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El hiperrealismo lumínico de Marcote

Fiel a sus intereses, Carlos Marcote plantea la representación de la realidad desde una actitud reflexiva que está siempre atenta a los sentidos. El hiperrealismo lumínico de Marcote

El hiperrealismo lumínico de Marcote. Es un artista cuya trayectoria se inicia a finales de los años 70 con un compromiso claro por el Realismo. Marcote define su trabajo como “una invitación a la contemplación y a redimensionar nuestra percepción del tiempo; pero también como una exigencia a la reflexión sensorial y crítica”.

Mi obra parte de los elementos básicos que están presentes en la realidad visual de la naturaleza, pero relacionados con los componentes humanos y sus derivaciones”, explica el artista.

Carlos Marcote se mete en «La piel de la tierra»

El paisaje, sobre todo el correspondiente a la naturaleza aunque también pidan su paso diferentes elementos arquitectónicos, es el gran protagonista de esta amplia visión de lugares que se presentan anónimos aunque en algunos casos sean identificables.

Marcote huye de localismos, de ahí que no se titulen las piezas para no dar pistas de la ubicación de cada lugar. Lo importante no es el dónde. «Me interesa la luz, la piel, cómo se ilumina, el aire, la atmósfera… esas son mis búsquedas», describió.

Dentro de lo estrictamente representado intento que exista un lugar para lo ausente

Por eso Marcote define su trabajo como “una invitación a la contemplación y a redimensionar nuestra percepción del tiempo. Como una exigencia a la reflexión sensorial y crítica”. Intemporalidad, la emotividad de algunos temas, la atmósfera estática y la magia de los ambientes son rasgos que caracterizan la pintura de Carlos Marcote.

El hiperrealismo lumínico de Marcote

Este pintor concentra la mirada en el paisaje, preferentemente el rural, en menor medida el urbano. En la observación y recreación de arquitecturas (pos)industriales; en rincones cotidianos y humildes, a veces abandonados, y en las composiciones de retrato.

Es la suya una pintura de enorme pureza formal, de pincelada muy analítica y minuciosa. Un descriptivismo visual que estimula a partir de varias constantes. A través del rigor dibujístico, disciplina que enriquece y potencia con el aplique leve, casi evanescente, de la materia pictórica, sin apenas rastro de las densidades propias del óleo.

Otra constante recae en la combinación de perspectivas más o menos reales, más o menos ilusorias, y otra más, por ejemplo, a través de la utilización muy estudiada de determinados focos de luz. Luces y planteamientos lumínicos que, en su dialéctica, resaltan las tonalidades de un mismo color de manera muy viva y contrastada.

El hiperrealismo lumínico de Marcote se realiza con luz artificial

Y aunque recurre a la fotografía para sus trabajos pictóricos, en su práctica realista, o hiperrealista, se mueve Marcote en la ambivalencia. En la libertad de añadir o quitar elementos de esa realidad que tiene delante de sí para ofrecer otra realidad pormenorizada, verista eso sí, pero «manipulada».

De acuerdo con su propia interpretación personal de las cosas. Pintor, así pues, adscrito estilísticamente al realismo, aunque conserva muy sutilmente ese toque surreal heredado de etapas anteriores, desde los mismos albores de su carrera profesional.

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