaz y llamativo
Los retratos emocionales de Tania Marmolejo Andersson. La artista residente en Nueva York es al mismo tiempo ilustradora de moda, artista comercial, autora y pintora, es una persona creativa en todos los sentidos.
Tania Marmolejo
«Mis dos abuelas eran artísticas, pero mi abuela materna tenía los garabatos y el estilo caricaturesco que eran más de mi gusto. Siempre me he sentido conectada con ella a través de mi arte.»
La pintura de Tania Marmolejo es un proceso rápido, instintivo y purgante. Influenciada por deferentes culturas la obra de la artista es definitivamente más «caribeña» en color y tema, o «escandinava» en su historia de humor.
La influencia dominicana se filtra a través de colores brillantes, especialmente los azules y verdes de las montañas y la naturaleza alrededor de donde ha crecido. El increíble color del agua turquesa y, a veces, un tono de piel más oscuro en el personaje.
Tania Marmolejo impregna sus retratos emocionales con un estilo de bellas artes audaz y llamativo resultado de una herencia única
La herencia escandinava se nota en una paleta más oscura en los fondos, influenciada también por los libros infantiles suecos sobre trolls. Los personajes más rubios que aparecen en su obra, muchas veces están directamente influenciados por la madre de la artista. Mezclar todo esos sentimientos inconscientemente hacen surgir extrañas combinaciones de colores y estados de ánimo, lo que realmente caracteriza y representa a Tania Marmolejo, marcando un estilo audaz llamativo.
El movimiento siempre es parte del trabajo de Marmolejo, la sensación del paso del tiempo a través de una tormenta en movimiento en el fondo, nubes arremolinadas, olas del mar, hojas de los árboles, cabello que se mueve del viento… todo lo que rodea al personaje suele estar en movimiento y, sin embargo, la mirada del la retratada se queda quieta.
Angustiada por la guerra en Ucrania, el espectador puede sentir que los rostros de los personajes se vuelven más sombríos, aunque el fondo no es la guerra. Las obras trasmiten emociones, y el yo interior no puede ignorarlo. Las pinturas siempre evolucionan con los sentimientos y lo que sucede a mi alrededor, y eso es una fuerza creativa y musa constante.